El Djokovic número 1 celebra el «10» y que el «fuego sigue quemando»
MELBOURNE – Cuando Novak Djokovic llegó a Australia, lo hizo con un nerviosismo que no había experimentado antes. No sabía cómo iba a ser la reacción de la gente. No tenía idea de qué iba a pasar cuando entrara a jugar. No sabía si le caería una lluvia de abucheos o una ola de aplausos.
¿Qué le diría el Djokovic de 2023 al de 2022? “Que venga a Australia, que todo va a salir bien”, dijo este lunes el serbio a la prensa de su país.
Y desde el título de Adelaida hasta el de Melbourne, el balance de un regreso impredecible se caracterizó por el éxito en medio de la incertidumbre.
No sólo por la duda ante la reacción de la gente, que llevó a Tennis Australia a anunciar que aquellos espectadores que abuchearan al serbio serían expulsados del torneo. Innecesario, la quincena de Djokovic en Melbourne transcurrió de ovación en ovación.
Hubo incertidumbre también por sus lesiones. Tanto Djokovic como Goran Ivanisevic, su entrenador, comentaron que en varios momentos no estaba asegurada la participación del serbio.
“El 97% de los jugadores se habrían bajado del torneo después de ver aquel resultado en los exámenes”, dijo el croata, quien además confesó que se “asustó” al ver a Djokovic tan complicado frente al búlgaro Grigor Dimitrov, en aquel partido de tercera ronda que el serbio terminó ganando en tres sets a pesar de los dolores en su muslo izquierdo.
Djokovic posa con el trofeo del Abierto de Australia // SEBASTIÁN VARELA
Novak Djokovic número 1
Djokovic número 1. El serbio amaneció este lunes como el mejor tenista del mundo según el ranking. Posó con un “1” y el trofeo del Abierto de Australia en los jardines de la Casa de Gobierno de Victoria, al lado sur del río Yarra, con los rascacielos brotando a sus espaldas. El dígito cumplía una doble función, porque antes de aparecer en solitario había sido acompañado de un cero para homenajear los diez Grand Slams ganados por el serbio en Melbourne.
Sin góndolas ni vestidos de gala como fue el caso de Aryna Sabalenka, sino con un estilo más sobrio. Desde el punto que le ganó a Stefanos Tsitsipas en la final de este domingo, la sensación de alivio ha sido más protagonista que la euforia en el entorno de Djokovic.
“Todavía hay mucho de ese fuego dentro de mí que quema por la pasión que siento por el tenis. Es lo que me lleva a todavía empujarme al límite”, dijo el tenista de 35 años tras la sesión de fotos que repitió nuevamente con el trofeo Norman Brookes: «Quiero seguir ganando Grand Slams», afirmó después de la final.
Con el décimo de Melbourne y el 22 en total, el debate por ser el mejor de todos, si es que puramente se midiera por la cantidad de títulos de Grand Slams, se mueve a Paris. Y mientras el serbio vuelve a la cima, Rafael Nadal, su rival en la carrera, se recupera de la lesión en el psoas iliaco izquierdo que lo terminó expulsando dramáticamente del Abierto de Australia.
El español anunció que estará entre 6 y 8 semanas alejado del circuito, por lo que su regreso podría darse en alguno de los torneos Masters 1000 de pista dura en Estados Unidos. Torneos que no jugara Djokovic, dado que al ser extranjero no vacunado no cumple con los requisitos impuestos para el ingreso al país de Norteamérica.
Respecto a Roland Garros y al posible desempate del “partido de balonmano” al que metafóricamente compara Ivanisevic, por ser el 22-22 un conteo más común en un marcador de aquel deporte que en títulos de Grand Slam, el croata dice que “Nadal siempre será favorito en la Phillippe Chatrier”.
Un eventual partido en Roland Garros entre el serbio y el español, que cualquiera quisiera que ocurriera en la final para ver ese desempate épico, podría también darse en una instancia previa, ya que Nadal cayó al sexto lugar del ránking y seguirá bajando dado que perderá los puntos de su título en Acapulco y posiblemente los de la final de Indian Wells.
Por su parte, el Djokovic número 1 jugará en febrero el ATP 500 de Dubai, el único evento confirmado después de Australia y antes de la gira sobre arcilla por Europa.
