LONDRES – Las máximas estrellas del deporte captan el interés de la gente por los triunfos, pero también por el carisma. Los grandes ídolos de la competencia, pasan a ser ídolos más allá del deporte cuando tienen esa chispa, esa simpatía.
Después de su exitoso Wimbledon, Ons Jabeur pinta como la nueva ídola de la presente época en el tenis femenino. Será aquella tenista que captará la atención del público, quien llene parte del vacío que existe por grandes referentes en el tenis femenino.
Iga Swiatek es la indiscutida número uno, pero su personalidad todavía es dominada por la timidez.
Elena Rybakina, kazaja nacida en Moscú, gana Wimbledon y prácticamente no celebra. Lo hace como si fuese un partido cualquiera. Ahí tiraron el anzuelo los periodistas. Ella lo explica como producto del shock. Sintió tanto estrés durante la previa del partido, y en el match en sí, que no supo qué hacer.
El público reaccionó mesurado ante su triunfo y transcurrieron momentos de silencio pasada su victoria. Luego, cuando llamaron a Jabeur para recibir el premio de vicecampeona, el estadio estalló. Más vítores y aplausos para la finalista que para la ganadora. Señales de lo que despierta en el público una figura deportivamente exitosa y carismática.
“Tengo que enseñarle a celebrar”, dice Jabeur, y desata las risas en la sala de prensa.
La gente necesita ver emoción para engancharse.
“¿Querían emoción? Ahí la tienen”, lanza también Rybakina para salir a paso con humor, luego de ponerse a llorar al recordar a sus padres, que la vieron por TV en algún otro lado del mundo.
Nos acercamos al final de Wimbledon.
Queda el último día, el de la final masculina. La final número 32 de Novak Djokovic, y la primera de Nick Kyrgios.
Van a salir a matarse a la pista Central. Tenísticamente hablando, claro, porque ya son amigos. Ambos tienen muchísima hambre de ganar el título. Djokovic, tiene la última oportunidad de ganar un Grand Slam este año y acortar la distancia que le sacó Nadal. No puede aterrizar en Nueva York por ser extranjero no vacunado.
Kyrgios en tanto, pidió a los periodistas, siempre en tono de broma, que si gana un major no le vayan a pedir otro después.
Hoy se toparon en las canchas de práctica en Aorangi Park, y cruzaron unas palabras en buena onda:
“Te tomaron cinco años para decir algo agradable sobre mí”, le dijo Djokovic.
“¡Pero te defendí cuando importaba!”, contestó Kyrgios. Había levantado la voz a favor del serbio luego del circo con el gobierno australiano.
“Es verdad. Y lo aprecio mucho”, replicó el balcánico.
Escena muy atípica en la previa de una final de Wimbledon.
Luego, publicarían un intercambio a través de Instagram. El ganador paga una salida a comer, y como además propone Kyrgios… luego una salida a la disco para “volverse locos”.
¡Linda final que les contaremos mañana!