PARÍS – «Un partido digno de una final», dijo Chris Evert una vez que el triunfo de la polaca Iga Swiatek sobre la japonesa Naomi Osaka era un hecho. Y un partido para recordar, porque Swiatek le ofreció al público parisino una doble lección: de tenis y de educación.
Lo que decidió hacer Swiatek tras el 7-6 (7-1), 1-7 y 7-5 sobre Osaka, que llegó a tener un match point, no tiene muchos precedentes. Fue audaz, fue valiente. Y, sobre todo, muy oportuno. Basta con preguntarle al belga David Goffin, el hombre al que le escupieron un chicle en pleno partido.
«Quiero decir una cosa, perdón por traer este tema», dijo Swiatek, aún agitada, al tomar el micrófono en el estadio tras la victoria. El público escuchaba en silencio.
«Tengo mucho respeto por ustedes, sé que estamos jugando básicamente para ustedes, esto es entretenimiento, y también ganamos dinero gracias a ustedes. Pero a veces bajo un montón de presión, cuando ustedes gritan algo durante el punto o justo antes de devolver el saque, es realmente muy, muy duro enfocarse. Normalmente no saco este tema porque…».
Los aplausos interrumpieron a Iga Swiatek, el público ya entendía el mensaje sin que la número uno del mundo necesitará completarlo.
«Quiero ser esa clase de jugadoras que está ‘en la zona’ y bien concentrada, pero, muchachos, esto es serio para nosotros, luchamos toda la vida para mejorar y mejorar, y a veces es difícil aceptar… estas cosas son grandes, hay mucho dinero para ganar aquí, y unos pocos puntos pueden cambiar todo. Así que si pueden por favor apoyarnos entre los puntos, pero no durante, eso sería fantástico».
Iga Swiatek, camino a su tercer título consecutivo -el cuarto en cinco años-, se fue ovacionada del estadio. Más tarde, en la rueda de prensa, se explayó en más detalle sobre el asunto.
«Usted abordó el tema de los aficionados en la entrevista en la pista con mucho respeto. Sólo para aclararlo, ¿estaba relacionado con la media volea en el tercer set, o sucede con más frecuencia? ¿Ocurre con más frecuencia en el Abierto de Francia que en otros torneos?», le preguntó un periodista.
Swiatek asintió. «Sí, me frustré mucho cuando fallé esa media volea. Sí, alguien gritó cuando la pelota estaba volando hacia mí, pero sabía que debía concentrarme más y no dejar que eso me distrajera, pero a veces es difícil, porque en el tenis estamos acostumbrados a que el estadio esté en silencio durante el punto».
«Me pasó más veces, sobre todo antes de las devoluciones, y por eso quería hablar de ello, porque si me hubiera pasado una vez, lo habría dejado pasar. Sé que el público francés es entusiasta… Sí, pero por ahora en el tenis tenemos unas normas según las cuales debe haber más silencio entre el público, y sólo quería señalar que no es fácil para nosotros… Pero sé que el público francés puede ser un poco duro. No sé si ha sido una buena decisión o no, pero espero que me traten como a un ser humano y que podamos trabajar en ello».
Que el público francés es duro es sabido. Un año atrás, el estadounidense Taylor Fritz se llevó un abucheo estruendoso al hacer callar al público en la Suzanne Leglen una vez consumado su triunfo sobre el francés Arthur Rinderknech.
«¡Los amo, muchachos!», dijo Fritz con el gesto alterado y toneladas de ironía mientras el abucheo hacía imposible escuchar nada.
Este año, las cosas empeoraron. Lo sabe bien Goffin, vencedor el martes del francés Giovanni Mpetshi Perricard por 6-3 en el quinto set.
La cancha 14 se convirtió en un infierno para el belga. «Me dijeron palabras no muy bonitas, alguien también me escupió un chicle cuando me levanté de la silla. La cosa se puso un poco como un partido de fútbol», dijo Goffin a la televisión belga RTBF.
Goffin dejó una advertencia: «Hace uno o dos años que la situación es acalorada e irrespetuosa, y algunos jugadores se quejan. Ya han pasado muchas cosas, como durante el partido de Taylor Fritz el año pasado. Algunos se pasan de la raya. Pronto va a haber bombas de humo, hooligans y peleas en las tribunas. Está comenzando a convertirse en algo ridículo».