LONDRES – Se le pone la piel de gallina a Horacio Zeballos cuando se pone a pensar que son pocos los argentinos que en la historia han jugado una final profesional de Wimbledon. Gabriela Sabatini, David Nalbandian, Javier Frana, Paola Suárez y él. Este sábado Zeballos disputará su segunda definición de dobles en el All England Club con el español Marcel Granollers: «Siempre me enfoqué en disfrutar, pero estos días estoy con la convicción a full de que quiero ganar».

Zeballos, un ex singlista que podrá contarle a sus nietos que ha sido uno de los pocos que venció a Rafael Nadal en una final en arcilla, se toma con humor el hecho de que la atención por la disciplina de las duplas sea distinta. «Marcel siempre se ríe porque cuando hacemos prensa siempre es para algún medio argentino o latinoamericano. Y a veces salen noticias de Nadal en el yate… y Marcel está en la final de Wimbledon (risas)», comenta a CLAY y a un par de medios de Argentina.

«En Argentina no tenemos tanto esa cultura de dobles. Yo estoy contento con la carrera que llevé en singles y lo que estoy haciendo en dobles. Siento que acá tengo la posibilidad de conseguir cosas que tuve muy lejos en el singles», dice quien alcanzó a rasguñar el top 40 de escalafón de individuales.

Zeballos y Granollers ante su tercera final de Grand Slam

Después de vencer por 6-4 y 6-3 a Krawietz / Puetz , el zurdo cuenta que enfrentará su tercera final de Grand Slam con un enfoque diferente: «No te voy a mentir que es lindo jugar a final. Pero tengo ganas de ganarla. Me di cuenta en Roma que estaba siendo demasiado conformista. Pero cambió ese sentimiento».

Al mismo tiempo, Granollers habla con un grupo numeroso de cronistas de España en la sala de entrevistas limítrofe. «¿Tantos periodistas vinieron a verme? ¡Si sólo es una final de dobles, hombre! ¡Si yo no soy Alcaraz!», exclama Granollers según escribe Sergio Heredia en La Vanguardia.

«¡Hostias, esta es muy buena!», dice el doblista de 37años antes de relatar una muy buena broma que le hizo a su compañero argentino.

Después de ganar en los cuartos de final, el español se quedó en el club por más tiempo que su compañero. Cuando fue a tomar su raquetero, este estaba pegado con cinta a una de las patas de las sillas del vestuario.

«Yo sabía que había sido él», dice. Entonces para devolverle la broma, le pidió al fisio que le entablillara los dedos de la mano derecha, como si se los hubiera roto.

«Llegué a casa así con los dedos y digo ‘hostia, no sé quien me ha atado mi bolsa, la he arrancado y lo hecho fuerte que me he jodido los ligamentos de la mano».

Zeballos se hundió por unos minutos, entendiendo que su broma había resultado demasiado mal y que el sueño del título en Wimbledon se acababa de la manera más absurda posible.

«Yo iba a aguantar la broma, pero es que lo vi mal. Obviamente no lo quise aguantar porque no iba a poder dormir y teníamos que jugar una semifinal. Lo vi muy mal. la tuve que cortar rápido», relata con humor. La dupla tiene una muy buena relación que se transmite en la pista.

La noche de este jueves se dedicarán a celebrar y a disfrutar un momento único en Londres. Luego se concentrarán en la final del sábado frente a la dupla número uno del ranking: el holandés Wesley Koolhof y el británico Neal Skupski. «Tenemos prohibido hablar esta noche de la final. Ya mañana analizaremos puntito a puntito su partido», dice Zeballos.

Quiere fuertemente que la tercera final de Grand Slam de la dupla sea la vencida.

foto de portada: la selfie de Horacio Zeballos y Marcel Granollers para CLAY // HORACIO ZEBALLOS

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