LONDRES – Un día de furia lo puede tener cualquiera, aunque Novak Djokovic no es cualquiera. El del serbio fue el 8 de julio de 2024 en Londres, cuando en un puñado de horas se peleó con parte del público de Wimbledon, la BBC y Lacoste, uno de sus principales patrocinadores. Tras el «rush» del serbio, John McEnroe advirtió que Djokovic es el Darth Vader del tenis, aunque eso abre paso a una pregunta legítima.
¿Quién es entonces Luke? ¿Acaso Carlos Alcaraz?
Bromas aparte, llama la atención lo del serbio, que está disfrutando del recorrido más plácido que se pueda imaginar en Wimbledon y, sin embargo, pierde los nervios. Enfrentarse a parte del público en el estadio más emblemático del tenis solo porque sonaron unas «u» demasiado extensas durante un triunfo arrasador sobre el danes Holger Rune es impropio de un número uno. Innecesario, excesivo. ¿Por qué y para qué?
Molestarse con la BBC porque un periodista le hace preguntas absolutamente lógicas a partir de su actitud absolutamente ilógica es también otra señal de nerviosismo. Levantarse a los 93 segundos y abandonar la entrevista, inaceptable. ¿Desde cuándo es el entrevistado el que decide qué preguntas se hacen? Así, Djokovic cometió un error mucho más grave que el del brasileño Thiago Seyboth Wild un año atrás en Roland Garros.
¿Y qué decir de la clase de marketing y logística de producto que le dedicó a Lacoste, uno de sus principales patrocinadores? ¿Acaso sabe todo sobre todo Djokovic?
El periodista británico Mark Hodgkinson, autor de un reciente libro, «Buscando a Novak», dedica un largo espacio a explicar la «energía oscura» de la que se vale el serbio para ganar y sobreponerse a los momentos más difíciles. Darth Vader, pero dicho de otro modo.
Dice McEnroe que a Djokovic se lo maltrata, a diferencia de lo que históricamente sucedió con Roger Federer y Rafael Nadal. El suizo se retiró y el español es una ausencia semi permanente en el circuito. Se puede decir que ya no lo molestan, que ya no son. obstáculo: tiene todo el circuito y el ancho mundo del tenis para él.
Sus compañeros en el tour reconocen al serbio como una leyenda, los medios concuerdan en que es el tenista más exitoso de la historia y le dan amplio espacio y crédito para que se exprese sobre cualquier asunto. Hasta sus hijos disfrutan de su tenis y sus victorias desde las gradas en los mejores torneos del mundo, una sensación inigualable en el tramo final de una carrera tan extensa.
¿Por qué entonces tantos nervios en Djokovic? En la recta final de Wimbledon podría esconderse una parte de la respuesta.