Mariana Enriquez no solo es una novelista exitosísima y una de los grandes referentes de la literatura de terror de la última década. Es también una seguidora vehemente del tenis con opiniones picantes: “El hincha del tenis es muy policía y se enoja cuando los jugadores muestran su personalidad”.
Sobre esa pasión navega Enriquez en esta entrevista con CLAY a través de críticas y opiniones profundas: el extraño odio que despierta Novak Djokovic, lo que generó Federer en el deporte con su imagen de caballero, y las razones de por qué el tenis femenino no atrae como antes.
“Djokovic, que viene de un país sin tradición tenística, aparece en un momento donde hay una rivalidad icónica. Así se convierte en este personaje aborrecido. Es rara la lógica. También hay un montón de gente que empezó a tenerle tirria por lo de las vacunas, pero está Alexander Zverev que acaba de arreglar con dinero un juicio por haberle pegado a su ex pareja y no pasó nada”, dijo la escritora argentina a CLAY.
También reflexionó sobre la liviandad con la que ATP expone en redes sociales a sus estrellas: “Muestran a los tenistas todos chistosos, tratándolos como chicos en vez de hacerles buenas entrevistas; falta profundidad, el contenido es muy teen”.
Entrevista con Mariana Enriquez
– Se muestra como una fanática del tenis, pero le preguntan muy poco sobre eso. ¿A qué se debe?
– Los periodistas de literatura no tienen mucha idea del deporte. Se cruzan muy poco, y cuando lo hacen es en general con el fútbol. Tampoco desde los escritores más prestigiosos, salvo por el ejemplo solitario de Roberto Bolaño en solo un cuento (Buba, del libro Putas Asesinas). Entonces creo que hay cierta desconexión entre ficción y deporte. Hay mucho más ensayos o biografías, como lo de David Foster Wallace sobre Federer (Roger Federer as Religious Experience), que yo creo que a todos los que no les gustaba el tenis se hicieron fan de Federer gracias a Foster Wallace. El único deporte que funciona bien en ficción es el boxeo.
– ¿Por qué?
– La narrativa del fútbol está muy desperdigada salvo que se agrupe en torno a una persona. Es como una épica muy rara. Hay cosas buenas como El Partido de Andrés Burgo que es una crónica del Argentina-Inglaterra 1986, pero que también es sobre un partido muy particular, muy político, que tiene toda esa mitología maradoniana. En torno al boxeo me parece que hay una narración tradicional muy masculina, de una lucha… una guerra.
– ¿La tradición del tenis no ayuda a crear relatos atractivos?
– El origen súper aristocrático del tenis es un problema, porque ahí deberías tener un gran escritor británico tipo Evelyn Waugh. Quiénes lo juegan es otro problema, es una cosa que Novak Djokovic dice muchas veces, que realmente son muy pocos los que pueden vivir del tenis. Entonces tampoco se dan estas historias tipo Capitanes de la Arena, de Jorge Amado, que son chicos brasileños súper pobres, medios pandilleros, que viven en la playa y jugan fútbol. La historia de Romario o de Garrincha. El tenis no tendrá eso. Es también un deporte que no permite mostrar muchas cosas, a diferencia del fútbol, donde todas las miserias de los jugadores se saben y todo está a la vista. Siempre me gustó mucho Andre Agassi porque era el que rompía el molde en una época bastante aburrida en cuanto a personalidades, pero después con Open uno se da cuenta de todo lo que estaba ahí abajo.
– ¿Siempre fue así?
– En la era dorada se veía más. Nosotros en Argentina lo tenemos muy presente con Guillermo Vilas, que era un playboy que grababa discos y qué sé yo. No era un tipo con una vida disipada como Maradona, era muy correcto, pero era muy dandy. Ser dandy y muy obsesivo con el tenis al mismo tiempo lo hizo un gran personaje. Esa generación era muy carismática, pero con el tiempo fue cambiando por la concepción del buen comportamiento, la idea del tenis muy disciplinada. Tener que comportarse de tal manera dentro de la cancha los volvió un poquito robóticos.
