Stefanos Tsitsipas ha encontrado una nueva arma para sumar victorias sobre la arcilla. Combina las enseñanzas del reino animal con una virtud teologal, y se resume con una expresión griega: paciencia de burro.
¿De burro? Sí, de burro. No es un insulto para el rival, como malpensó el estadounidense Frances Tiafoe cuando oyó al propio Tsitsipas decir que había tenido “paciencia de burro”, tras su victoria sobre Alex De Minaur, en el torneo Conde de Godó de Barcelona. “Eres un gran jugador y te tengo un gran respeto, pero deberías relajarte un poco con tus declaraciones, amigo”, escribió el número 11 del mundo en sus redes sociales.
Tampoco se trata de una autodefinición. El tenista griego es demasiado sobrio -y bueno- como para presentarse como un burro.
Es, simplemente, una estrategia de juego que Tsitsipas resumió así para CLAY: “En el tenis, es fácil tener prisa. En la arcilla, donde hay intercambios largos y el ritmo y el bote de la pelota son diferentes a los de las superficies más duras, se trata de poder jugar con agresividad, pero sin prisa. Es una táctica y la trabajas durante todo el partido”.
En español, se hablaría de tener más paciencia que Job o de armarse de paciencia. En Grecia, el país del tenista número cinco del mundo, lo llaman “paciencia de burro”. Tsitsipas lo tradujo literalmente al inglés y de ahí el desconcierto. Hubo quien se rio y también quien se lo tomó a mal o no lo entendió.
El burro es un animal esencial en Grecia. En las islas, antes y después de La Ocupación (la invasión de las fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1941 y 1944), fue prácticamente el único medio al alcance de los lugareños para transportar todo tipo de enseres desde el campo o el puerto hasta las zonas habitadas.
Los burros trabajaban desde la mañana hasta la noche, soportando pesos y condiciones extremas. Todavía hoy lo hacen en las zonas inaccesibles para los vehículos. Y, en islas como Santorini, los turistas deseosos de un recuerdo pintoresco no dudan en subirse al lomo de este animal para salvar el tremendo desnivel que separa el puerto de la capital.
¿Pero por qué Tsitsipas habla ahora de ‘paciencia de burro’? Porque se acerca Roland Garros y, con él, una nueva oportunidad para que el heleno, de 24 años, conquiste su primer grande. En 2021 se quedó a las puertas.
Aunque haya bromeado con que no lo recuerda, disputó la final del Abierto de Francia -nunca un tenista griego lo había hecho antes- y cayó ante Novak Djokovic, en un agónico partido que llegó a dominar por dos sets a cero.
El número uno del mundo volvió a ser su verdugo este año, cuando, en el Abierto de Australia, Tsitsipas se plantó ante su segunda oportunidad de alzar un grande. El serbio se volvió a quedar con la copa, esta vez sin darle sets.
Como el resto de integrantes de su generación, el campeón del torneo NextGen ATP de 2018 ha visto cómo su carrera discurría atrapada entre el poder arrasador del big three (Roger Federer, Rafa Nadal y Djokovic), acaparador sin igual de títulos, y la generación que, liderada por el español Carlos Alcaraz, ya discute a los Tsitsipás, Ruud, Medvedev y Rublev la sucesión al trono.
“Disputar la final del Godó es mi primer gran éxito después del Abierto de Australia”, afirmó Tsitsipas en Barcelona, después de que Alcaraz lo privara del título. “He pasado momentos difíciles desde el punto de vista psicológico y físico, de modo que estar aquí en este momento para mí es un gran logro”, confesó el griego, semblante serio, sin detallar las batallas que libró su mente en los últimos tiempos.
Una de ellas, sin embargo, la resolvió en la pista Rafa Nadal. En ese escenario que le gusta especialmente, inspirado tal vez por la celebración de Sant Jordi que tanto le fascina (se festeja el 23 de abril en Cataluña y, siguiendo la tradición, los hombres regalan una rosa a las mujeres y éstas los obsequian a ellos con un libro), Tsitsipás llegó a la conclusión de que necesita armarse de paciencia para mejorar sus resultados sobre arcilla, la superficie en la que empezó a jugar a tenis.
“Es importante tener mucha paciencia en la arcilla, porque los intercambios de golpes son largos y es un arma que te ayuda a complicarle la vida a tu rival. Eso me hizo clic aquí y creo que es, sin duda, un elemento que te puede dar muchas victorias en esta superficie y que busco en cada uno de mis partidos”, dijo Tsitsipas a CLAY.
El monje griego Paisios, del Monte Athos, decía que “la paciencia se cultiva en invierno y florece en primavera”, justo a tiempo para que a Tsitsipas le asista en la arcilla del próximo Roland Garros.
FOTO: ALEXANDER SCHEUBER