Las palabras del Rafael Nadal de hace once años dan cuenta de un cambio. O quizás de una contradicción.
En aquel entonces, a sus 25 años, el español se quejaba, un día sí y otro también, de que el calendario no le daba suficiente tiempo para desconectarse y pasar tiempo con su familia, amigos y regenerar su físico.
El español pedía, además, un sistema de puntuación que comprendiera dos temporadas.
“Llevo nueve años en el circuito, pero parecen 100. Tengo esa sensación porque es demasiado cada año, cada semana”, comentaba por entonces.
El estilo de su juego, muy físico y de puntos largos y trabajados, es por sobre todo la razón que lo ha llevado en varios años a llegar fundido a los últimos meses de la temporada. Una de las explicaciones, también, de por qué nunca ha podido triunfar en el Torneo de Maestros.
Un largo recorrido desde aquellas frases. Once temporadas más siendo campeón de Grand Slams, Masters 1000 y muchos otros títulos. Varias lesiones, viajes, la fundación de su academia en Manacor, el matrimonio con Mery Perelló, su compañera de toda la vida. Y el último acontecimiento importante en su historia: el nacimiento de su hijo Rafael, seis semanas antes de emprender la gira de diez días por seis países de Latinoamérica.
Hoy, para el campeón de 22 majors, la rudeza del circuito ATP ya no es un tema sobre el que reclame.
Más del Nadal de 2011: «Yo nunca puedo entrenar ni intentar mejorar fuera de temporada. Es terrible. Porque sería bueno tener un mes y medio para decir: ‘venga, voy a intentar sacar de esta forma durante un mes sin la presión de tener que competir en dos semanas”.
En la década pasada el calendario se acortó y a pesar de que al Nadal veinteañero no le bastada, el de 36 años, en medio de una gira de exhibiciones, dice valorar tal instancia para agarrar un tipo de sensaciones que, asegura, no le da el circuito.
“Estoy con ilusión de jugar frente a gente con la que no lo hago casi nunca, un público con el que tenemos una relación muy estrecha por el idioma, eso pues siempre tiene un sentido muy particular para mí. El hecho de haber jugado tan poco creo que me motiva especialmente aún más estar aquí, poder compartir con compañeros. En Latinoamérica el deporte se vive una forma muy especial. Siempre que he venido por esta zona del mundo me he llevado muy buenos recuerdos y una gran inyección de energía”, contó Nadal recién llegado a Chile, luego de presentarse en Argentina.
El español jugó nueve partidos después de Wimbledon, por lo que, en esta ocasión, no acabó el año agotado. “La temporada para mí no fue pesada. Fue pesada sí, mentalmente por lo de las lesiones, pero a nivel de partidos fue una temporada muy liviana. Cansado no estoy, pesado por la temporada… para nada”, agregó.
La vuelta por Sudamérica y México entrega a Nadal experiencias entretenidas y que el circuito no tiene: una visita a las cataratas del Iguazú, un dobles mixto con Gabriela Sabatini a su lado, y otro con Gustavo Fernández, estrella del tenis adaptado. Conferencias de prensas en plazas de ciudades históricas, mini tenis en estaciones de metro. Actividades que van acompañadas de una bolsa económica muy jugosa.
“Por menos de 10 millones de dólares, no venía a hacer la gira”, dijo el empresario argentino Lisandro Borges, el mismo que llevó el World Padel Tour a Sudamérica. Borges negoció con Carlos Costa, manager de Nadal, para llevar al español a varias ciudades de América Latina. Una serie de tropiezos hundieron esa posibilidad, según dijo a «Clarín». Finalmente, Borges demandó a Costa por firmar dos contratos al mismo tiempo. El medio español «Relevo» confirmó con los nuevos promotores que el cachet de Nadal es de diez millones de dólares, tal como dijo Borges.
Nadal es uno de los tenistas más exitosos de la historia y lleva acumulados más de 130 millones de dólares antes de impuesto sólo en premios. En esta gira de exhibiciones cobró un dinero similar al que implicaría ganar los cuatro Grand Slam en una sola temporada.
Los tiempos en que Nadal enviaba mensajes ásperos a Federer por la prensa, sumidos en la discusión sobre reducir o no las demandas de la temporada, quedan para los libros. Diez años atrás, la relación entre el español y el suizo lucía quebrada.
«Estoy en desacuerdo con él. Es muy fácil decir yo no digo nada, todo es positivo y quedo como un ‘gentleman’ y que se quemen los demás. Pero eso tampoco es así. Cada uno tenemos nuestra opinión y a lo mejor a él le gusta el circuito. A mi también me gusta y pienso que es mejor que en la mayoría de deportes, eso no quita que pueda ser mejor y que se deban cambiar las cosas que son malas», explicó Nadal entonces: “Terminar tu carrera con dolor en todos los sitios del cuerpo no es positivo. Igual él acaba su carrera como una rosa porque tiene un físico privilegiado, pero ni Murray, ni Djokovic ni yo acabaremos de rositas».
Nadal asegura que la gira de exhibiciones en el cierre de 2022 le da el ritmo de partidos que necesita para encarar un 2023 donde apostará más que nunca a los títulos importantes, su principal ambición deportiva. Las exhibiciones, todo indica, ya no le quitan tiempo de descanso.
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Reportea el tenis alrededor del mundo desde hace 10 años. Ha colaborado con medios como La Tercera, Cooperativa, Infobae, y Racquet. Fundador del ex programa de radio Tercer Saque.
Pluma & Lente es su espacio personal donde relata sus viajes y aventuras.