– ¿Qué prefiere el hincha? ¿Al que se comporta bien, o al que hace espectáculo a punta de rabietas?
– El hincha del tenis es muy policía y se suele enojar cuando los jugadores muestran un poco de personalidad. Daniil Medvedev es el tipo más simpático del circuito, y cuando tiene sus episodios, la gente le dice que es un caprichoso. ¿Qué tiene de malo? Si está enojado porque le cantaron mal una pelota. Hay una cosa que no es culpa de Federer, pero que es el ‘Efecto Federer’, el ‘tenista caballero’ que ya venía de antes en una versión más aburrida con Pete Sampras. Mucha gente exige ese buen comportamiento. Federer al principio no lo tenía, tenía sus rabietas, después se tranquilizó. Ganaba todo, tenía a la gente a su favor, ¿De qué se iba a enojar?
– ¿Se ha desaprovechado al tenis en el mundo de la literatura?
– Yo creo que sí. Para poner un ejemplo, narrativamente no hay una buena biografía de Vilas. Después de su época de dandy, su vida siguió siendo interesante una vez retirado, y hoy está sufriendo un problema neurocognitivo muy grave. Se estaba olvidando de todo y lo único que quería era que le reconocieran el número uno. Esa es una historia dramática y hay un documental que está bueno, pero no está a la altura de lo que se merece. El libro de Agassi terminó siendo una bomba y un bestseller en todo el mundo, incluso en países donde Agassi no es una súper estrella, porque es un gran libro, es una lección sobre lo que es ser un atleta de alta competencia. Ventiló cosas de la ATP y también de su propia infancia; las dificultades que enfrentan los genios. Es una película de terror.
– Falta bibliografía…
– ¡La historia de Mónica Seles! Nunca en la historia un tipo entró a una cancha y acuchilló a la mejor del mundo. Es impresionante que un hecho así no esté más presente en la cultura y que sea tan tabú. Y así con muchísimas cosas, claro que está desaprovechado. Es una narrativa faltante, por armar, porque incluso desde lo biográfico no hay mucho. Estuve en Italia y ya hay como tres libros de Jannik Sinner. Están fanatizados con él allá. Son instant books, que se hacen para el momento. Los miré por arriba porque Sinner es un personaje que no me interesa, pero el chico tiene 22 años con una carrera por delante, sin mucho pasado.
(Nota del autor: la entrevista a Mariana Enriquez fue realizada antes de que se hiciera público el caso de doping positivo de Sinner).
– ¿Qué otro momento actual se desaprovechó?
– En la época de la pandemia hubo momentos literariamente muy altos, como cuando se hizo el Adria Tour. Eso parecía Zoolander, yo siempre lo pienso. En medio de la crisis estos tipos se ponen a hacer un torneo, van a una discoteca, se sacan las camisetas (y bailan arriba del escenario). No estaba solo Djokovic, estaba Dimitrov, Zverev, Rublev. Dimitrov después se contagió de COVID y lo posteó en Instagram. Realmente fue una locura total. Fueron unos atrevidos, unos locos, pero para un escritor que piensa narrativamente, verlos en una discoteca en medio de la pandemia es oro.
Djokovic Salió positivo en Coronavirus. El N°1 del ranking ATP dio positivo tras jugar el monitorneo Adria Tour en Serbia y Croacia y con estos festejos🤦🏽♀️ pic.twitter.com/EfbzEN1A4L
— Georgina Holguin 💙 (@GeorginaHolguin) June 23, 2020
– ¿Piensa escribir de tenis?
