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El round robin, o el arte de perder para después ganar

El concepto de jugar todos contra todos, denominado round-robin, no es nuevo en el mundo del tenis. El torneo que hizo visible al sistema dentro del tenis fue el Masters masculino, una cita final con los mejores del tour que comenzó en 1970, en Tokio, Japón. La historia cuenta que los organizadores de entonces lo lanzaron al ruedo casi como para ver qué pasaba, a prueba y error y sin estar planificado.

En esa edición inaugural el round-robin fue único, no estuvo dividido en grupos como sucedió luego. Participaron los australianos Rod Laver y Ken Rosewall, los estadounidenses Stan Smith y Arthur Ashe, el yugoslavo Zeljko Franulovic y el checoslovaco Jan Kodes. Sí, apenas seis jugadores, no como se estila en la actualidad, con ocho.

La cuenta es fácil: se debían disputar 15 partidos en total y no estaba prevista una final: se sumaban los éxitos y derrotas y, el de mejor performance, resultaba campeón. Pero tuvieron un inconveniente: Smith y Laver empataron con cuatro ganados y uno perdido. El primero cayó con Ashe en tres sets y el segundo con Smith, también en tres. Aquel resultado es el que marcó la primera paradoja del sistema: Smith, incluso con un encuentro perdido, fue proclamado ganador del Torneo de Maestros, algo imposible hasta entonces dentro de este deporte. El “desempate” fue simple: Smith recibió el primer premio, de 15.000 dólares, por haber batido al australiano en el round-robin, por 4-6, 6-3 y 6-4.

Los «maestros» de 1972 en Barcelona, España: Stan Smith, Tom Gorman, Jimmy Connors, Jan Kodes, Ilie Nastase, Bob Hewitt, Andrés Gimeno y el local Manuel Orantes // Tenis Español (1972)

La polémica desatada por ese sistema, que la ATP quiso instrumentar en torneos normales de la temporada 2007, tuvo un pico de problemas durante la Copa Telmex en Buenos Aires. Eso llevó a que los popes del tenis internacional revisaran su determinación de aplicarlo inicialmente en 13 certámenes (Adelaida, Viña del Mar, Delray Beach, Buenos Aires, Las Vegas, Estoril, Londres, Bastad, Newport, Indianapolis, Umag, Washington y Estocolmo). Es que ni bien se largó, en Adelaida, un par de dudas hicieron tambalear la idea y abrir de par en par los ojos del mundo deportivo.

En la Argentina se convirtió en una pesadilla para varios tenistas, entre ellos del español Juan Carlos Ferrero, quien no podía creer cuando quedó eliminado sin tener posibilidad de pelear por seguir en pie: “Es una puta mierda”, expresó cuando le preguntaron su opinión sobre el round-robin.

Al observar la tendencia, rápidamente el director de Estoril -Joao Lagos- prefirió bajarse y no adoptarlo.“Después de lo visto en los torneos previos, con tantas situaciones ambiguas, decidí que no quería esos equívocos en mi torneo”, dijo convencido. La gente de Queen’s, en Londres, también había renunciado, pero mucho antes.

Aún faltaba lo mejor (o peor, en este caso): el viernes 2 de marzo de 2007, en Las Vegas, la “criatura” se le fue de las manos a la ATP. Revirtieron la decisión inicial de otorgar al tenista local James Blake un lugar en los cuartos de final y restituyeron ese puesto al ruso Evgeny Korolev. El argumento fue una interpretación incorrecta de las reglas de la ATP. Todo transcurrió en apenas veinticuatro horas, luego de que Blake fue reincorporado a la rueda de los ocho últimos a pesar de caer frente a Korolev en el round-robin. Eso causó la queja de varios tenistas y la intervención del por entonces mandamás de la ATP, el sudafricano Etienne de Villiers.

Los grupos de singles en el Masters 2003 disputado en Houston // ATP

¿Qué estaba pasando? Es conveniente explicarlo con detalles: Blake había perdido con Korolev, quien a su vez fue derrotado por el argentino Juan Martín Del Potro. Entonces, el jueves 1º de marzo Blake debía ganarle al tandilense en dos sets sin perder más de cinco juegos para ser el primero del grupo. Pero, cuando Blake estaba en ventaja de 6-1 y 3-1, Del Potro decidió abandonar por problemas respiratorios. En ese momento las autoridades del torneo revisaron las reglas de la ATP e indicaron que el partido no era válido para Del Potro. Por lo tanto, se producía un empate entre Blake y Korolev.

Como una comparación entre ambos, tal como decía el reglamento, favorecía al ruso el clasificado debía ser Korolev y así se informó. Pero más tarde dieron marcha atrás: el árbitro general, confundido, le pidió a De Villiers que decidiera la situación e inéditamente Blake volvió a estar en carrera con un argumento inexplicable: “Blake iba camino a ganarle con facilidad al argentino Del Potro”. Se utilizó, así, una hipotética victoria del estadounidense para “clasificarlo” a la siguiente rueda. Pero la quimera no prosperó: De Villiers entró en razón y Korolev renació en el mágico y mutante draw.

Al día siguiente, el CEO de la ATP se justificó: “Tomé una determinación que pensé que era justa, pero entiendo que esto no forma parte de las normativas y obviamente, como cualquiera, debo obedecerlas. Le pido disculpas a James y lamento esta tormenta en un vaso de agua. No debería haberme involucrado”, admitió antes de “indemnizar” a Blake con 11.375 dólares, un promedio entre los premios de cuartos de final y semifinales. Muy desprolijo.

