PARÍS – No es difícil entender por qué Roger Federer prefiere las cálidas aguas del sudeste asiático a seis días consecutivos de frío y lluvia en París, pero lo cierto es que, más allá de estar retirado del tenis y disfrutando de la (muy) buena vida, el suizo se está perdiendo cosas importantes en el Abierto de Francia.
– Roland Garros se juega en otoño: temperaturas que oscilan entre los 10 y 15 grados, lluvias frecuentes todos los días y la fortuna de que para esta edición del torneo el estadio Suzanne Lenglen cuenta con techo retráctil. Es decir, incluso si lloviera todo el tiempo, todos los días, Roland Garros podría sacar adelante entre ocho y diez partidos diarios. El torneo, claro, terminaría ya comenzado Wimbledon. Y no es ese el plan.
– Hooligans y chicles voladores: el belga David Goffin planteó en estos días una imagen impensable, la de estadios de tenis con humo de bengalas y hooligans a torso descubierto gritando en forma desaforada. Difícilmente se llegue a eso, pero el chicle que un espectador le escupió y varias otras situaciones en distintos estadios llevaron a Amelie Mauresmo, la directora del torneo, a imponer la «ley seca» (basta de alcohol en las gradas) y a designar a los jueces de silla más experimentados para los partidos potencialmente explosivos.
– Autolesionarse y abandonar: el francés Arthur Rinderknech se encaminaba hacia una de las victorias de su vida y terminó sufriendo una de las mayores decepciones de su carrera. Derrotaba por dos sets a uno al argentino Tomás Etcheverry cuando, frustrado por haber cedido el saque para 0-2 en el cuarto set, pateó lo que creía que era una lona. Era, en realidad, una pared. «Te sientes estúpido», confesó el francés, que abandonó y entregó la victoria a Etcheverry, ganador por 3-6, 6-7 (8-10), 6-1 y 5-0. Rinderknech se dañó seriamente un dedo del pie izquierdo.
– El «hooligan» estaba en la cancha: nadie podrá decir que los belgas sean aburridos. Al temor de Goffin de que las gradas se llenasen de «hooligans» respondió su compatriota Zizou Bergs con uno de los festejos más audaces que se recuerden en el tenis. Tras ganar, Bergs se paró en medio de la cancha y gritó en tres ocasiones: «Waar is da feestje?» (¿Dónde está la fiesta?), a lo que parte del público respondía «Hier is da feestje!» (Aquí está la fiesta). El cántico es utilizado por hinchas de fútbol en Bélgica. Al final, Goffin tenía razón: hay «hooligans», ¡pero en Bélgica!
El festejo de «hooligan» de Zizou Bergs
– Alergia a los periodistas: no se trata de que los protagonistas amen a los periodistas, con los que de tanto en tanto hay choques. Pero la kazaja Elena Rybakina marcó un interesante hito con un comentario despreciativo hacia las preguntas que recibía: «Preguntas simples, respuestas simples. ¿Algo más, muchachos?». La respuesta generó una pequeña controversia. Chris Evert, ganadora de 18 títulos de Grand Slam, salió en defensa de Rybakina
– El libro de Djokovic sobre Nadal: más allá de decir que es la «rivalidad más importante» de su carrera, la respuesta del serbio Novak Djokovic ante una pregunta acerca de Rafael Nadal llamó la atención por otra razón. El serbio se explayó por casi cuatro minutos, con su análisis de lo que significó Nadal para él y Roland Garros prácticamente se podría construir la estructura de un libro.
– Amor, amor, amor: tras el anuncio de que la pareja separaba sus rumbos, el amor del griego Stefanos Tsitsipas y la española Paula Badosa parece más fuerte que nunca. Tsitsipas baja escaleras a los saltitos y, cuando Alex Corretja le preguntó en la entrevista posterior a un triunfo la razón de que juegue individuales, dobles y dobles mixtos, el griego no defraudó: «Es todo por amor. Amor de ambas partes, todo tiene que ver con el amor. Y combinar amor y tenis es algo muy excepcional»