Columna de Guillermo Salatino | Gabriela Sabatini hablaba, días atrás, de las diferencias del tenis actual con los de su generación.
“Hoy el dominio del tenis es más cambiante. Antes había un grupo de jugadoras reducido que lideraba los torneos y hoy hay más alternancia. Cuesta mucho saber quién es la número dos o la tres”, expuso Gaby.
Yo no sé si es mejor o peor. Es diferente. Nosotros en los 60 teníamos tiempo para pensar, para cambiar ritmos, para ir a volear. Hoy es imposible.
Me provoca una gran admiración que Venus Williams siga con ganas de jugar y, de vez en cuando, ganar algún partido. Tiene 43 años la mayor de las hermanas y ya ganó siete títulos de Grand Slam. Si nos provocaba admiración Federer, qué decir de las hermanas Williams.
Gaby resaltó una vez más a su favorita Ons Jauber: “Es la única que juega a otra cosa, tiene variantes, es mucho más divertida que el resto. Dirán que aún no ha ganado nada”. La tunecina es la tenista diferente. Única en su especie en el circuito femenino. Lleva tres finales de Grand Slam perdidas y en dos de ellas era la favorita.
Nos recuerda a la famosa frase de José Luis Chilavert. El formidable arquero paraguayo decía “tu no has ganado nada”. En general, al deporte se juega a ganar.
«Lo importante es competir», proclamaba el Barón Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos. Jimmy Connors, fiel a su estilo prefería el: «sí, pero si ganas sos más importante y te divertís más».
Toda ésta introducción sirve para analizar los cambios que han ido ocurriendo con el correr de los años. En el medio mutaron los elementos y los materiales de las raquetas son diferentes. Aquellas viejas raquetas de madera de Rod Laver, Guillermo Vilas, Borg, Lendl y McEnroe se han transformado en las armas letales que son hoy. La preparación física, la alimentación y la indumentaria también son diametralmente distintas.
¿Acaso tiene sentido comparar esos guantes que son las zapatillas, con aquellas pesadas de caucho? ¿O las remeras y pantalones que pesaban tres kilos más al final del partido gracias al sudor?
Ya en la época de los sacadores, cuando las canchas de césped y las duras eran más rápidas, y las de polvo más lentas (¡y la carpeta indoor no estaba prohibida!), los sacadores hacían estragos con los servicios. Saques que hoy causan gracia. Recuerdo cuando hablábamos de Roscoe Tanner y de su terrible saque. El más rápido lo golpeaba a 200 kilómetros por hora. Hoy, los segundos servicios son a esa velocidad.
Nadie podía devolver los saques de Sampras. Los jugadores sufrían con los de McEnroe o Kevin Curren. Luego los grandes devolvedores fueron agarrando la mano. Ahí el caso más emblemático en Andre Agassi, quizás dueño de la mejor devolución de la historia. No quiero ser absoluto para ser coherente con mi pensamiento de que no hay uno más grande que el resto, pero el hombre tiene anotado Wimbledon como su primera corona de Grand Slam. Y Jim Courier luego de perder en primera rueda, al año siguiente llegó a la final en el pasto inglés. Entonces la cosa es “qué bárbaro como sacan, pero que increíble que los devuelvan”.
Tanto han cambiado las condiciones, que uno se pregunta si Nadal hubiese ganado Wimbledon antes del 2000, cuando cambiaron el césped de la Catedral. Nos preguntamos si acaso con las condiciones de hoy Vilas, Lendl o Wilander lo hubieran ganado. O por qué no, un título de Roland Garros para McEnroe o Sampras con la velocidad del polvo de ladrillo de hoy.
¡Cuanto ha cambiado el tenis desde fines de los 60! Y hablamos sólo de la Era Abierta o profesional. ¿Los australianos de los 60 o los Borg, Connors y Vilas de los 70 eran tan buenos como hoy lo es el “Big Three»?
