El drama en la cima del tenis masculino solía estar dentro de la cancha, pero ahora fluye sobre todo fuera de ella.
Todo un drama el de Novak Djokovic, que esta modificando su equipo de trabajo cuando todo debería ser mucho más plácido. Se desprendió a fines de 2023 de su manager, Edoardo Artaldi, y de su jefa de prensa, Elena Cappelaro, y hace pocos días de su entrenador, Goran Ivanisevic.
Otro gran drama el de Rafael Nadal, que quiere volver a jugar y no puede, porque su cuerpo no tolera ya las exigencias físicas de las superficies duras.
Y un drama para ambos ver cómo el poder del tenis ya se les fue de las manos, porque hoy el jefe es Jannik Sinner, ganador de 25 de los últimos 26 partidos que jugó. El italiano es ya el número dos del mundo, cada vez más cerca de quitarle el uno al serbio.
El drama de Djokovic es particular, porque es el más inesperado. Y, cuando se lo escucha hablar, la impresión que deja es que la historia podría ser aún más dramática.
«Todavía no tengo una idea clara de quién será el nuevo entrenador, o si lo habrá», dijo el serbio la semana pasada en Belgrado. «He tenido entrenadores desde que era un niño, ahora estoy tratando de sentir por mí mismo lo que necesito, con lo que me siento más cómodo».
¿Y Nadal? Se lo vio recientemente en una entrega de premios de su fundación, pero su futuro es una gran incógnita. Cada vez que su tenis parece despegar, el cuerpo le pone límites. Lleva toda una vida acostumbrado a engañar a su cuerpo y sortear esos límites, pero nunca le había costado tanto como esta vez.
Así, el torneo de Montecarlo, que se inicia el 7 de abril, cobra un interés extra: ¿será el escenario en el que regresen los dos grandes?
Hoy no parece probable que ambos coincidan en el Monte Carlo Country Club, pero la clave de 2024 está en la arcilla: si Nadal no logra regresar este año, ni hablar de sumar otro título, la carrera por ser el más ganador de la historia habrá terminado. Djokovic la tiene casi ganada, sí, pero con Nadal, pese a este presente oscuro, nunca se sabe. Y el serbio es muy consciente de eso: no puede dejar ningún detalle librado al azar.
¿Y si Nadal vuelve, gana su décimo quinto Roland Garros y sitúa la carrera por los Grand Slam en un 23-24? ¿Y si Djokovic nunca más vuelve a ganar un Grand Slam? ¿Y si Nadal suma otro y empata?
Difícil, muy difícil que cada una de esas cosas suceda. Es incluso más probable que Nadal se retire del tenis sin siquiera volver a jugar Roland Garros. Pero si Djokovic estuviera cómodo, si se sintiera en control de la situación no haría todos los cambios que hizo en su equipo últimamente. El drama en el tenis masculino es real.