LONDRES – A partir del 5 de mayo de 2003, el día en que Carlos Alcaraz nació en un hospital de El Palmar, en la región española de Murcia, sólo cuatro hombres ganaron Wimbledon: Roger Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray.

Ese año arrancó la tiranía del ‘Big Four’ en la Cancha Central de Wimbledon, el único Grand Slam sin rebeldes en las últimas dos décadas. Y en Wimbledon 2023, con Alcaraz como número uno del mundo, Djokovic y Murray se presentan en el cuadro principal como los únicos que probaron la gloria en el teatro más tradicional del tenis, con presentes distintos, pero con varias similitudes.

Wimbledon 2023

“No voy a planear retirarme después de ganar el torneo aquí”, dice Murray con su humor tradicional, pero muy condimentado con la confianza que le brinda un presente impensado cuatro años atrás, después que dejara el tenis con una cadera a maltraer. Cirugías, cadera de metal y mucho amor por el deporte mediante, el británico llega a la Catedral con una campaña en césped para aplaudir: con humildad bajó a jugar Challengers, ganó dos trofeos y agarró ritmo y confianza.

“Donde estoy ahora en comparación a 2019 es como el día y la noche. Desde una perspectiva mental, en la manera en que disfruto el juego, y cómo aún soy capaz de competir con estos tipos”, comenta Murray orgulloso frente a los medios en la nueva sala de prensa del All England Lawn Tennis Club (AELTC), mucho más grande y moderna.

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“No hay razón por la que no pueda hacer un buen torneo. He jugado en las canchas grandes aquí más que nadie… hay sólo un jugador en el cuadro con más experiencia que yo, que es Novak. Soy el único de los que estamos aquí que lo ha vencido en estas pistas. Tengo que usar la experiencia como mi principal ventaja y agarrar confianza a partir de ahí. Creo que soy uno de los mejores jugadores en césped del mundo y estoy físicamente muy bien”, explica el campeón de 2013 y 2016.

En las inmediaciones de Church Road, de las cosas que más se valora los días previos al torneo, es la calma. Se escucha el silencio en la Central frente a su césped prístino, se camina tranquilo sin las multitudes que repletarán cada rincón del recinto. Pero alrededor de la pista 14 hay ruido, y mucha gente con credenciales colgando del cuello atenta a lo que ahí pasa.

Reavivando el recuerdo de la final de 2013, Djokovic y Murray entrenan durante la media hora permitida por la organización para que la hierba no se desgaste demasiado. Juntos en una cancha de tenis por primera vez desde la Laver Cup del año pasado: “Con Novak practicaba mucho, incluso cuando ambos competíamos por los Grand Slams. Con Roger nunca lo hice después de 2007. Rafa… practiqué algunas veces, pero no creo que Rafa y Novak hayan entrenado juntos alguna vez”.

Djokovic tiene en Wimbledon una doble oportunidad histórica. No sólo puede igualar el récord de títulos de Grand Slams de Margaret Court (24). También puede empatar a Federer como el máximo ganador masculino en Wimbledon, con ocho coronas. Y si se quiere, la presión es triple contando a Londres como la tercera etapa a conquistar en la ruta al Grand Slam, para así llegar a Nueva York con la chance de igualar el logro de Rod Laver en 1969, como único dueño de los cuatro grandes en un año en la Era Abierta.

Logros que le producen un hambre tan característico en el serbio: “Yo no necesito ni a Carlos (Alcaraz) ni a nadie para agarrar motivación. Estoy hambriento por más Grand Slams, por más títulos”.

El favoritismo de Djokovic en esta edición es quizás, el más grande que jamás haya experimentado. Hay estadísticas impactantes: lleva invicto una década en la central (la de Murray fue su última derrota ahí) y acumula más victorias en Wimbledon que todo el resto del top 20. 86 triunfos los de un tenista, 85 los de 19 jugadores más jóvenes ese tenista.

Para Murray, lo que Djokovic hizo en Roland Garros fue fenomenal. “Y no parece que esté bajando”, dice. Sobre todo lo fue la actuación “clínica” que tuvo contra Alcaraz en semifinales. Y para el propio joven español, una gran enseñanza para lo que pueda venir en el futuro: “La próxima vez que juegue con él ya tendré el recuerdo para que no me pase lo mismo”.

Carlos Alcaraz reconoció que la virtud de la experiencia es lo más importante en el tenis en Wimbledon 2023 // REUTERS

El campeón de Queens despacha una reflexión breve y muy tajante respecto a la tarde en París cuando fue comido por los nervios productores de los calambres que lo liquidaron. “Djokovic pone mucha presión. La experiencia lo es todo. Era mi segunda semifinal. ¿Creo que Novak jugó 40? Para mí, lo es todo”, reconoce.

Daniil Medvedev, de vuelta en Wimbledon luego de la prohibición de acceso a los rusos por en 2022 debido a la invasión militar de Rusia en Ucrania, a sus 27 años es una mezcla de experiencia con juventud. “Los jugadores más viejos hablan de experiencia porque es cierto que físicamente ya no están como antes, tienen que recurrir a algo extra para no cansarse. Pero mira a Novak, tiene 36, lo vimos contra Carlos y fue precisamente Carlos quien tuvo los nervios y los calambres. Y Carlos probablemente es más fuerte físicamente”.

¿Pesará más la experiencia o la juventud en esta edición de Wimbledon 2023? El domingo 16 de julio llegará la respuesta. O quizás antes si alguien es capaz de remar en contra de las apuestas en un escenario hostil para los inexperimentados.

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