Como entretenimiento de fin de semana para tuiteros con tiempo de sobra, el supuesto affaire de las tortas de cumpleaños puede haber sido atractivo, aunque su sustancia e importancia fueran igual a cero: no había nada que criticar ni objetar al torneo de Madrid en ese aspecto, la torta de Carlos Alcaraz era la que debía ser, al igual que las de Aryna Sabalenka y Holger Rune.

En serio: olvídense de las tortas de cumpleaños y enfóquense en las mujeres mudas.

No nos dejaron hablar, dicen cuatro mujeres que disputaron la final del dobles en Madrid. Y lo más sorprendente es que pasan los días y no sabemos por qué.

Así de simple y así de extraño. La bielorrusa Viktoria Azarenka y la brasileña Beatriz Haddad Maia ganaron el título sobre las estadounidenses Coco Gauff y Jessica Pegula. Celebración en la red, saludos, ceremonia de premios y discursos de agradecimiento.

¿Discursos de agradecimiento? No, olvídenlo. Ninguna de las cuatro pudo hablar.

¿Por qué? Enigma de otro mundo.

«El torneo no hace comentarios al respecto de eso por el momento», dijo a CLAY un alto responsable del certamen. Consultada por CLAY, la WTA no abrió la boca.

“No nos han dado la oportunidad de hablar tras la final de hoy 🙁 Pero gracias a todos los aficionados por apoyarnos y apoyar el tenis femenino esta semana», dijo Gauff en sus redes sociales.

«Fue difícil explicarle a Leo por qué mamá no le pudo decir ‘Hola’ en la ceremonia de trofeos», escribió Azarenka.

«Esto es inaceptable», escribió Ons Jabeur.

Lo cierto es que la relación entre Madrid y el mundo femenino ha tenido sus turbulencias desde que el certamen, uno de los más importantes del mundo, se instaló en la capital española en 2002.

El rumano Ion Tiriac, único e inimitable, le puso su sello al torneo y llevó las cosas al límite en 2012 al teñir de azul cobalto la arcilla tradicionalmente naranja.

Las canchas eran una belleza y la imagen en televisión, insuperable, pero algo se hizo mal: la noche previa al inicio del torneo se bañó con sal la superficie con la intención de que se asentara, pero el efecto fue el contrario. De cancha de tenis, a pista de patinaje. Con Rafael Nadal liderando la oposición a volver a jugar en una superficie así, el sueño azul de Tiriac duró un año.

Eran los mismos años en los que Tiriac, que amenazó con jugar con pelotas fluorescentes, apostó por otra innovación: las recogepelotas modelo.

Eran años en los que la socialdemocracia gobernaba en España, y la utilización de las mujeres como «simples objetos de adorno» no fue bien recibida por el entonces primer ministro, José Luis Rodríguez Zapatero, ni su secretaria de Estado de Igualdad.

Veinte años después, Madrid volvió a tropezar con la misma piedra en la edición 2023. «Aunque en los primeros cuadros eran niños los encargados de recoger las pelotas en la cancha, cuando llegaron los partidos grandes, los chavales se vieron obligados a ceder el protagonismo a modelos contratados por la organización», señaló el diario «El País«.

«Mientras los modelos masculinos lucieron un elegante polo con gorra a juego y unas bermudas azul marino de la firma Lacoste, las modelos femeninas salieron a la pista con un polo cropped top, es decir, que acaba justo debajo del pecho para dejar a la vista el vientre y el ombligo, combinado con una minifalda plisada también de la misma firma».

Esa vestimenta mutó en pantalones para los partidos finales, pero lo que nadie esperaba era que las protagonistas fueran mujeres mudas. ¿Por quién, por qué? Nadie lo sabe.