Los top ten eran muy buenos y hasta los mejores 20 de aquellos tiempos podían compararse con los de hoy. Lo que sí difiere, y mucho, es que del 50 al 100 eran muy inferiores a los de hoy. Era impensado que el 90 del mundo le gane a uno de los diez primeros. Hoy es una moneda corriente.
Tras Borg, Connors, Vilas, Gerulaitis, Tanner, Orantes, Panatta, Nastase, Franulovic y Stockton, aparecieron Lendl, McEnroe, Cash, Edberg, Becker, Krajicek, Muster, y Bruguera. ¡Qué nivel, por favor!
Cada década o cada generación tuvo sus atractivos. La segunda mitad de los 90 y los 2000 fascinaron con Guga Kuerten y Moya; Kafelnikov, Safin, Sampras, Agassi, Chang, Rios, Haas, Hewitt, Roddick, Henman, Ferrero, Coria y Nalbandian.
Hasta que aparecieron los “cuatro fantásticos”. Federer, Nadal, Djokovic y Murray. Cuando le preguntaron a David Ferrer qué se sentía ser 5 del mundo, el español respondió: “hombre, que soy el número uno de los humanos. Estos cuatro son extraterrestres”.
Ya nos metemos en el hoy, un hoy que está mutando en ayer. Roger ya dijo adiós, Nadal anunció que el año que viene sería el último. Djokovic que tiene un físico de estatua, elástico como ninguno, fuerte, ágil, fantástico, mostró en el quinto set de la final de Wimbledon un cansancio que nunca antes había enseñado. Ya tiene 36 años, juega poco, selecciona los torneos, algo aconsejable a ésta altura, pero se corren riesgos. Por ejemplo, a veces se nota falta de ritmo. Acaso ese el motivo su falta de chispa a la hora de la verdad en la final con Alcaraz.
Evidentemente está finalizando una época de oro. Murray con dos operaciones de cadera a cuestas se resiste a dejar el deporte que adora. Él insiste, pero no le alcanza. Rafa es una incógnita. Quienes lo conocen saben que si no está para ganar, o por lo menos para pelear, no se va a exponer. Federer es historia. Queda sólo Novak Djokovic, que llegó a Estados Unidos sin tener que defender puntos después de estar dos años con la prohibición de entrar al ser un extranjero no vacunado contra el COVID. Con Cincinnati ya ganó 1000 puntos de los 3000 que puede llegar a acumular en su tour norteamericano.
El resto es sangre nueva. Los nombres y las edades están reflejando que estamos frente a un cambio generacional. Alguno querrá nombrar a Wawrinka, pero es una excepción.
Daniil Medvedev es el 3 del mundo y el mayor de todos con 27 años; Tsitsipas cumplió 25 hace unos pocos días. Luego viene el club de los más jóvenes. De 20 años o unos cuántos meses más. Carlos Alcaraz, Holger Rune, Jannik Sinner, Casper Ruud, Felix Auger-Aliassime, Lorenzo Musetti, Jiri Lehecka. Ya sabemos cuáles serán los nombres que dominaran el tenis durante la próxima década. Está claro el cambio generacional.
Una pena para Argentina y Latinoamérica que Juan Martín del Potro haya sufrido la enorme cantidad de lesiones que tuvo, porque podríamos haberlo tenido junto al “Big Four” tranquilamente- Él ganó el US Open en el 2009 con 20 años. Luego no pudo tener continuidad, pero cada vez que volvió lo hizo entrando al “top ten”. Hasta llegó al 3 del mundo en el 2018. Dicho por los grandes, Juan Martín debería haber estado en ese póker de ases. Dos medallas en los Juegos Olímpicos, final del Masters. Estaba llamado a pertenecer a la “elite”. De hecho lo estuvo aún con sus intermitencias.
Así se escribe la historia. Por lo menos la que yo he visto. En los 60 y parte de los 70 como jugador, y desde 1976 como periodista. No hay que preguntar cuál fue la mejor época. Todas, porque cada una en su momento fue la mejor. Dentro de 20 años habrá una nueva que será mejor que la que estamos viviendo hoy.