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Alcaraz, Djokovic y el anhelo de la revancha sabrosa en la final de Wimbledon que «todos quieren»

Djokovic Carlos Alcaraz
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LONDRES – ¿Quiénes quieren una final de Wimbledon entre Novak Djokovic y Carlos Alcaraz? Los fans, la prensa, y seguramente, aunque no puedan decirlo, la organización del torneo.

Novak Djokovic y Carlos Alcaraz

No muchos jugadores profesionales se atreven a hablar de una hipotética final cuando aún les queden partidos por delante. Pero el español es un jugador especial. Atípico dentro y fuera de la cancha. Y ante los micrófonos, Alcaraz deleita con su honestidad. «Todos quieren esa final, pero el que más la quiere soy yo», dice el número uno del mundo a los medios acreditados en Londres. Y con una gran sonrisa.

Este miércoles superó a su coetáneo Holger Rune en tres sets. El primer partido de Grand Slam entre jugadores de la clase 2003, que tuvo un momento bisagra: luego del primer set, soltó un grito como no se había visto aún en el All England Lawn Tennis Club. ¿La razón? Estaba muy tenso.

“Cuando juego contra alguien de mi mismo año es verdad que siento más nervio, más presión. Necesitaba esa celebración. No he sabido cómo controlar las emociones y ese grito me ayudó a soltarme, a cambiar el juego y sobre todo, a disfrutar», admitió quien se siente capacitado para ganar el torneo: «Tengo la confianza y el nivel».

Nunca antes unos cuartos de final se jugaron entre dos chicos tan jóvenes. El 7-6 (3), 6-4 y 6-4 fue para Alcaraz, no sólo una victoria contundente frente a un rival que verá muchas veces al otro lado de la red en este tipo de instancias, y que admitió no haberse levantado sintiéndose bien.

Pero las palabras del danés, el español las refuta con una simple filosofía: «Esto es un Grand Slam, dura dos semanas. Los grandes jugadores que han ganado Grand Slams estoy seguro que no se han levantado todos los días sintiéndose bien».

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También es, un importante paso en ese anhelo que tiene de revancha, tanto frente a Djokovic como con él mismo.

Carlos Alcaraz en Wimbledon

Hace poco más de un mes, la presión se lo comió. En París, el estrés mental lo debilitó a tal punto que lo imposibilitó físicamente: los calambres lo frenaron en un partido de muchísimo tenis. La gran tarea de tener que frenar en Roland Garros al tenista serbio hambriento de récords, le quedó grandísima.

Alcaraz llegó a Wimbledon con la lección aprendida y con el objetivo fijado. No se achica.

Este viernes tendrá al ruso Daniil Medvedev, quien no encontró respuestas cuando se midió al español este año. Fue en la final del Masters 1000 de Indian Wells: No ganó más de cinco juegos, pero el propio Medvedev dice que el partido será diametralmente diferente, sobre todo por la velocidad de la pelota, que en California fue tremendamente lenta.

El ruso tuvo que extremar recursos en Court 1 frente a la gran sorpresa del torneo. El estadounidense Cristopher Eubanks jugó un tenis espectacular que lo tuvo incluso dos sets a uno en el marcador. Los consejos de Kim Clijsters para jugar en césped, y el analizar el tenis desde el otro lado de las cámaras de Tennis Channel ayudaron al gigante de dos metros y saque potente a tener las mejores semanas de su vida.

Djokovic busca en Wimbledon su octavo título // GETTY

Y Djokovic, en la otra llave, mira al resto de los semifinalistas y luce su experiencia. La de sus rivales es nula, cero. Ninguno jugó por el partido que da derecho a llegar a la final. «Estás en semis y esperas rival. ¿Prefieres a Novak Djokovic o Andrey Rublev?», le preguntaron al italiano Jannik Sinner (quien jugará por primera vez no sólo una semifinal en Londres, si no que en un Grand Slam) en la entrevista en pista tras su triunfo.

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Las palabras no le salían. En vez, una risa nerviosa. Como cuando una respuesta es tan obvia por una parte, pero por otra, cualquier opción emitida puede jugar en su contra. Optó por la respuesta políticamente correcta: que ambos son rivales dificilísimos.

Fue antes de que Djokovic firmara su trigésima tercera victoria en línea en Church Road. Mientras el italiano hablaba, el serbio estaba drenando el alma de su oponente. Luciendo un tenis efectivo, rápido, divino. Justo después de perder el primer set, y con el público en su contra. Con defensas que son ataques y puntos que no difícilmente se explican cómo acabaron a su favor.

«Creo que está jugando cada vez mejor». Palabras de un Rublev achacado.

Con ese jugador es el que quiere revancha el número uno del mundo. Con el que no pierde en la Cancha Central desde hace una década. Con el que ya lleva 353 triunfos en Grand Slam. Con el que disfruta la presión y quien dice sin problemas que él es el favorito.

Se supone que tendrá mejor sabor si es que fuese así.

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