La vida de Rafael Nadal fue, en ese aspecto, bastante aburrida y decepcionante.
Shanghai, Londres y Turín. El Masters, que ese es su nombre por más que cada tanto la ATP se empeñe en rebautizarlo, no fue amable ni generoso con el jugador más exitoso de la historia del tenis.
Solo tres ciudades y siempre lo mismo: superficie rápida y bajo techo, la combinación menos favorable para los intereses del español en el momento de menor rendimiento de su tenis: la recta final de la temporada.
Desde que se clasificó por primera vez en 2005, Nadal nunca le falló al Masters, siempre estuvo ahí. Fue el Masters el que le falló a él: apenas dos finales y ningún título. No extraña que a lo largo de su carrera el español haya planteado un debate: ¿por qué siempre en las mismas condiciones, por qué nunca un Masters al aire libre y sobre cemento o arcilla?
Su tío y ex entrenador, Toni Nadal, dijo días atrás esperar que al ex número uno, de 36 años, le queden «un par de años más» en el circuito. ¿Suficiente tiempo para terminar con esa asignatura pendiente? Este martes, tras perder 6-3 y 6-4 ante el canadiense Felix Auger-Aliassime, Nadal explicó por qué su nivel no es el que fue en la primera parte del año y está al borde de la eliminación en Turín.
Fue la primera derrota de Nadal ante Auger-Aliassime, que es co-entrenado por Toni Nadal, su tío y entrenador casi todo su vida.