– De esto que estamos hablando yo no me excluyo. Pasa con el tenis que es que cuando no lo juegas hay una condena que es gravísima para el que no sabe la técnica. Si yo escribo una nota y llegara a confundir el nombre de un golpe, todo se derrumbaría muy rápido. Eso en general te paraliza un poco, pero ese tipo de disciplina es muy tramposa porque yo no quiero hablar de cosas técnicas. Cuando escribí de Andrey Rublev, a mí me interesaba hablar de salud mental, que para mí es algo muy importante. Rublev en una conferencia de prensa dijo: “esta vez por lo menos no escuché la voz que me dice ‘mátate’’… ¿Qué coño es eso? O Nick Kyrgios, que es más elocuente al hablar, diciendo que se había drogado, que se había hecho daño. Hay muchas cosas en el tenis que hacen que no se llegue ahí. Una son los videos de contenido de la ATP mostrándolos a todos chistosos, tratándolos como chicos en vez de hacer una buena entrevista.
– Falta profundidad.
– Sí. No me parece mal que se haga contenido, pero el contenido que hacen es muy naíf. En uno de estos videos les preguntaron a los tenistas cuál era el libro más importante de su vida. Un montón dijo pavadas como Andy Murray, que dijo que estaba leyendo Harry Potter con sus hijos y le re gustó, pero también otros como Dimitrov, que me cae muy bien, mencionó The Point of Vanishing, que es sobre un tipo que se fue dos años a vivir a una cabaña, y quedaba ahí. Era como para decir, por qué este joven que conocemos por las fiestas y las novias rumanas llenas de plástico está eligiendo como el libro más importante de su vida a uno sobre un tipo que se retira de la civilización. ¿Por qué no podemos conocer un poco más? Las instituciones y los torneos ofrecen un contenido muy teen. Con Djokovic también pasa lo mismo. Es una persona brillante y me parece que la gente no sabe lo inteligente que es. Es emocionalmente inteligente y también sabe mucho de política de tenis, del tema económico. Es un deporte tan narrativamente estilista que lo que hacen es alejarlo cada vez más de la gente. Por muchos videos simpáticos que hagas, que estén por todo TikTok, será muy difícil conectar. Ahí también hay que aprovechar a las chicas.
– ¿Qué pasa con el circuito femenino que no logra cautivar?
– Yo también me lo pregunto. El dominio siempre es una espada de doble filo. Es como lo de Nadal, Djokovic y Federer que terminó causando que los jugadores que los siguieron hayan formado la weak era. Me gusta de Djokovic que haya aparecido a incomodar al duopolio y a generar más competencia. En los hombres eran tres, pero en las mujeres era solo Serena Williams. No es su culpa, pero eso opacó durante tantos años el circuito y hasta hoy lo sigue opacando, porque es una personalidad tremenda, de las más impactantes que tuvo el tenis. Hay gente que no sigue el tenis que todavía cree que juega y gana. Su dominio le puso una sombra a un tenis que hasta ese momento tenía muchas grandes estrellas como Gabriela Sabatini, Steffi Graf, Seles. Después apareció Sharapova, pero en realidad nunca le hizo peso a Williams. Faltan rivalidades. En los 90 con Graf, Sabatini, Capriati, todas eran rivalidades competitivas. A mí me encanta Iga Swiatek, pero tengo ganas de que aparezca su gran rival.
– ¿Puede Aryna Sabalenka ayudar a atraer más atención a la WTA? ¿Tiene lo necesario para ser un personaje atractivo más allá de la cancha?
– Aryna siempre fue una personalidad y este año mostró una resiliencia tremenda: murió su ex pareja, siguió jugando, no hizo de eso un circo. Impecable. Tiene un humor increíble, es guapísima y tiene un tenis tremendo. Un saque que da miedo. Para mí se convirtió en una superestrella. Otro personaje muy interesante es Jasmine Paolini, bajita, no es escultural. Nadie esperaba que con su edad y físico peleara finales de Grand Slams. Kasatkina también me gusta. Está Mirra Andreeva también, que tiene recién 17 años y es una jugadora con potencial inmenso que tiene para crecer mucho. Yo no tengo mucha conexión con la personalidad ni el tenis de Paula Badosa, pero también es interesante ella.
– ¿Y el regreso de Naomi Osaka?
