NUEVA YORK – Ir a un cumpleaños y comerte la mitad del pastel tú solo. Es bastante, ¿No?
Rafael Nadal perdió este lunes contra el estadounidense Frances Tiafoe, cuya interesante historia de vida se las contamos en CLAY: hijo de inmigrantes de Sierra Leona, compartía una camilla de masajes para dormir junto a su hermano durante su infancia, en una habitación armada en la oficina del club de tenis, donde su papá era el conserje.
El español nunca resolvió el puzle y no pudo encontrar su gran nivel de juego en todo el torneo. En la ronda pasada, contra Gasquet, es verdad que jugó bien, pero digamos que «no cuenta»: salvo en el tercer set, el francés ni corría, y el español le tiene la mano absolutamente tomada (jugaron 18 veces y Nadal ganó todas).
Tiafoe, en los octavos, fue infinitamente superior y cumplió lo que dijo en la previa. Iba a buscar a Nadal, esta vez como el mejor tenista que es en comparación a lo que era en sus enfrentamientos pasados.
“Tengo cosas mucho más importantes que el tenis de atender. A partir de ese principio básico, tomaré las decisiones adecuadas en base a cómo vaya todo en mi vida personal. Tenía que hacer un esfuerzo aquí, y lo hice. No ha salido como me habría gustado”, contó luego ante los reporteros.
Nadal estuvo con la mente puesta en Manacor en esta gira norteamericana: su mujer, embarazada de su primer hijo, pasó por complicaciones que la obligaron a pasar por el hospital. Nada grave.
«Han sido unos meses difíciles. Toca empezar de nuevo, profesionalmente hablando. Ahora es el momento de tener el primer hijo y confiar en que todo salga bien”, comentó el español.
Para quien podría ser número uno a partir del próximo lunes, “es momento de resetear».
Entonces Nadal deja Nueva York con un saldo anual en Grand Slams impresionante y totalmente inesperado: 22 victorias, una derrota y un walk over (no se presentó a las semis de Wimbledon). Dos títulos de cuatro posibles. Un Australia que iba a ser el décimo de Djokovic. Un Roland Garros que ganó con un pie anestesiado.
El resto que se reparta la otra mitad de la torta.