Igual que un tenista amateur cuando se pone nervioso antes de jugar el torneo de fin de semana en el club de siempre.
Roger Federer adora la previa de un partido de tenis: atarse los cordones, ponerse la bandana, mirarse al espejo y decirse ‘’¿Estás listo?».
El ritual va acompañado de esos desagradables nudos en el estómago. Un estrés al que se ha sometido Federer en su carrera durante un cuarto de siglo, y que si bien ama, dice que está contento de no tener que hacer nuevamente.
Tomar desayuno pensando en el gran partido de la noche, esperar todo el día, vivir esos días lentos a los que se subyuga el tenista. El suizo recuerda esa rutina y suelta un “ooooh” como de angustia ante una situación estresante. Esperar. Esperar mucho para salir a brindar un espectáculo. Esperar, muy tenso, para hacer tu trabajo.
Federer lo hará por última vez como profesional este viernes. En una exhibición, sí. En un partido de dobles, también. Pero sí que contará para la estadística oficial (cosa que logró su Laver Cup) y lo hará al lado de su amigo y más grande rival, Rafael Nadal.
