Sabe lo que es desafiar a Roger Federer en los grandes escenarios del tenis y llegó a ser número 73 del ranking mundial, pero su vida pasa hoy por otro lado: es un potente broker financiero que piensa cada vez menos en el suizo y más en Javier Milei, el presidente ultraliberal de Argentina.
«En mi caso, el tenis no era una verdadera pasión. Si lo hubiera sido seguiría jugando o estaría entrenando a alguien», admite el argentino Diego Hartfield durante una entrevista con CLAY.
«Y a mí no me costó nada salirme del tenis a los 30 años», añade Hartfield, que se asombra ante el caso del mexicano Santiago González: «Está en el primer nivel del dobles, y en el circuito era como mi hermano. Viajábamos todo el tiempo juntos, entrenábamos juntos, hicimos miles de giras juntos. Y él sigue ahí, mienttras yo siento que jugué al tenis en otra vida…».
«Tengo diez años de finanzas y 13 de ex tenista», añade el admirador de Milei: «Estamos yendo por un rumbo adecuado».
Hartfield, de 43 años, llegó a ser número 73 del ranking mundial en las temporadas 2007, 2009 y 2010, aunque en aquellos años había tantos jugadores argentinos de calidad que no pudo cumplir su sueño de jugar la Copa Davis.
En 2006, el sorteo le deparó a Roger Federer en la primera ronda de Roland Garros, y dos años más tarde sucedió lo mismo en el Abierto de Australia. En ninguno de los partidos logró arrebatarle un set al suizo, que estaba en los mejores años de su carrera, aunque lo llevó al tie break en dos parciales en París.
Hoy, instalado en su oficina en Oberá, en el calor de Misiones, en el norte tropical de Argentina, mira hacia atrás y hace una reflexión.
«Uno tiende a normalizar las cosas cuando está ahí, ¿viste? Uno tiende a creer que lo que te está sucediendo es lo normal. Entonces llegás al top 100 y bueno, vos trabajaste toda tu vida para estar ahí y todo es tan progresivo que se te hace difícil decir ‘¡uauh, mirá dónde estoy!'».
«Capaz que ahora es más fácil decir, ‘wow, mirá dónde estuve’. Aunque uno no deja nunca de compararse, porque en mi mejor momento yo fui el número 8 del país y en ese momento éramos 13 top 100. No estuve ni cerca de jugar la Copa Davis. ¿Pero hoy soy el número ocho del mundo de las finanzas en Argentina? No, no, ni cerca».
Al joven Hartfield, apodado «Gato» en sus años de jugador, le sucedió lo mismo que a Milei: una gran crisis argentina, en este caso la del 2001, disparó su interés por la economía y las finanzas.
«No sé si usar la palabra pobreza, pero supe vivir en la escasez. En las malas supe estar y no me pasó nada. Tengo, por eso, cierta capacidad de animarme a los riesgos. Aún cuando me considero un tipo conservador, mi posición es que la vida sigue. He perdido dinero, he ganado. En los partidos de tenis he perdido dinero y he ganado. Entonces, me gusta mucho el dinero, pero no me vuelve loco».
Ser un tenista profesional exitoso en los primeros años del nuevo siglo le permitió a Hartfield ayudar a su familia mientras Argentina salía de la grave crisis.
«Le pagué el cumpleaños de 15 a alguna de mis hermanas, y yo tenía una casa acá en Buenos Aires y ellas vivieron conmigo cuando estudiaron».
«Nosotros éramos una familia de clase media luchadora en la crisis del 2001. Y yo, honestamente, con el tenis vi una chance de ganar plata, de tener una salida laboral. Y me gustaba esa idea. Ahora… ¿Qué hubiera pasado si estudiaba la carrera de economía en vez de ser tenista? Hoy, con 20 años de profesión, sería otra historia. No lo sabemos».
No sería, de eso está seguro, ministro de Economía de Milei, dice Hartfield riendo.
«No creo. Yo no soy un tipo muy técnico. Pero bueno… Cuando jugaba al tenis tampoco era un tipo muy técnico. Trataba de ser más del lado del sentido común y de la percepción».
Hartfield se siente identificado con el ministro de Economía argentino, Luis Caputo, por ser también «un trader».
«Soy agente productor de Bolsa, me dedico a abrir cuentas en sociedades de Bolsa a personas físicas y jurídicas y los ayudo a administrar sus finanzas a través del mercado de capitales», explica.
Tras años como socio de Net Finance, Hartfield volvió a trabajar en soledad, y dice que no le va nada mal: «Tengo unos 20 millones de dólares en cartera para unos cien clientes. Mayoritariamente argentinos, pero abro cuentas también en Uruguay y Estados Unidos».
El esfuerzo es la marca de su vida, mucho más que el talento, asegura.
