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Last Eight Club: credencial de por vida y mucho vino para mantener vivos los recuerdos de Wimbledon

LONDRES – La locura se apodera de las instalaciones del All England Lawn Tennis Club (AELTC) en su día final. Los visitantes hacen filas eternas por comer las últimas frutillas con crema de la quincena, agotan los productos de las tiendas oficiales, y aprovechan de acumular selfies productoras de likes con el Court Central que viste de verde al fondo.

Escondido detrás de la puerta cinco de acceso al recinto, hay un refugio que se aparta de ese ritmo acelerado.

Las tradiciones honran la historia del torneo más antiguo del planeta tenis, y también pagan tributo a los jugadores que consiguieron que, durante la segunda semana de competencias, los focos se posaran sobre ellos. Un homenaje de por vida a quienes hicieron historia en el césped legendario, es lo que propone el Last Eight Club.

El Last Eight Club, ubicado detrás de la puerta 5 del All England // SEBASTIAN VARELA

Fue fundado en 1986, con Buzzer Hadingham en la presidencia del AELTC, el líder que impulsó un cambio de mentalidad de la institución y que realizó varios cambios sin la pérdida de identidad ni las tradiciones.

“Con los chairman pensamos que los ex jugadores no deberían estar haciendo filas, ni comprando tickets para venir. Sin ellos The Championships no es lo que sería hoy”, cuenta John Feaver, tenista profesional entre 1971 y 1987, ex jugador de Copa Davis en el equipo inglés, y administrador del club de los últimos ocho.

“Ellos son voces importantes en sus países. Los comentaristas, periodistas y gente de los clubes los escucha. Cuando les pregunten ‘¿Como estuvo Wimbledon?’, no queremos que digan que es difícil, que no se puede entrar, no hay donde estar. El groundman cada noche les cuenta cosas interesantes de Wimbledon, como por ejemplo, que las canchas están compuestas por catorce tipos de césped. Así no van a contar rumores, van a contar hechos”, explica Feaver, que aclara que él mismo no es miembro del Last 8: desaprovechó un match point en los cuartos de final del cuadro de dobles masculino.

Los cuartofinalistas de individuales, los semifinalistas en dobles, y las dos mejores duplas mixtas cada año, ganan su acceso vitalicio al club.

El recuerdo es patrimonio intangible. El Last 8, fue pensado como un lugar de reencuentro, y así, es constantemente un sitio donde la historia se rememora. Tal como quieren en Wimbledon.

Norma Baylon viajó a Londres este año. Ganó su derecho a ser parte del club por su campaña en 1964, cuando fue cuartofinalista.

“Te encuentras con jugadores de mi época, los cuales hace más de 50 años que no veía. Estuve conversando con Margaret Court, Billie Jean King, John Newcombe, con Frew McMillan, Fred Stolle y un montón más. Recordamos viejos tiempos”, cuenta la argentina, que fue acompañada por dos sus hijas. Las tres estuvieron activamente observando el torneo: “Nos atendieron muy bien. Para mí Wimbledon es el torneo perfecto”.

La ex tenista Norma Baylon, cuartofinalista en 1964 visitó Wimbledon junto a sus dos hijas, invitada como miembro del Last 8 // Gentileza Norma Baylon

El nombre de Baylon está escrito junto con el de tantos otros forjadores de historia, con letras doradas en la pared verde del club. Todos tienen derecho de por vida a una credencial para ellos y un invitado, tickets para los partidos en las pistas principales, la comodidad del pequeño espacio físico para descansar y reponer energías, e incluso panoramas culturales entre Picadilly Circus y Covent Garden. “Invitarlos al teatro es un detalle significativo. Nos importa entregarles a nuestros miembros también una linda experiencia cultural a través del teatro londinense. A Margaret Court y a Rod Laver les encanta”, dice Feaver.

Luego de que, Cristian Garin perdiera contra Nick Kyrgios en la ronda de los ocho mejores, un socio del All England Club le entregó un pin con un número 8. “Felicidades, ya eres miembro para siempre”, le dijeron. “No muchos se alegran demasiado porque vienen de perder, pero seguro se dan cuenta luego lo bueno que tiene ser parte de esto”, comenta Feaver convencido.

La hipótesis del inglés la confirma Fernando González, cuartofinalista en 2005: “Está buenísimo, seguro lo voy a aprovechar para venir con mis hijos cuando estén más grandes”. Ya es padre de dos, con la ex hockista Luciana Aymar.

La entrada del Last Eight Club // SEBASTIÁN VARELA

Hay otro beneficio significativo. El happy hour se toma el pequeño cuartel todos los días a las seis. Los efectos del buen vino ayudan a mantener vivas las memorias, según Feaver: “Es cuando salen las mejores historias de hace 50 años. Después de dos o tres copas, hay mucha risa, bromas, y grandes anécdotas de otros tiempos».

Como las que recordó Baylon este 2022. Como las que podrá recordar Garin en 2072. Eso es muy especial, dice el británico, que cuida cada detalle para que los miembros vivan la mejor experiencia. «Eso no se puede pagar. No hay otro torneo que trate a los ex jugadores como lo hacemos nosotros”.

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Reporteando el tenis alrededor del mundo desde hace 10 años. Ha colaborado con medios como La Tercera, Cooperativa, Infobae, y Racquet. Fundador del ex programa de radio Tercer Saque. Pluma & Lente es su espacio personal donde cuenta sus viajes y aventuras.