Carlos Alcaraz es el nuevo número uno del mundo y Roger Federer dice adiós al tenis, pero Rafael Nadal no quiere confusiones: su carrera sigue, no tiene pensado retirarse.
«Espero que no piensen que ha acabado mi carrera, ni mucho menos», dijo el español este martes al recibir, de manos del rey de España, un premio en la Universidad de Alcalá de Henares.
Un rey que acababa de regresar de Londres, del funeral de la reina Isabel II, y un rey del deporte que volará este jueves a la capital británica, para la Laver Cup.
Minutos antes, al agradecer el premio, Nadal había planteado, sonriente, algo que le interesa que se entienda muy bien: «Espero que con este galardón no se dé a entender que ha acabado mi carrera en el tenis; no es mi intención”.
Tanta insistencia de Nadal tiene su lógica: al golpe de Alcaraz y la salida de la escena de Federer se le suma su inminente paternidad. María Perelló, su esposa, dará a luz el mes próximo.

«Está siendo un año distinto y complicado», admitió. «Más allá de las lesiones, también por las novedades personales y familiares».
Buenas razones, en apariencia, para poner fin a dos décadas como tenista profesional.
Pero Nadal, tercero del ranking mundial a los 36 años, dejó en claro que pensar eso es no conocerlo: quiere seguir, dijo «llevando el nombre de España por el mundo».
Tiene sentido: esta temporada ganó dos de los cuatro torneos de Grand Slam y sigue manteniendo posibilidades de cerrar el año como número uno del mundo, aunque su paternidad le hará jugar muy pocos torneos.
La imagen que todos esperan es la de un dobles junto a Federer, ver por última vez del mismo lado de la red a los dos protagonistas de una de las rivalidades más legendarias de la historia del deporte.
