MELBOURNE – Novak Djokovic vive una paradoja en Melbourne. Esa una ciudad que le trae muy buenos recuerdos, y otros traumáticos, humillantes y dolorosos.
La última de sus pesadillas que salió a la luz: una denuncia por intoxicación en la comida cuando estuvo detenido en el hotel antes de su mediática deportación de Australia en tiempos de pandemia.
“Cuando llegué a casa tuve algunos problemas de salud. Y me di cuenta de que, en ese hotel en Melbourne, me alimentaron con algo que me envenenó”, dijo a la edición adriática de la revista GQ en agosto, mientras disfrutaba de sus vacaciones en Kotor, Montenegro.
El medio publicó en su web este jueves, 72 horas antes del arranque del Abierto de Australia, la extensa entrevista con el serbio que incluía dicha acusación.
“El artículo salió publicado ayer online, y creo que es parte de la edición de febrero, así que luego saldrá impresa. Hice esa entrevista hace varios meses, entonces agradezco no hablar más en detalle al respecto, quiero enfocarme en el tenis”, dijo el serbio, evidentemente molesto por el timing en que se publicaron sus declaraciones, ante los cuestionamientos de una periodista australiana que le pidió pruebas que sostuvieran la veracidad de su denuncia.
Tras ese tema de la supuesta comida envenenada, Djokovic se retiró de la conferencia de prensa previa al evento, mientras un par de periodistas locales intentaron lanzar más preguntas, alegando una preocupación sanitaria en torno al tema en el país.
“Hice algunos descubrimientos cuando volví a Serbia. Nunca le dije esto a nadie públicamente, pero descubrí que tenía un nivel muy alto de metales pesados. Tenía plomo, un nivel muy alto de plomo y mercurio”, disparó en la revista.
Los recuerdos alegres de diez títulos en Melbourne Park y un dominio monárquico durante la última década en tierras australianas, contrastan con el estrés de once días de cautiverio y posterior deportación en aquel enero de 2022 por no cumplir con las exigencias del gobierno en el combate de la crisis por el COVID-19.
Lo había avisado hace unas semanas en una entrevista con The Herald Sun: “Las últimas veces que llegué a Australia, al pasar por el control de aduana tuve un poco de trauma de hace tres años. ¿La persona que revisa mi pasaporte me va a retener de nuevo o me va a dejar pasar? Debo admitir que tengo esa sensación”.
En la pieza de GQ, además manifestó los que considera los verdaderos motivos detrás de su deportación: “Los políticos no podían soportar que yo estuviera allí (…) me proclamaron villano número uno del mundo”.
Pese a admitir no tener idea sobre el tema de un posible envenenamiento, Nick Kyrgios fue directo en su turno frente a la prensa. “Lo tratamos como mierda, de seguro. No tuvimos que haber hecho eso”, dijo el finalista de Wimbledon 2022.
Kyrgios fue uno de los pocos en salir a defenderlo públicamente mientras varios pedían su expulsión, hecho que hizo cambiar la relación tensa entre ambos y que los tiene hoyo como buenos amigos y compañeros de dobles.