DOHA – Andy Murray sigue con el perfume que le quedó del Abierto de Australia: huele a victoria tras batallas largas con jugadores mucho menores que él.
En su debut en el ATP 250 de Doha venció al italiano Lorenzo Sonego por 4-6, 6-1 y 7-6(4), y tal actuación se sumó a la tendencia, tan propia de su carrera, que remarcó en Melbourne con sus épicas ante Matteo Berrettini y Thanasi Kokkinakis. Partidos que llegaron al set decisivo y en los que antes se quitó match points en contra, o volvió de estar break abajo.
Y, ¿qué es para Murray, un tipo que ha jugado más de 900 partidos, el estar en situaciones donde no hay margen para el error? ¿Qué siente uno de los grandes campeones de la época cuando se enfrenta a la electricidad del cinco iguales en la manga final?
Los niveles de estrés aumentan considerablemente y a muchos tenistas, esa presión los consume, los carcome, les acorta los brazos y los hace errar. Al británico, con ese estirpe de jugador top, analiza profundamente cómo momentos así son su alimento, su fuente de mejor tenis.
“Me enfoco mejor, encuentro más facilidad para concentrarme en instancias decisivas. Me ha ayudado mucho en mi carrera. Hallo una fuerza muy propia en esos momentos, y porque alcanzo un grado tan alto de concentración que mi toma de decisiones en la cancha mejora”, dijo a los reporteros en Doha: “Una de mis mayores fortalezas es mi conciencia táctica en los partidos”.
Y explicó que es al inicio de los encuentros, o con la cuenta luciendo todavía muy plana, cuando más le cuesta enfocarse: “El marcador no ayuda, pero a medida que va avanzando y la presión va aumentando, me hago más fuerte mentalmente y mi tenis mejora”. Por lo mismo es que siente que ha rendido tan bien en Wimbledon, un evento donde la atención por su figura crece y la presión se ejerce de sobremanera.
El sueldo de Melbourne
Los partidos impresionantes que ganó el escocés en Australia fueron especiales: “Gané mucha confianza. Más confianza que nunca antes en mi carrera desde el punto de vista físico por lo que fui capaz de hacer allí. Me hizo creer en mi capacidad física, algo que en los últimos cuatro o cinco años no tenía me dio. Nunca creí realmente en mi cuerpo como sí lo hacía a mis veinte. Entonces, es algo muy positivo para mí”.
Es obvio que físicamente Murray no es el mismo. A la edad de los rivales que en Australia despachó, se movía mejor y más rápido en la pista. Entrenaba al cien por ciento, hoy debe guardarse para los partidos. Después de duelos tan exigentes como los de este lunes en Doha, o los de Melbourne, al día siguiente, su cuerpo de 35 años amanece adolorido, pero sí que se siente capaz de competir a pleno cuando vuelve a la cancha para la ronda siguiente.
Dos o tres años atrás, en la difícil vuelta a la competencia con cadera de hierro, e incluso al final de 2022, tenía la confianza extraviada. Los inesperados momentos de Melbourne se la devolvieron, y el viejo Murray hoy no le teme a su cuerpo en las carreras de largo aliento.