Rafael Nadal no ha vuelto aún a tocar una raqueta desde que Jordan Thompson frustrara el 5 de enero en Brisbane su regreso al tenis. Sin embargo, sueña. No se rinde y sigue pensando a lo grande.

Aquellos en Brisbane eran sus primeros pasos tras casi un año sin competir. La «pequeña lesión muscular», tal como se la describió en su momento, se va curando y nada extraño se ha cruzado en el camino del español. ¿La meta? Regresar al circuito en el ATP 250 de Doha, que se inicia el 19 de febrero.

¿Lo logrará? «Sus ganas de competir son brutales«, dijo a CLAY una persona muy conocedora de la situación y de lo que se mueve en el entorno del 14 veces campeón de Roland Garros. «Si todo va bien, volverá a jugar en Doha».

Para que todo vaya bien con Nadal faltan aún etapas importantes. Que vuelva a las pistas, por ejemplo, algo que debería suceder antes del final del Abierto de Australia.

«Esperemos que vuelva muy pronto», añadió la fuente, que echa un vistazo panorámico a lo que hizo y podría hacer Nadal camino a cumplir los 38 años.

¿Tenía sentido jugar en Australia? Con el diario del lunes, quizás no, pero la decisión de Nadal de regresar en una gira que le ha dado muchas más amarguras que éxitos en su carrera se explica, sobre todo, por sus ansias competitivas: que el hombre que aún compite por ser el tenista más exitoso de todos los tiempos estuviera un año lejos del circuito es parte del fuego que enciende hoy su espíritu.

Él y su entorno están convencidos de que la «pequeña lesión muscular» es, en efecto, una pequeña lesión, y que su cuerpo no necesariamente le está diciendo basta.

Y vuelve al primer plano una reflexión: si regresa y gana, si regresa y logra grandes éxitos, difícilmente Nadal cuelgue la raqueta en 2024. Se lo ha dicho a CLAY uno de sus mejores amigos, el ex tenista argentino Juan Mónaco, es lo mismo que cree su tío Toni y es ahora una sensación cada vez más extendida en el pequeño gran mundo nadaliano.

«¿Has visto sus golpes, la forma en que regresó? Está claro que es un jugador que no necesita mucho rodaje antes de las grandes citas: sus golpes están ahí, intactos».

Doha sería la vuelta al tenis competitivo, pero la antesala también de la gran cita organizada por Netflix, la exhibición con Carlos Alcaraz en Las Vegas. Luego, uno de los torneos que Nadal más disfruta, Indian Wells, y finalmente la vista puesta en la temporada europea.

Barcelona y Roma son dos escalas seguras, pero París es el sueño, la meta, la obsesión: un décimo quinto título allí relanzaría toda la historia a un nivel inesperado y extraordinario. La respuesta, una vez más, no está en el tenis ni en la cabeza, sino en el cuerpo de Nadal.