Rafael Nadal regresa y echa luz sobre su adiós: dirá antes de Roland Garros si 2024 es su último año en el tenis
¿Una derrota que le dolió? «Me frustró muchísimo perder la final Australia 2014 contra (Stanislas) Wawrinka. Me rompí: me lesioné la espalda en el primer set. Eso sí que me hundió. Me dejó tocado durante bastante tiempo. ¿Por qué? Porque no pude ni competir».
El periodista le recuerda las declaraciones de Novak Djokovic en las que el serbio asegura haberse sentido intimidado por los saltos y bufidos de Nadal en los vestuarios antes de los partidos. Nadal rechaza esa idea: «Nunca, nunca, nunca fue mi intención. Yo caliento así, intento estar preparado y listo para salir, y me ejercito, nada más. No he escuchado eso que ha dicho, la verdad».
Y, 672 del ranking hoy, pero con mentalidad de número uno, habla de Roger Federer, su gran rival simbólico, el hombre en torno al cual construyó su carrera.
«Federer era la perfección a nivel estético, a nivel de elegancia, a nivel técnico. (Ojo: yo tengo muy buena técnica, mucha, pero la técnica no es lo mismo que la estética. Son dos cosas diferentes. Él tenía una técnica increíble haciendo las cosas muy bonitas con una elegancia impresionante). Cuando llego yo, él era el número uno del mundo, y le sale un rival con el pelo largo y con un físico exuberante. La elegancia contra un guerrero. Había un pack de combinación de personalidades y de estilos; y eso, unido a que hemos jugado muchísimos partidos en los escenarios más importantes, convirtió nuestra rivalidad en algo que trascendió más que cualquier otro duelo».
El análisis de Nadal, definiéndose como «guerrero» y dueño de «un físico exuberante» es novedoso en esos términos. Y es también interesante lo que cuenta del «nuevo Federer», aquel que regresó en 2017 para conquistar dos veces el Abierto de Australia y una vez Wimbledon.
«Cuando vuelve en 2017, después de su lesión, hace un cambio muy importante. Cambia la raqueta por una más grande, que golpea más fuerte, y hace un cambio mental. Como sabe que no puede correr como antes, se convierte en un jugador mucho más agresivo, y a mí me hace mucho daño. Él era un jugador mejor que yo en pista dura, pero hasta ese momento creo que yo le había ganado más veces allí. Pero se reinventa, y le da una vuelta más a su juego: hiperagresivo. Mi táctica de castigarle su revés sigue funcionando, pero no tiene tanto efecto porque no me deja: se dedica a jugar muy rápido. No me permitía hacer mi repetición contra su punto débil».
Y, entonces, Nadal deja una idea novedosa también, la explicación de un error de Federer.
«Es algo con lo que se había equivocado en su carrera: me dejaba repetir los golpes hacia su revés. Su salida era un revés cortado, y yo tengo muy buena bola cuando me la cortan, no me molesta, me gusta devolverla y la devuelvo fuerte, no estoy incómodo».
Salvado aquel error, Federer es, más de un año después de retirado, algo demasiado grande para Nadal: «Desde que tengo uso de razón es el jugador que más me ha impresionado, el que más me ha divertido, el que más me ha emocionado. Me ha emocionado más ver jugar a Federer que a Djokovic, y al final el tenis es emoción, la emoción es la que te arrastra a él».