Novak Djokovic está pasando por un momento peligroso.
Sus tiros no hacen daño, está lento y le está faltando definición. Es como si anduviera en una marcha menos que el resto de los tenistas modernos. Sinner, Alcaraz, Zverev… los jóvenes le pegan muy fuerte a la pelota y están mucho mejor de físico. ¿Podrá ganar su Grand Slam número 25? Si no gana al mejor de tres, sería raro que aumentaran sus chances al mejor de cinco.
El serbio puede responder con su inteligencia, su clase, sus tiros angulados, sin embargo, le está costando un mundo ganar puntos. Su tenis perdió pimienta.
Djokovic es un gran perdedor. He visto pocos jugadores que enfrentan con tanta caballerosidad la derrota: aun cuando pierde contra jugadores muy por debajo de su nivel, él los despide con una sonrisa y una felicitación. Pero, interiormente para un ganador, para un guerrero como él, perder en varias primeras no lo debe tener muy contento. No creo que juegue por mucho tiempo si sigue así.

Salvo el gran y significativo detalle que fueron los Juegos Olímpicos de París 2024, el ex número uno del mundo no ganó nada en el último año y medio.
Sí, hizo final en Wimbledon, Shanghai y Miami, hitos espectaculares para la gran mayoría de los tenistas. Pero Djokovic es Djokovic y a él las finales no le sirven.
¿Qué se tiene que retirar? Con el oro olímpico, Djokovic completó el tenis. No hay nada que le falte por ganar. Tiene casi todos los récords y sus números son apabullantes. El mejor de la historia sabrá cuando tenga que retirarse y nadie tiene el derecho a decidir por él.
Quizás, paradójicamente esa medalla dorada marcó el inicio del fin, porque pueden haberse esfumado sus motivaciones; uno nota cuando Djokovic juega con pocas ganas, y últimamente se le ha visto así de forma reiterada.
En 50 años siguiendo el tenis, vi a grandes jugadores retirarse. El primero y el que más me dolió fue Guillermo Vilas. Cuando se fueron otros como Connors, Borg o McEnroe, generaron una sensación de vacío.
Sampras se fue en silencio, sin avisarle a nadie, después de ganarle a Agassi la final del US Open 2002; Gabriela Sabatini lo hizo muy joven, a los 26, pero en un momento preciso, cuando su tenis ya se había extraviado. Cuando supe que se despediría, sentí un alivio.
Djokovic está ya en el final de su carrera. Es un ejemplo de deportista a sus casi 38 años: revolucionó su alimentación y cuidó cada centímetro de su cuerpo para conseguir todos sus éxitos. El tipo parece de goma, patina sobre cualquier superficie.
Su futuro es incierto, pero como el gran campeón que es, sabrá reconocer cuándo ha llegado el momento de dejar el tenis. Él es el dueño de su destino. Aunque el almanaque no perdona, la decisión final siempre será suya.