Juan Martín del Potro pasó por Nueva York con una combinación de alegría y dolor en la boca del estómago. Alegría por regresar al escenario de su mayor éxito y dolor porque siente que debería seguir ahí, jugando. El argentino habló, habló bastante, entre otras cosas de lo que significa la presión, ese concepto que parece ignorar la polaca Iga Swiatek.
No le pregunten a Swiatek qué es la presión. Ese 6-2 y 7-6 (7-5) de este sábado sobre Ons Jabeur para ganar el US Open, su segundo título de Grand Slam del año, fue la demostración de que la presión es de otros, no de ella. O, para ser más justos: de que la presión llega, claro que llega, pero rebota en una asombrosa coraza polaca.
Swiatek, de 21 años, es la abrumadora número uno del tenis femenino. Domina con una ventaja y autoridad abrumadoras, lo contrario de lo que está sucediendo en el tenis masculino, que este domingo coronará a su vigésimo octavo número uno en 49 años del circuito de la ATP. Carlos Alcaraz o Casper Ruud, una final para la historia.
Un partido que Swiatek, si lo ve, lo verá relajada, con el cheque de 2,6 millones de dólares ya en el bolsillo. La polaca es la número uno más amable y, podría decirse, ingenua de la historia. Pura alegría y candidez hablando inglés a la velocidad del sonido.
«¡Esto es New York, es tan ruidoso, es tan loco, jajaja! Hay tantas tentaciones en la ciudad, tanta gente…», dijo en el estadio de tenis más grande del mundo antes de dejar un frase no muy habitual en esas circunstancias: «Tenemos que ser buenas personas y buenos ejemplos».
Y podría decirse mucho del partido entre Swiatek y Jabeur, aunque con una estadística alcanza para entender las distancias entre ambas: en el primer set, Jabeur tuvo un 48 por ciento de efectividad en el primer servicio; Swiatek, un 90 por ciento.
La presión, que duda cabe, se cebó con Jabeur, que tras caer en la final de Wimbledon cae en la del US Open, aunque con perspectivas de alzar en 2023 un gran trofeo. En parte depende de Arantxa Sánchez Vicario, la ex número uno del mundo, que asesora a Jabeur y de manejar presiones podría escribir un libro.
Un libro que también podría escribir Del Potro, que se confesó en una entrevista con Mariano Zabaleta en Star+.
«Desde que sos consciente a los 14 o 15 años de que te vas a dedicar a esto vivía bajo presión, Nike ya me había contratado, las marcas de las raquetas me decían ‘cuantas querés’, cuando yo había tenido una o dos siempre. Estaba en los ojos del mundo porque era el sucesor de los tenistas argentinos, yo ya jugaba con pibes de 18 años que tenían barba y medían 1,90. Y yo ya tenía la presión de que les iba a ganar».