«El tenis no me salía para nada fácil, todo lo hice con muchísimo esfuerzo, no tenía las facilidades que tenían tipos de mi nivel», recuerda.
«Creo que la fortaleza mía venía por el lado de la cabeza, por un esfuerzo muy grande, por una convicción muy grande y por una búsqueda constante de mejorar. Pero no tenía tiros que me salvaran. Y eso también me ayudó a tomar la decisión de retirarme. Me retiro tras una lesión que me envió al puesto mil del ranking, y yo no tenía los tiros, el juego para volver tan ràpidamente como lo hicieron Willy Cañas, Juan Chela o el mismo Guillermo Coria tras sus casos de doping».
El tenis no era la pasión de Hartfield, pero eso no significa que sus recuerdos de aquellos años sean malos.
«Tengo muy buen recuerdo. No tengo grandes amigos. Sí, muy buenos conocidos y buenos contactos. En su momento éramos muchos jugadores y éramos super solidarios en los viajes. Podías tener rispideces como con cualquiera, pero nos enfrentamos muchas veces en la cancha con amigos. Y muchas veces nos tocaba hasta entrar en calor con el que tenías que jugar después».
«Compartir hotel en los momentos de pobreza o de no riqueza, podemos decir. Aprendimos desde abajo, valorábamos las cosas de cada partido. Tengo un gran recuerdo de lo que fue mi época de tenista».
Como apasionado que es del mundo de las finanzas, Hartfield tiene puesta una particular atención en el gobierno de Milei.
«Están haciendo todo lo que tenían que hacer para ir corrigiendo errores macroeconómicos muy serios y salvar una crisis tremenda, gestionaron un país prácticamente en quiebra», analizó.
«El gran desafío siempre está en lo social, porque todavía se están pagando los platos rotos de muchos años de desmanejos. Todas estas transformaciones llevan tiempo, hay que ver cuánto apoyo político pueda haber en el mediano plazo, pero estamos yendo por un rumbo adecuado», añadió el ex tenista.
Milei tiene algo muy especial, cree Hartfield.
«El presidente es economista, y hay muy pocos casos en la historia del mundo en los que un economista llegó a la presidencia. Un economista no le da tanta prioridad a lo político, y eso es bueno para hacer los ajustes necesarios. Después, obviamente, hay un montón de cosas que no me gustan de Milei, pero el énfasis en el superávit fiscal es muy positivo».
«Soy muy optimista, muy. Si yo hubiera elegido una manera de hacer las cosas hoy, sería de esta manera. Siempre lo dije. Hay que ser un comunicador muy fuerte con un alto convencimiento popular, alguien que sea capaz de meter la hoja del cuchillo para la cirugía y que la gente diga ‘ok, voy a aguantar’. Si no, era muy difícil».
Pero por más que le guste la economía y las finanzas, Hartfield es un ex tenista de primer nivel. Tiene recuerdos y tiene opinión.
El frustrado intento de Rafael Nadal de regresar al tenis en 2024 le genera entre curiosidad y asombro al argentino.
«¿Sabés qué me pasa por la cabeza? Quizás él sea mucho más apasionado de lo que fui yo. Para mí, mi pasión fue poder desafiarme a hacer otra cosa completamente fuera del tenis. Ese es mi logro para mí. Y muchas veces veo tenistas insistiendo. Y me pregunto si será que no se animan a hacer otra cosa».
Cuando tiene que elegir entre Federer, Nadal y Djokovic, el argentino no duda.
«Yo siempre fui de Djokovic. Siempre. Siempre dije que iba a ser el más grande de todos. Me gustaba mucho, me sigue gustando mucho su manera de jugar. Si tengo que ver un partido de tenis hoy, veo a Djokovic. Y es un tipo histriónico también, que tiene su pasado, vivió la guerra de niño».
¿Es Djokovic el más grande de la historia?
«La cantidad de títulos es lo que define. Creo que no hay dudas, y la gran mayoría de los títulos, Diokovic los ganó compitiendo contra Nadal y Federer. Federer, en sus primeros años, tenìa una competencia mucho menos dura».
La progresiva desaparición del revés a una mano es algo que le parece natural y hasta deseable a Hartfield.
«El tenis evolucionó muchísimo a partir del revés a dos manos. Y hoy los jugadores están siendo mucho más débiles por el lado del drive que por el lado del revés, son más atacables a la derecha».
El creciente poder saudí en el tenis es aceptado por Hartfield como el «broker» financiero que es: «Soy de los que creo que hay que acompañar las olas. Si te opones mucho terminas perdiendo».
Hartfield no cree en los reparos éticos.
«Hay un montón de cosas muy injustas en el mundo. Te gusta tomar té, pero en las plantaciones de té explotan a la gente… No sé en qué condiciones trabajarán algunas personas en China, y sin embargo somos consumidores de un montón de cosas que se producen en China».