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Todo lo que se siente al romper una raqueta (lo cuenta Fernando González)

Fernando González signing his biography // UNAB
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SANTIAGO, CHILE – “¿Qué se siente al romper una raqueta?”, le pregunta el moderador de la conversación a Fernando González.
“Es un alivio. En esa época, un alivio. Ahora lo puedo decir. Y bueno, también porque uno no las compraba”, comenta el chileno, ex número 5 del mundo. Risas en la sala.
González recuerda una vez que estaba tremendamente frustrado. Fue la primera vez que hizo añicos una raqueta: “Me trataba de desahogar y no podía. Estaba angustiado. Hasta que agarré la raqueta y la hice bolsa, quedó en pedacitos chicos y como que fue un renacer. Después agarré esa costumbre, no sé si mala o buena. Vista de afuera es horrible, pero para mí de verdad que era un alivio”.
El chileno no hizo una apología de la destrucción del instrumento más preciado del tenis. No. Fue un pasaje del conversatorio en el marco del lanzamiento del libro que relata su vida en el deporte. González charló con un tono relajado y honesto durante el evento que celebraba que su legado ya está para almacenarse en bibliotecas y venderse en librerías.
“Fernando González, la mejor derecha de la historia” es la biografía deportiva del triple medallista olímpico, que el periodista Gonzalo Querol presenta tras seis años de trabajo.
La portada del libro de Fernando González, escrita por Gonzalo Querol y editada por Ediciones de la Lumbre // MAX MONTECINOS (imagen de la portada)
Querol escribió gran parte del libro en el anonimato, sin aún contactar a González, hasta que tuvo el primer borrador del texto que encantó al finalista del Abierto de Australia 2007. “Andabas actuando a mis espaldas”, bromea el extenista quién luego se comprometió con lo necesario de su parte para la finalización de la obra.
El autor arrancó reviviendo el registro audiovisual de los partidos en Youtube. Luego, sus primeros entrevistados fueron las estrellas argentinas de inicios del milenio. Guillermo Coria, David Nalbandian, José Acasuso y Mariano Zabaleta. “La Legión” bien conoce al tenista chileno, de quién fue contemporáneo.
Le siguieron cerca de 70 entrevistados que nutren con recuerdos, anécdotas y buenas historias uno de los pocos libros de tenis que han sido publicados en Chile.
La pandemia ayudó a Querol para el progreso de su trabajo. “Todos contestaban durante la pandemia. Ahí el libro avanzó de un 40 a un 80 por ciento”, cuenta el nacido y criado en La Pincoya, favela en la zona norte de Santiago.
“Mucha gente se avergüenza al decir que viene de abajo. A mí me pasa todo lo contrario. Tuve una infancia hermosa en la población (villa). Las únicas clases de tenis que tuve en mi vida fueron ahí, en un recinto municipal. En ese tiempo mi sueño era jugar tenis como González y (Nicolás) Massú”.
Querol, un amante del trabajo de largo aliento, estudió Periodismo Deportivo en Buenos Aires: “Me fui encantando con la investigación. Me motivan los trabajos que requieran muchas entrevistas, datos, estadísticas… todo lo que requiera mucha preparación. Eso me encanta y es lo que tiene el libro”.
González y la ex hockista Luciana Aymar. Ambos son padres de dos hijos // UNAB
El autor, Gonzalo Querol, Fernando González y Jaime Fillol, ex tenista chileno // UNAB
Prólogo del amigo y rival
Ser contemporáneos nos hizo más fuertes a ambos. Jugar en contra nos sirvió mucho, había una rivalidad bonita que, desde niños lo entendimos, nos servía para ir empujando el uno al otro”.
Las palabras de Nicolás Massú dedicadas a su mejor amigo del circuito abren el libro. El coach de Dominic Thiem y también capitán del equipo chileno de Copa Davis es parte fundamental de la carrera de González. No se explica el camino de uno sin el otro.
“Nico fue muy importante. Nuestra única referencia cercana era (Marcelo) Ríos. Nos complementábamos y nos potenciábamos muy bien, porque somos muy amigos y a la vez personas muy distintas”, reconoce un González que comienza a soltar más anécdotas de baúl.
“Cuando jugábamos dobles, sabíamos cómo picarnos. ‘¿Te fijaste cómo te miró?’, cosas así le decía para prenderlo. El problema era cuando los dos estábamos calientes, pero siempre cuando a uno de los dos se le salía la cadena, estaba el otro para calmarlo”, recuerda González.
Y ahí comienza a rememorar -una vez más- ese glorioso agosto de 2004, cuando él y Massú le dieron a Chile el primer oro olímpico de sus historia en Atenas. “Éramos como los Rolling Stones”, dice González y la comparación con la banda británica no es exagerada si se lleva al plano local. Miles de personas los ovacionaron cuando volvieron a Santiago semanas después, mientras recorrían las calles en un bus descapotable.
También en singles Massú atrapó el oro, González el bronce. En dobles fue la conquista de la medalla dorada que acababa con la ausencia histórica de un país en lo más alto del podio. “Fin de historias de derrotas, fin de historias de segundos lugares”, relataba el periodista Fernando Solabarrieta luego de un partido de cinco sets frente a la dupla alemana de Rainer Schüttler y Nicolas Kiefer.
En el tiebreak del cuarto set los chilenos levantaron cuatro puntos de campeonato al hilo. “Si jugamos ese partido 20 veces los perdemos todos. Veníamos muy cansados. Dos sets a uno abajo, 6-2 en el tiebreak. Todos los que jugamos tenis sabemos que es muy complicado levantar ese marcador, sobre todo en dobles. Pero nosotros no pensábamos nada en ese momento. Hoy veo los videos de nuevo y hasta me produce angustia”.
No lloró en Grecia, pero sí en China, cuatro años después. También con opción de medalla, esta vez sin Massú. Semifinales frente a James Blake cargadas de polémica en los Juegos de Beijing 2008: en momentos de definición, el estadounidense lanzó un passing al cuerpo de González, quien esquiva la bola que se va fuera, pero que antes alcanza a rozar con el marco de su raqueta. Sabiendo que había sido así, el chileno se hizo el que no sabía. El juez brasileño Carlos Bernardes no se percató.
“(Blake) antes hizo una fea que no se notó. Un segundo saque mío pegó en la red y luego cae en la línea. Él pide Ojo de Halcón para cortarme el ritmo. Luego hice una doble falta”, contó a Querol en la biografía.
“Perder con Fernando fue muy duro, salvó algunos match points. Mucho drama, pero así nomás se dio y de igual forma mantengo buenos recuerdos de esos Juegos Olímpicos”, recordaba con CLAY el norteamericano durante el pasado Wimbledon, esquivando referirse a la polémica.
“No he tomado conciencia de lo que fue jugar y ganarle a todas las leyendas”, dice quien venció al menos una vez a cada uno del Big Three. También a Sampras y a Agassi, de quienes años antes de ser profesional, tenía pegado posters de ellos en su pieza.
Pasaron 10 años desde que en el Masters 1000 de Miami se retiró del tenis profesional. Pero ya hay 300 páginas para recordar esa carrera. Bibliografía mínima.

 

+Clay  Periodistas, ¡no aplaudan a los jugadores! - la columna de Guillermo Salatino

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