PARÍS – Novak Djokovic sabe demasiadas cosas. Sabe, por ejemplo, que un par de frases calibradas adecuadamente pueden impactar en la moral del adversario. Sabe que aprovechar la rueda de prensa previa al inicio del Abierto de tenis de Francia para declarar favorito al título a Carlos Alcaraz es cualquier cosa menos inocente. Es, y él también lo sabe, una táctica más vieja que el tenis.
¿Por qué define como favorito al español? «Porque es el número uno del mundo y es el que ganó los grandes títulos en clay. Más allá del hecho de que él tenga un Grand Slam y yo 22, miremos a los últimos meses, la forma que el mostró y la que yo mostré. Él es el leve favorito».
Todo es minucioso y calculado en el universo Djokovic. Alcaraz es el favorito, aunque leve. Aunque el español tenga solo un título de Grand Slam y él, 22.
Carlos Alcaraz es el favorito
«Es cierto que los Grand Slam son diferentes al resto de los torneos y que la experiencia está de mi lado, pero… qué rol jugará eso en un eventual partido con él, no lo sé. Creo que él es el favorito número uno».
En pocas palabras, Djokovic dijo mucho, pero a la vez evitó la otra cara de la moneda: ¿no es acaso él el favorito, un hombre de 36 años contra otro de 20, un bicampeón de Roland Garros que tiene la gran oportunidad de ser tricampeón ahora que Rafael Nadal, el dueño absoluto de París, no está?
Y la respuesta es clara, la respuesta es sí. Djokovic tiene, a lo largo de los 15 días de torneo entre el 28 de mayo y el 11 de junio de 2023, la gran oportunidad de buscar un título de Grand Slam sin la amenaza de su más duro rival, Nadal. Si lo logra, será dueño de 23 títulos de Grand Slam y tendrá dos oportunidades más durante el año, mientras Nadal pena con sus lesiones y la pregunta que lacera su alma: ¿llegaron a su fin sus días como tenista profesional?
Con tanta presión encima, hace bien Djokovic en buscar quitarse parte de ella y trasladarla a Alcaraz, que tuvo una buena temporada en arcilla: campeón en Barcelona y Madrid, con doce victorias y una derrota en los rectángulos naranja europeos. La caída ante el húngaro Fabian Marozsan en su segundo partido en Roma fue casi una bendición, más allá de la sorpresa de perder ante el 135 del mundo: el español tuvo tiempo para descansar, entrenar y regenerarse de cara a su gran objetivo, el de ser campeón en París.
«Roland Garros es para él un objetivo muy claro», dijo semanas atrás Juan Carlos Ferrero, entrenador de Alcaraz, en una entrevista con CLAY.
En su reparto de elogios, Ferrero también fue alcanzado por Djokovic en un sábado de sol primaveral y suave calor en París.
«Fue una decisión fantástica para Alcaraz estar desde los 14, 15 años con alguien como Ferrero. Es una decisión que está funcionando muy bien».
Djokovic, que llega a Roland Garros con un pobre rendimiento de apenas cinco partidos ganados y tres perdidos sobre arcilla, fue impulsado por la prensa a recordar momentos dolorosos, aquellos partidos que perdió y en realidad debió haber ganado. Aunque el serbio rápidamente encontró el lado positivo del asunto.
«Hubo grandes partidos en mi carrera que perdí, desearía haberlo manejado diferentemente, pero también gané muchos en los que se suponía que perdería, la final ante Federer en Wimbledon 2019, por ejemplo. Estadísticamente él me había superado en todos los apartados, yo no le había quebrado el saque una sola vez, y sin embargo gané. O la final del Abierto de Australia 2012 que le gané a Rafa».
Los dos ejemplos citados por el número tres del mundo apuntan a dos de los grandes partidos de todos los tiempos. Otra sutileza para que Alcaraz tome nota.
Djokovic no piensa regalar nada: «No se puede pensar en la energía que gastas en las rondas iniciales y en cómo afectará a las rondas finales. No se puede. Quieres ir en cuarta o quinta marcha desde el inicio y gastar la menor cantidad de energía. Quiero mostrar de lo que soy capaz y seguir avanzando».