– Naomi me encanta, ojalá tenga su revancha, sería una gran historia. Tiene una personalidad muy sincera, muy rupturista, no desde la cosa agresiva. Es como Björk. Es muy fresca y con carácter. Tiene algo súper millenial en el mejor sentido y es como que realmente logró un cambio estético.
– ¿Swiatek tiene esa frescura?
– Me encantó verla en los conciertos de Taylor Swift y que se volviera loca, aparte Taylor le dejó un mensaje especial. Ahí vuelvo al tema del contenido ATP. La WTA le hizo un cuestionario sobre Taylor Swift y le preguntaron cosas tan obvias, que ella les decía esto es una pavada. Era alucinante porque a mí me pasaba lo mismo. ¿Cómo le van a preguntar para quién hizo cierta canción? Es obvio que lo sabe si es una Swiftie.
– ¿Cómo comenzó a admirar a Djokovic?
– Fue cuando ganó su primer Australia en 2008, porque ahí fue muy claro su mensaje: ya no le tengo miedo a estos dos. También creo que tenía que ver con el lugar de donde viene. Ahora es distinto, pero en ese entonces Serbia era un país bombardeado y malignizado, porque era el país de los genocidas. Entonces en ese lugar los clubes no eran como los clubes suizos o españoles. Te daban ganas ver ganar a este chico que venía de abajo, que tenía esa cosa del underdog. Por eso también me llama la atención que sea el odiado del circuito, porque en general las simpatías suelen ser con el débil, pero él nunca las tuvo. No entendía por qué tenía al público en su contra siendo joven y bueno. Cuánto más lo odiaban, a mí más me gustaba. En 2008 fue cuando dije ‘es mi jugador’ y en 2019 fue el momento más extático, cuando le ganó la final de Wimbledon a Federer. Eso fue una locura, sobre todo por el silencio del estadio después y por el juego mental, creo que ahí lo quebró mentalmente.
– Es raro que el mejor de todos genere repulsión en varios fans.
– Es rara la lógica. También hay un montón de gente que empezó a tenerle tirria por lo de las vacunas, pero está Alexander Zverev que acaba de arreglar con dinero un juicio por haberle pegado a su ex pareja y no pasó nada. Está bien, no es el número uno y todo lo que quieras, pero es algo mucho más grave. En la vertiente deportiva creo que los sudamericanos somos más permisivos sobre usar la inteligencia para ganar. Estas cosas que tiene Djokovic, que usa mucho el baño, o que finge que está lesionado. Al resto le molesta mucho. Argentina es el país de Maradona, Diego hizo goles con la mano, era muy vivo para engañar a sus rivales. Todas las selecciones sudamericanas también son especialistas en que cuando faltan dos minutos y van ganando, nadie se mueve. Eso en Europa molesta mucho, son considerados medios tramposos, pero son parte del juego. Yo no creo que Djokovic abuse de eso, pero creo que para el tenis y la mirada así muy europea que tiene el tenis ahora, es considerado de mala educación. La astucia no gusta, nunca gustó.
– Si lo pudiese entrevistar, ¿Qué le preguntaría?
– Lo llevaría por lo de ser disruptivo. No lo hace con intención, eso viene con su esencia. Viene de un país sin tradición tenística, aparece en un momento donde hay rivalidad icónica y se convierte en este personaje aborrecido. Quiero saber si él entiende por qué. ¿Qué significa venir de un país periférico? ¿Qué significa meterte en un deporte así? ¿Qué tan cómodo o incomodo está él haciendo la tapa de Vogue? Me gustaría que juntos pensáramos qué es esta figura y qué implica esta figura.
– ¿Escribirá sobre él?
– Me gustaría entender serbio para hacerlo, pero una biografía de Djokovic escribiría tranquilamente. Lo que pasa es que me parece que hay una barrera idiomática que es importante sortear por la cantidad de material que debe haber en serbio. Me gustaría hacerlo, la última que hice fue la de Silvina Ocampo y lo pasé muy bien. Necesitaría un historiador serbio y una persona que hable de tenis. Si es Goran Ivanisevic, mejor.
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