MELBOURNE – Ponerse metas demasiado altas puede ser peligroso. Un arma de doble filo. Pregúntenle a Naomi Osaka, que arrancó 2025 con los objetivos igual de lejos que cuando volvió al tenis.
“Quiero ganar ocho Grand Slam más”, dijo Osaka en abril de 2023, con un embarazo a medio camino y la sonrisa de vuelta en su rostro. Fue en una entrevista en la televisión japonesa donde hizo pública una meta muy alta: triplicar sus títulos grandes.
La persona sentada en aquel estudio en Japón se sentía diferente. Motivada por el tenis y con el hambre que se le había extraviado tras haber conseguido ser la mejor jugadora del mundo en esos últimos cinco años.
La bicampeona del Abierto de Australia y del US Open paró 15 meses. Primero fue porque estaba agotada mentalmente y ya no le encontraba sabor al tenis; luego, el camino a la maternidad.
Nació la pequeña Shai, y la recuperación permitió a Osaka volver a competir a poco más de tres meses del parto con su anhelo ambicioso. Caroline García la frenó en su regreso a Melbourne Park, donde ganó en 2019 y 2021. Ironías del azar, que en 2025 la volvió a poner frente a la francesa.
“Mi gran tema es que ya no siento que estoy en mi cuerpo. Es una sensación extraña, fallar pelotas que no debería fallar, golpear más suave de lo que recuerdo que golpeaba”, confesó en su cuenta de Instagram en agosto, tras momentos agridulces.
Sus esperanzas para salvar el año del regreso estaban puestas en Nueva York: “El año pasado (2023) vi el US Open desde la grada y me prometí a mí misma que este sería el torneo en el que me desempeñaría mejor este año. O en Japón y la gira asiática. Ahí es donde pongo toda mi energía”.
Las declaraciones que sirven para afirmar la confianza también pueden generar decepción si no se sostienen con resultados. En ningún torneo de la gira norteamericana, Osaka logró superar la tercera ronda y de Tokio se tuvo que ausentar por lesión. Su mejor resultado lo firmó en China, donde hizo octavos de final. Ese además fue su último evento de la temporada. La pausa nuevamente se interrumpió en Oceanía.
En el WTA de Auckland alcanzó la final. Llegó por primera vez a una instancia así desde 2022. Todo parecía en orden, pero la ex número uno del mundo solo aguantó un set en la definición frente a Clara Tauson antes de tener que abandonar por una lesión abdominal. Lloró en su silla y las dudas la volvieron a acompañar.
Al día siguiente confirmó a través de las redes sociales su quiebre con el rapero Cordae, padre de su hija. «No hay mala onda, él es una gran persona y un padre increíble. Honestamente, estoy muy contenta de que nuestros caminos se hayan cruzado porque mi hija es mi mayor bendición y pude crecer mucho gracias a nuestras experiencias juntos».
Retornar tras su embarazo no está resultando sencillo para la tenista de 27 años. El Abierto de Australia, el evento donde Osaka fue muy feliz, será su prueba de fuego con ocho Grand Slams todavía por ganar.