NUEVA YORK – Frances Tiafoe lo cuenta con una sonrisa llena y con su inglés repleto de dichos coloquiales y un acento fuerte que hasta para un hablante nativo cuesta comprender del todo: “Sentí que el mundo se detuvo. Por un minuto no pude escuchar nada. Ni sé qué le dije cuando le estreché la mano. Veía todo borroso, ya estaba con los ojos llorosos. Mi corazón iba a mil millas por hora. Nunca sentí algo así en mi vida”.
Es lo que produce ganarle a Rafael Nadal en el estadio más grande del tenis, en tu torneo favorito, frente al público de tu país. 6-4, 4-6, 6-4 y 6-3 para cortarle al español una racha de 22 partidos ganados en Grand Slams este 2022.
Tiafoe, de 24 años avanzó a los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos por primera vez en su carrera, y tiene al público norteamericano revolucionado. No sólo con su tenis inteligente y vertiginoso, sino también con su carisma y una actitud amigable, gane o pierda los partidos.
Las lágrimas no son una cosa rara en la carrera del estadounidense. En esas victorias más luchadas, esas que derivan en cosas importantes, o frente a jugadores de mejor ranking en los escenarios importantes, donde él no ha sido el favorito, no ha reprimido sus emociones.
“Algunas veces no me aguanto las lágrimas porque es como: ‘Wow, lo estoy logrando’”, contó a The Guardian en 2019 en Australia, cuando por primera vez destacó en un torneo grande. Esa vez, fue derrota en cuartos de final contra Nadal. Ahora saborea la revancha.
Tiafoe celebró con locura cada vez que ganó partidos en aquel torneo, rompiendo la camiseta, golpeándose los bíceps, imitando el típico festejo de su ídolo: “Dormía en una camilla de masaje compartida con mi hermano en una oficina… todo lo que viví, por todo lo que pasé, me llevó a los cuartos de un Grand Slam. Lebron James habla de mí. Todos están preocupados por ganarse la vida, y yo lo hice. Se siente hermoso”.
El tenista afroamericano es hijo de inmigrantes que a principios de los 90 arrancaron de la difícil vida y la inminente guerra civil de Sierra Leona, a buscar suerte en Hyattsville, Maryland, en los suburbios de la ciudad de Washington D.C. Constant, su padre, trabajaba en las minas de diamante en el país del oeste de África.
Su madre Alphina trabajaba en doble turno como enfermera. Ella fue tocada por la suerte: en 1996 entró a un sorteo para “ganar” la green card, que el gobierno asignaba de manera aleatoria a inmigrantes de países con baja tasa de ingreso a Estados Unidos. Millones aplicaron y ella fue una de las beneficiadas.
Constant Tiafoe consiguió trabajo como albañil en la construcción del Junior Tennis Champions Center, al tiempo que nacían sus mellizos Franklin y Frances. Su buen desempeño en la construcción le valió para ser contratado como portero del club. Cuando cumplieron cinco años, los padres lograron que el centro tenístico los acogiera durante la semana. Entonces, el directorio les permitió que convirtieran una pequeña oficina sin uso, en una habitación para él y los chicos.
En ese entorno, usando cualquier raqueta que estuviera olvidada en el club, Tiafoe comenzó a pegarle a la bola contra el frontón, debiendo soportar las burlas de los niños que asistían al club, por usar ropa vieja o zapatillas rotas. “Las circunstancias de mi vida definitivamente cambiaron”, decía en entrevista con el sitio Andscape, sentado en la terraza de su departamento en uno de los mejores barrios de Washington: “Pero esas bromas malas cuando era un niño sí que hacían daño. Me hacían sentir que no era igual a los demás”.
Cuando Tiafoe viajó a Sierra Leona con su madre y hermano por primera vez a los ocho años, se dieron cuenta de que la vida que llevaban en esa pequeña habitación improvisada era en realidad un lujo comparado con la realidad en el oeste africano: “La gente no tiene electricidad, se tienen que duchar con agua fría. La pobreza es una locura y vi como la gente realmente sufría”.
Con ese recuerdo, luego se dio cuenta de que como ciudadano estadounidense tenía infinitas posibilidades de hacer lo que quisiera.
El saludo de Lebron
“Man, volví loco al vestuario, no lo podía creer”. Causó risas en la sala de prensa el tenista cuando contó su reacción ante el saludo virtual de la leyenda del baloncesto, quien felicitó a Tiafoe por Twitter. “Vi el posteo y fue como… ¿Lo retuiteo apenas lo subió? Sabes qué, voy a ser cool y actuar como que no lo he visto y luego lo retuiteo tres horas después”, contó riendo.
Tiafoe es hoy uno de los jugadores más queridos del circuito, conocido en el mundo de las redes sociales por sus carismáticos saludos en la red, sobre todo cuando pierde. O sus posteos en Instagram después de sus partidos, donde felicita y elogia a sus rivales.
Este miércoles, por el paso a las semifinales del US Open enfrenta al ruso Andrey Rublev. “Voy a tener a la gente de mi lado. Va a ser salvaje”.
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Reportea el tenis alrededor del mundo desde hace 10 años. Ha colaborado con medios como La Tercera, Cooperativa, Infobae, y Racquet. Fundador del ex programa de radio Tercer Saque.
Pluma & Lente es su espacio personal donde relata sus viajes y aventuras.
One Reply to “Frances Tiafoe, o cuando la lotería te cambia la vida”
Margarita Isse
Que dura historia, ahora que disfrute lo que ha logrado