MELBOURNE – Aryna Sabalenka tuvo que haber sacado aprendizajes importantes después de su último tropiezo en un Grand Slam. Lecciones que la noche de este sábado seguro usó a su favor para conseguir el primer Grand Slam de su carrera.
En Nueva York, el pasado septiembre estuvo quiebre arriba frente a Iga Swiatek en el tercer set de la semifinal. En momentos cruciales, su servicio, su arma más importante, no la acompañó. Lloró todo lo que pudo y no fue capaz de acabar esa conferencia de prensa posterior, usado unos lentes de sol grandes y espejados que ocultaban sus ojos hinchados y enrojecidos.
Sabalenka volvió a llorar, pero porque esta vez, su servicio estuvo ahí, y en momentos de definición supo aguantar esa presión inconmensurable que se debe sentir cuando se está sirviendo para el primer campeonato grande.
La bielorrusa se plantó en la Rod Laver Arena en una instancia desconocida para ella, luego de haber caído en los últimos tres intentos para jugar el partido definitorio de uno de los torneos grandes, y supo equilibrar a su favor una batalla que empezó perdiendo.
Su rival, la kazaja Elena Rybakina quien sí sabía lo que significaba cómo se sentía jugar una final de Grand Slam, tomó el liderazgo del partido tras conseguir un primer set de muchos aces y puntos cortos en 34 minutos.
Luego el encuentro halló un poco más de ritmo y se hizo a partir de más rallies. Se volvió más físico y los games transcurrieron por más puntos importantes. Cada set restante duró casi una hora. Predominó la “novata”, que fue más fuerte en esos momentos y aprovechó los puntos de quiebre cuando hizo falta.
Fue un 4-6, 6-3 y 6-4 entre las “bombarderas”, en un partido esperable en cuanto al estilo, pero de resultado impredecible hasta el último juego. Con la kazaja salvando tres puntos de partido y llevando a Sabalenka al límite en un momento que nunca había probado: tener que cerrar a su favor un torneo grande.
De las manos de Barty
Con el techo del estadio cerrado y el espectáculo de luces y música en la previa de la final, Ash Barty apareció con el trofeo del que todavía era “dueña”.
La australiana recibió una ovación, un año después ganar la final del Abierto de Australia 2022. Fue la última vez que quien entonces dominaba el tenis, compitió en una cancha. Una vez retirada, le dejó el liderato a Swiatek quien dominó el tenis a partir de ahí sin contrapeso, aunque la polaca no pudo ratificar esa dominación en Melbourne.
Aryna Sabalenka lanzó los misiles más fuerte que la campeona de Wimbledon, que buscaba igualar precisamente a la australiana como campeona vigente tanto en Londres como en Melbourne.
La bielorrusa así logra despedir a los fantasmas del pasado. Las lágrimas en Australia tienen un sabor distinto a las que dejó en Nueva York.
