Novak Djokovic es según el ránking, el quinto mejor tenista de la actualidad, pero de cara a 2023 es el claro favorito a ser el mejor de todos.
El dato: ya en el Abierto de Australia, el evento importante más próximo, podría volver a ser el número uno del planeta. En enero.
Y eso que en 2022 jugó la mitad que el resto. Seis torneos grandes de 12 posibles. Y ahí está, arriba. Entra, sin dudas en la discusión de si es o no el mejor de la temporada, en una terna que completan Rafael Nadal y Carlos Alcaraz. Nadal con Australia y Roland Garros; Alcaraz con el US Open y el uno del ránking, y el serbio con Wimbledon y el Torneo de Maestros. Lindo y sabroso debate.
“Es un gran alivio”, dijo Djokovic con el trofeo de Maestros de 2022 en sus brazos. Esa copa le transmite mucho. Es satisfacción y desahogo: “Espero con ganas mis vacaciones. Fue un año atípico en el que tuve que pedir permiso para ir a todos lados”. Venció este domingo en Turín a Casper Ruud por 7-5 y 6-3. El noruego, por cierto, cerró un fantástico año que lo dejó como 3 del mundo.
El premio a la temporada más rara de la historia ya tiene a la clara ganadora, con un actor principal que brindó un papel extraordinario: lo de Djokovic este año incluyó lucha en tribunales, visa cancelada y deportación, prohibición de entrar a países para jugar al tenis por no estar vacunado contra el COVID-19, y un título de Grand Slam sin puntos ATP. Además fue campeón en todas las categorías posibles en el tenis de alto nivel (Grand Slam, Master 1000, 500, 250 y ATP Finals).
Tras esa montaña rusa, rematada con una gira indoor fenomenal, Djokovic está para arrasar en 2023. Con el nivel demostrado en un segundo semestre donde no pudo competir mientras el foco tenístico estaba en Norteamérica, pero que ganó casi todo lo que jugó, se perfila como el favorito para seguir batiendo récords.
Melbourne marcará la pauta y trazará líneas importantísimas: el ganador de 21 grandes llegará hambriento y sin mayores presiones a su torneo favorito, mientras que los españoles enfrentan un escenario complejo en Oceanía. Nadal defiende una bolsa de 2250 puntos por haber ganado tanto en el Abierto de Australia como en su torneo preparativo; Alcaraz aterrizará allí con una mochila que no conoce, tras haber terminado el año al tope del ránking. Todos querrán bajarlo a él.
En caso de que Djokovic atrape su décimo Abierto australiano y asalte la cima del escalafón, será muy difícil que la suelte, ya que tendrá todo el calendario de Estados Unidos y Canadá para sumar puntos limpios, además de que en Wimbledon jugará para defender su título sin riesgo de perder un solo punto.
La memoria es frágil, pero no hay que olvidar la línea de tiempo reciente: en 2021, Djokovic estuvo a un partido de ganar el Grand Slam (ser campeón en Melbourne, Paris, Londres y Nueva York en un mismo año), y en ese entonces parecía que nada ni nadie lo iba a frenar en su colecta desenfrenada de Slams.
Luego, dio la sensación que el polémico circo de enero en Australia lo hundía, sumado a los nuevos récords de Nadal, pero el serbio supo aguantar las adversidades en 2022, y ahora, ad portas de su tiempo de descanso y su pretemporada, 2023 vuelve a darle el favoritismo en casi todos los escenarios.
¿Y la generación joven? Quitando a Alcaraz del análisis, los más nuevos en el circuito han demostrado ser capaces de pelear por títulos importantes, pero aún no asoman como una gran amenaza en un plano más general.
Nombres como Holger Rune, Jannik Sinner, Frances Tiafoe y Lorenzo Mussetti tienen las condiciones para sorprender en alguna determinada instancia (como hizo el danés de 19 años en París Bercy), sin embargo, las probabilidades de que sean un obstáculo constante todavía son bajas.
Djokovic sonríe. Fue el campeón invicto del torneo que reúne a los mejores del año, igualó el récord de Roger Federer con su sexto Masters, y ganó el cheque más jugoso en la historia del tenis (4.7 millones de dólares), aunque lo económico sea un detalle a estas alturas.
Sin restricciones. En 2023 Djokovic va a jugar al tenis.