PARÍS – Rafael Nadal es un hombre que, en lo discursivo, se sostiene sobre una serie de frases que lo hacen sentir cómodo. Incluso cuando a los 36 años gana Roland Garros por décimo cuarta vez y amplía el récord de títulos de Grand Slam a 22.
– «La realidad es la que es»
– «Al final esto es tenis»
– «Yo no te voy a mentir»
Y así, unas cuantas más. Este domingo, cuando e inglés, en español y en mallorquín le preguntaron una y otra vez acerca de su pie izquierdo, Nadal apeló a sus muletillas habituales, pero al mismo tiempo se abrió en carne viva, contó cosas asombrosas. Por ejemplo, que se anestesió el pie izquierdo por completo antes de cada partido. El síndrome de Müller-Weiss, que al menos desde 2005 viene necrosando su empeine, es el culpable. Esa enfermedad degenerativa no le provoca dolores para jugar, le provoca dolores en la vida diaria.
Así, para Roland Garros apeló a medidas drásticas. Quería ganar el torneo.
«Se ha hecho un bloqueo con inyecciones de anestesia en los nervios que repercuten en los nervios sensitivos del pie. Estoy jugando con dolor pero con cero sensación. No tengo ninguna sensibilidad en el pie, por eso he podido jugar».
Esto tiene sus riesgos, explicó. Podría torcerse el tobillo, por ejemplo, ante la nula sensación que tiene de su pie izquierdo mientras juega.
Y por si los periodistas no lo entendieran, el ex número uno fue gráfico: «No sé si te han operado, pero seguro que has ido al dentista».
Sebastián Varela Nahmías explicó en detalle en esta historia los problemas de Nadal, que dejó algunas frases contundentes.
– «A esta altura de mi carrera no estoy para juegos, explico las cosas como son»
– «Uno tiene que apechugar con las decisiones. Yo he asumido mis decisiones siempre»
– «Hay lo que hay, las cosas hay que aceptarlas como vienen»
Hasta que llegó, en el cerrado mallorquín de Manacor que habla Nadal, la frase clave. El periodista le preguntó si valían la pena tantos sacrificios, pero Nadal cuestionó las mismas bases de la pregunta.
«Yo no hago sacrificios. Sacrificios son los que la gente debe hacer por algo que no le gusta hacer y está obligada a hacer. Yo hago lo que me gusta, me considero un super afortunado».