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Rafael Nadal regresa y echa luz sobre su adiós: dirá antes de Roland Garros si 2024 es su último año en el tenis

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Cuando Rafael Nadal, raqueta en mano, aparece caminando por el torneo de Brisbane llevando de la mano a Rafael Nadal, raqueta en mano, la misma pregunta de tantas veces vuelve a surgir.
¿Cómo es posible?
Brisbane es la primera escala en el incierto regreso de Nadal al tenis tras un año de pausa y regeneración por lesión, pero ver a Rafael Nadal Parera tomando de la mano a Rafael Nadal Perelló, de apenas 15 meses, vestido de tenista y, sí, raqueta en mano, es un canto a la esperanza.
Una esperanza que Nadal se toma con cautela, aunque la tiene. «Cuando llegue a París sabré si es mi último año», dijo el ex número uno del mundo al periodista Manuel Jabois en una entrevista para «El País Semanal», la revista de los domingos del periódico español «El País». El austríaco Dominic Thiem, el martes 2 de enero, es su primer obstáculo en Brisbane.
La entrevista fue hecha el 13 de diciembre en la «Rafael Nadal Tennis Academy» de Kuwait, pero incluye una primicia: el español, que el 3 de junio cumplirá 38 años, anunciará antes de Roland Garros si 2024 es o no el último año de su carrera.
«Habrá un anuncio previo. Habrán sido cinco meses de margen en el circuito y sabré mi realidad: uno esas cosas las puede intuir, pero hasta que no las palpa no puede hacer nada. Yo estoy preparado. Soy consciente de que es muy probable que vaya a ser mi último año. Me encantaría poder decir “me voy” antes de Australia, que va a ser mi último año y que se sepa, jugar con esa emoción de la despedida y que el público viva los partidos de una manera diferente».
Pero no lo hará. ¿Por qué? Por la misma razón que desarrolló en mayo de 2023, en aquella dramática conferencia de prensa en Manacor en la que anunciaba un punto y aparte.
«He visto a compañeros que han anunciado esas cosas y, cuatro años después, siguen jugando. Pues bueno: no me gusta (…). Soy consciente de que hay muchas opciones de que se acabe, pero no lo sé al cien por ciento. ¿Si de repente a finales de año físicamente me encuentro bien, a mi familia le va bien con lo que hago, me divierto y me siento competitivo? Pero como sé que esto es muy difícil, me preparo para el adiós».
Rafael Nadal y su hijo, Rafael Nadal, en el torneo de Brisbane 2024 / CAPTURA
Es, como tantas otras veces a lo largo de la carrera de Nadal, un sí, pero no. O no, pero sí.
La entrevista que le hace a Nadal Jabois, una de las grandes firmas del periodismo español, es generosa en definiciones interesantes. ¿Un ejemplo? La argumentación para defender el tenis de puntos largos, de intercambios extensos.
«Los puntos extraordinarios siempre van acompañados de peloteo. Es muy difícil, por experiencia propia, emocionar al espectador con puntos de dos o tres golpes. Por muy espectacular que sea. El espectador se mete dentro del partido, se emociona e interviene, y eso lo percibimos en la pista cuando el partido es largo y hay puntos largos. Cuando hay drama. Y eso solo lo da el peloteo».
¿Otro? La explicación de porqué el tenis no puede ser tomado como un trabajo: «Yo soy más competidor que ganador, la verdad. A mí la derrota no me destroza. Hay partidos que te duele perder, solo faltaría. Pero soy más competidor. Si yo compito, me siento bien. El deporte no puede ser un trabajo al que vayas a cumplir el expediente. Tiene que haber ilusión, locura, llama».

¿Una derrota que le dolió? «Me frustró muchísimo perder la final Australia 2014 contra (Stanislas) Wawrinka. Me rompí: me lesioné la espalda en el primer set. Eso sí que me hundió. Me dejó tocado durante bastante tiempo. ¿Por qué? Porque no pude ni competir».

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El periodista le recuerda las declaraciones de Novak Djokovic en las que el serbio asegura haberse sentido intimidado por los saltos y bufidos de Nadal en los vestuarios antes de los partidos. Nadal rechaza esa idea: «Nunca, nunca, nunca fue mi intención. Yo caliento así, intento estar preparado y listo para salir, y me ejercito, nada más. No he escuchado eso que ha dicho, la verdad».

Y, 672 del ranking hoy, pero con mentalidad de número uno, habla de Roger Federer, su gran rival simbólico, el hombre en torno al cual construyó su carrera.

«Federer era la perfección a nivel estético, a nivel de elegancia, a nivel técnico. (Ojo: yo tengo muy buena técnica, mucha, pero la técnica no es lo mismo que la estética. Son dos cosas diferentes. Él tenía una técnica increíble haciendo las cosas muy bonitas con una elegancia impresionante). Cuando llego yo, él era el número uno del mundo, y le sale un rival con el pelo largo y con un físico exuberante. La elegancia contra un guerrero. Había un pack de combinación de personalidades y de estilos; y eso, unido a que hemos jugado muchísimos partidos en los escenarios más importantes, convirtió nuestra rivalidad en algo que trascendió más que cualquier otro duelo».

El análisis de Nadal, definiéndose como «guerrero» y dueño de «un físico exuberante» es novedoso en esos términos. Y es también interesante lo que cuenta del «nuevo Federer», aquel que regresó en 2017 para conquistar dos veces el Abierto de Australia y una vez Wimbledon.

«Cuando vuelve en 2017, después de su lesión, hace un cambio muy importante. Cambia la raqueta por una más grande, que golpea más fuerte, y hace un cambio mental. Como sabe que no puede correr como antes, se convierte en un jugador mucho más agresivo, y a mí me hace mucho daño. Él era un jugador mejor que yo en pista dura, pero hasta ese momento creo que yo le había ganado más veces allí. Pero se reinventa, y le da una vuelta más a su juego: hiperagresivo. Mi táctica de castigarle su revés sigue funcionando, pero no tiene tanto efecto porque no me deja: se dedica a jugar muy rápido. No me permitía hacer mi repetición contra su punto débil».

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Y, entonces, Nadal deja una idea novedosa también, la explicación de un error de Federer.

«Es algo con lo que se había equivocado en su carrera: me dejaba repetir los golpes hacia su revés. Su salida era un revés cortado, y yo tengo muy buena bola cuando me la cortan, no me molesta, me gusta devolverla y la devuelvo fuerte, no estoy incómodo».

Salvado aquel error, Federer es, más de un año después de retirado, algo demasiado grande para Nadal: «Desde que tengo uso de razón es el jugador que más me ha impresionado, el que más me ha divertido, el que más me ha emocionado. Me ha emocionado más ver jugar a Federer que a Djokovic, y al final el tenis es emoción, la emoción es la que te arrastra a él».

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