“Que era una broma, que el año que viene vuelvo, hombre”, dice Rafael Nadal mientras la Caja Mágica canta su nombre. Confirmó luego, que fue su última vez compitiendo en Madrid. Entonces, según él, la última vez jugando en el circuito frente a su público local. Rafael Nadal, de España, se despidió.
Dijo ya en Barcelona que no habrían más Conde de Godó con su nombre anotado en la lista. Ocurrió lo mismo este martes 30 de abril en el Masters 1000 de Madrid, el torneo que ganó cinco veces (2005, ’10, ’13, ’14 y ’17); el evento sobre arcilla (a partir de 2009) donde su estilo de juego se vio «menos» favorecido gracias a esos 500 metros de altura sobre el nivel del mar que ayudan a los tenistas con un juego de ataque y gran saque.
Como el estilo de Jiri Lehecka, checo, 31 del mundo. Lehecka, que nació el mismo año en que Nadal se hizo profesional, recordará siempre el día que venció al español por 7-5 y 6-4 para luego provocar una explosión de cariño hacia el deportista más importante de esta tierra. Se sentó luego en la banca a ser testigo en primera fila de un emotivo homenaje al ex número uno del mundo.
Los hombres del equipo de trabajo de Nadal y otros miembros de su familia, en una esquina, emocionados. No se vio a Toni, su tío y ex entrenador en el grupo. Las mujeres, en otro lado, sentadas detrás de la línea de base. Sin sonrisas. Su mujer Xisca Perelló y su madre Ana María Parera lloraban mientras corría el video del homenaje con las hazañas de Nadal en Madrid. La cara de su hermana Maribel, cargada de tristeza como poco y nada se le ha visto, entregaba quizás, un mensaje importante. ¿Fue realmente la última vez del Nadal tenista profesional en una pista de tenis en España?
Desde aquella conferencia de prensa en Mallorca en mayo de 2023, que el campeón de 22 Grand Slams ha sido un mar de contradicciones en torno a su futuro. El español asegura que no tiene muchas ideas sobre lo que pasará, pero sí que reconoce que en ciertos torneos ya cumplió sus últimas presentaciones.
También ha hablado sobre las ganas de crearle su hijo, el pequeño Rafael, memorias de su padre siendo competitivo en una cancha de tenis, y su círculo íntimo asegura que de encontrarle la vuelta a la competencia, Nadal no querrá dejar de jugar. Que no le pone una fecha límite a su carrera, pero que a su vez su cuerpo le da un baño de realidad.
«Creo que la vida y mi cuerpo llevan tiempo mandándome señales de que este día tenía que llegar en un momento adecuado, lo he podido hacer jugando en una pista que para mi era un sueño y encima hacerlo en uno de los lugares que más me he emocionado jugando», dijo el ex número uno en Madrid.
Su siguiente desafío está en Roma, pero lo realmente importa es París. Roland Garros y – de una clasificación todavía incierta – los Juegos Olímpicos serán las competencias donde Nadal definirá si realmente quiere seguir siendo tenista profesional.
