PARÍS – Comentaba días atrás Guillermo Coria en su entrevista con CLAY que el tenis de hoy sobre polvo de ladrillo, arcilla, tierra, clay o cómo se lo quiera llamar, es menos «artístico», menos sutil y ajedrecístico que en sus épocas. Hoy se impone el palo y palo. Podría pensarse, entonces, en cierta deshumanización del tenis. Y es ahí que aparece Toni Nadal para llevar la reflexión a otra dirección.
Lo dijo, también en una entrevista con CLAY, esta semana: si Félix Auger-Aliassime, el tenista al que asesora, llegaba a enfrentarse a Rafael Nadal, su sobrino, el canadiense podía olvidarse de cualquier tipo de consejo de su parte.
«No le diría nada para que le ganara a mi sobrino. Yo ya se lo dije: no le voy a decir si mi sobrino tiene esto o lo otro. Yo por encima de todo soy tío de Rafael, he estado muchos años con Rafael, trabajo para Rafael en la academia. Y aunque no trabajara para Rafael, es mi sobrino. No me voy a ir a decirle al otro como tiene que ganarle».
Y por si quedaban dudas: «Por ética tampoco le diría a mi sobrino qué tiene que hacer para ganar. Y no hace falta tampoco, tiene su entrenador. Es una situación inusual. Gane el que gane me irá bien».

No parece que vaya a ser así. Este domingo, en el tercer turno del estadio central Philippe Chatrier, Nadal buscará derrotar a Auger-Aliassime para avanzar a cuartos de final, donde lo esperará el serbio Novak Djokovic, a no ser que el argentino Diego Schwartzman logre la hazaña de derrotarlo.
Toni Nadal no estará allí, pero donde sea que esté, algo está claro: querrá que gane Nadal.
Mientras llega el domingo de alto voltaje que incluye a Carlos Alcaraz en la sesión nocturna con Karen Khachanov como rival, la española Paula Badosa, que soñaba con ganar este Roland Garros, está fuera del torneo.
¿Qué le sucedió? Solo se sabe que abandonó cuando perdía 6-3 y 2-1 con Veronika Kudermetova. Badosa no pasó por la sala de prensa, como hacen todos los jugadores tras todos los partidos, y la WTA no informó qué clase de problema físico tuvo.
