LONDRES – La mejor tenista sudamericana del momento vive un presente dulce tras un pasado amargo.
Lesiones, cirugías y una suspensión de diez meses tras arrojar positivo en un control de doping, culpa de la contaminación cruzada, marcaron los últimos años de la brasileña Beatriz Haddad Maia.
Tiempos que ya olvida a punta de placer. Disfruta el sabor de la victoria, por supuesto. Más si son, como por primera vez en su carrera, en finales WTA. En Nottingham y Birmingham lo probó. Pero para ella, el mayor goce lo encuentra en el clímax del partido: “Ir cuatro iguales en el tercero, eso es para mí el placer”.
Así reapareció en el radar tenístico mundial, marcando hitos para su país que no se veían desde los tiempos de la leyenda María Esther Bueno. “En Brasil, si no eres Guga o Ayrton Senna, no eres suficiente”, comenta.
– ¿Cómo mira al tenis ahora que le está yendo bien, luego de momentos tan oscuros?
– Sólo veo que tengo que trabajar más duro, después de todo lo que atravesé. Pasé por muchas cirugías y muchos momentos complicados. Un año casi afuera del circuito. Todo eso me hizo trabajar muy duro para estar donde llegué. Ahora para apuntar cosas mayores, sé que tengo que trabajar más intensamente, porque van influyendo mucho más los detalles.
– ¿Qué ganó al estar ese tiempo fuera de la pista?
– Aprendí que para mejorar debo mirarme a mí misma y no ver a las demás. A veces buscamos las respuestas y las excusas afuera, y lo más importante es lo que tenemos bajo nuestro control. Me enfoqué en volver mi tenis más agresivo, generalmente quien gana, sobre todo en césped, es quien juega con mayor agresividad y eso pude trabajar.
– ¿Cómo define su capacidad para sobreponerse a circunstancias tan dramáticas?
– La resiliencia es una de mis mejores cualidades. Todo por lo que pasé fue muy, muy duro. Ahora estoy acá gracias a muchísimo sacrificio y trabajo. Además, venimos de Sudamérica, nuestra plata es menor, no hay como en Europa muchas chicas para compartir torneos, entrenadores, tenemos sólo un torneo WTA, no tenemos tantas oportunidades, no tengo invitaciones como las otras. No hay torneos que queden a menos de seis horas de vuelo desde mi casa. Pero al final, cuando estás jugando un cinco iguales, llegamos ahí más fuertes, porque yo tuve que pasar por mucho para estar en ese momento. La resiliencia es la palabra más importante para mí.
– ¿Existe sobre el atleta brasileño una presión especial?
– En Brasil si no eres Guga (Kuerten) o Ayrton Senna, si no eres el campeón mundial, no eres suficiente, entonces siempre tienes la sensación de que las personas esperan más de vos. Puedes ganar dos torneos y después perder dos primeras rondas, que es totalmente normal, y te van a empezar a criticar. En otros países que tienen cultura de tenis, saben que las derrotas son normales. Fueron muy duros con (Thomaz) Bellucci. Por eso yo intento, por ahora, no estar tanto en las redes sociales, no leo noticias sobre mí. Escucho a las personas que me conocen. Me enfoco en lo que dicen ellos.
– ¿Es algo cultural?
– Sí y son un poco resultadistas, pero no es cómo yo y mi equipo vemos las cosas. Nací ahí, yo sé cómo es la realidad e intento trabajar mi persona de una forma diferente para que mi historia sea diferente, que sea pensando en mí y no en los otros.
– ¿Y qué significa Kuerten para tu carrera?
– Con Guga pasó eso. Cuando ganó Roland Garros era 60-70 del mundo. Larri (Passos), su entrenador, lo cerró mucho a los medios. La gente decía que era loco, y que faltaba el respeto, pero es porque realmente, cuando uno empieza a ir bien, en Brasil ponen mucha expectativa en sólo una persona. Es muy lindo todo lo que ganó, especialmente siendo brasileño. Ganar una vez un Grand Slam es increíble, dos es fantástico, y tres es porque has hecho un trabajo muy intenso. Eso es lo más importante de Guga, la enseñanza que deja. Que hay que trabajar y que no importa lo que hiciste y ganaste en el pasado. No hay que estar conmemorando lo que ya pasó.
– ¿Kuerten te apoyó cuando te suspendieron?
– Sí, cuando fui apartada de las canchas, él me escribió. Pero hoy tenemos muy poco contacto, quizás porque él ya no está muy involucrado con el alto rendimiento profesional. Él y su familia tienen muchos proyectos sociales, especialmente en el sur de Brasil. Yo entiendo a una persona que viajó mucho tiempo, dejó mucho de su vida personal por el tenis, y que hoy tiene familia con hijos que quiere disfrutar. En Brasil tenemos a mucha gente que no tiene comida, no tiene agua, nada, entonces para mí hacer la diferencia en la vida de alguien es de por sí un logro. No tengo tanto contacto, pero es una persona que inspira a todos los brasileños.
– Justo antes de volver de la suspensión hablaba del placer que le iba a generar estar en una cancha de tenis. ¿Encontró ese placer?
– Para mí el placer es estar luchando el cuatro iguales del tercero. Tuve un partido con (Simona) Halep donde iba 3-1 abajo en el último set, y cuando íbamos cuatro iguales, en un momento sentí que no quería que terminara el partido. Era una sensación tan buena de estar ahí compitiendo con una chica tan buena… eso me gusta, bueno, ganar, pero de eso no tengo pleno control. El resultado pasa, pero el trabajo, el querer mejorar y enfocarse en el proceso es lo que a mí me llena.
– ¿Se siente una referente para el tenis de la región?
– En Sudamérica estamos mejorando el nivel. Ves a los argentinos, miras a (Francisco) Cerúndulo (jugando en la Central de igual a igual contra Rafael Nadal)… y entrenamos juntos, estamos en el mismo nivel, y entonces… yo también me la puedo. Cuando convives en el mismo ambiente, para mí es clave, porque las europeas crecen haciendo eso, para ellas es normal convivir en un nivel alto. Para nosotras sudamericanas, es una vida, siempre muy lejos, todo muy caro … para llegar ahí hay que invertir mucha plata, tener un equipo. El ambiente es muy importante, y que una tire a la otra para arriba.
– ¿Y más difícil si eres mujer?
– Especialmente por ser mujer. Más difícil aún. Sé que están haciendo torneos, pero casi todos los torneos que tenemos en América del Sur son torneos chicos de 25 mil (dólares). Y para los hombres hay challengers todo el año por Sudamérica. Entonces, eso es una desigualdad. Tenemos sólo dos 125 mil que nos ayudan bastante. Si pones oportunidades, nosotros agarramos.
– ¿A Maria Esther Bueno la conociste?
– Sí, la conocí. Tengo una foto con ella acá en Wimbledon. Me inspira. Ella vivió el tenis en otra época, pero vivía una desigualdad increíble. Jugaban mucho por amor en esa generación. No tenían tanta plata ni el glamour que existe hoy. Me inspira cada día.
– ¿Cambiaron tus metas luego de esta gira tan ganadora?
– Para mí, es estar saludable. Ranking no pongo, por que los resultados no los controlo. Quiero sólo mejorar mi tenis agresivo y estar sana.