De vuelta a los Masters, las estadísticas históricas reflejan varios puntos grises hasta que imperó un aparente orden. Pasaron varios formatos y se padecieron serias peripecias donde la cintura de los organizadores pudo llevar a buen puerto el inminente naufragio deportivo. Lo inaudito es que se implementó en el tenis la posibilidad de perder y, sin embargo, poder llegar al título y, en ciertos casos, abierto a especulaciones.

Un dato contundente: en los Masters esto sucedió 27 veces en 53 ediciones, entre 1970, año de su nacimiento, y 2022 inclusive. O sea, poco más del 50%.

¿Cuál fórmula es la mejor para este tipo de torneos con pocos jugadores? La que hoy utiliza la ATP Finals pareció no tener fisuras pronunciadas y todo se desarrolló en paz, aunque en esencia es imperfecto. ¿Pero antes? De los datos se desprende que cuando el calendario de 1970 cumplía sus primeros pasos, el Masters no estaba en la mente de nadie. No existía. Su creación fue casi casual, cuando Pepsi, la empresa que patrocinaba el Grand Prix, elaboró una idea promocional de su marca en Japón. Para unir los conceptos comerciales se “inventó” un torneo extra, una vez terminada la gira profesional regular.

La foto oficial en la edición 2008: parados, Nikolay Davydenko, Gilles Simon, Novak Djokovic, Jo-Wilfried Tsonga; sentados, Andy Murray, Roger Federer y Juan Martín Del Potro // ATP

Hecha la ley…

El tradicionalista ambiente del tenis criticó aquel “defecto” del certamen en 1970: levantar la copa aún tras perder un match. Lo más interesante es que eso se transformó casi en una regla según los números. Y hecha la ley… en ciertas ocasiones el round-robin permitió que algunos jugadores pudieran elegir rival para las semifinales, al no presentarse o perder de forma deliberada contra otro, una vez clasificados. De esa manera quedaban primero o segundo en su grupo según su voluntad y conveniencia.

En 1977, por ejemplo, Guillermo Vilas no jugó contra el estadounidense Eddie Dibbs, ni Björn Borg frente al también local Brian Gottfried, en el Madison Square Garden. Quedó la duda, según los registros de entonces, si fue casualidad o una licencia que les permitió el round-robin, más allá de que Vilas tenía un problema muscular y prefirió descansar, según declaró.

En la edición correspondiente a 1980 se padeció el mayor incidente dentro de este torneo y formato: después de ganarle a José Luis Clerc y a John McEnroe, Borg, ya clasificado, perdió de manera imprevista y veloz con el estadounidense Gene Mayer por 6-3 y 6-0- Tal vez para economizar energías según se especuló entonces. Con esas cifras sentenciadas, el por entonces checo Ivan Lendl (luego nacionalizado estadounidense), vencedor de Vilas y Harold Solomon en su grupo, entró a jugar contra Jimmy Connors con la oportunidad de elegir oponente para las semifinales: si ganaba, se toparía con Borg, el mejor de todos; si perdía, lo tendría enfrente al más limitado (al menos por ranking), Mayer. ¿Hace falta aclarar el final del cuento? Lendl perdió en dos sets y lo mandó a “Jimbo” a bailar con la más fea, es decir, Borg. En la conferencia de prensa Connors no tuvo pelos en la lengua. Lendl es un tenista sin dignidad, dijo enojado.

Tras largos estudios, el sistema varió en 1982, con doce participantes, cuatro clasificados de forma directa para cuartos de final, a simple eliminación. En 1985 se dejó a un lado su característica de reunión de élite y albergó a dieciséis jugadores. La idea no sobrevivió y en 1986 recuperó sus dos zonas de cuatro y el round-robin, los elementos más taquilleros tratándose de ocho tenistas, pero con una salvedad: los semifinalistas surgirían de un sorteo entre los dos primeros de cada grupo. Tampoco sirvió, pues en 1987 el sueco Stefan Edberg superó una noche a su compatriota Mats Wilander en dos sets (6-2 y 7-6) y aquella inédita rueda de la fortuna lo colocó otra vez contra él la siguiente velada, algo que no fue claro para el público y obligó a guardar la ocurrencia en un cajón.

La foto oficial en la edición 2009: Fernando Verdasco, Juan Martín Del Potro, Novak Djokovic, Roger Federer, Rafael Nadal, Andy Murray, Nikolay Davydenko y Robin Soderling // ATP

Existieron, también, casos contrarios, donde el espíritu deportivo prevaleció sobre los intereses personales, tal como ocurrió con Jannik Sinner en la edición 2023. Con la clasificación asegurasa, el italiano se enfrentó a la paradoja de que si perdía su tercer partido del grupo frente a Holger Rune, dejaría a Novak Djokovic fuera de competencia. Frente a su público en Turín, Sinner demostró profesionalismo y amor por el deporte: a pesar de sufrir molestias físicas mínimas, no se guardó nada y en dos horas y media venció al danés. Lo bueno: llega a semifinales para enfrentar a Daniil Medvedev con la confianza muy arriba.

En la versión 1972, en Barcelona: el estadounidense Tom Gorman le ganaba las semifinales a Smith por 7-6, 6-7, 7-5, 5-4 y 40-30. O sea, match point a su favor. En ese momento se acercó a la red, lo llamó a Smith y le habló unos segundos. El público solo veía gestos y la cabeza de Gorman meneando. Acto seguido, le dio la mano y el partido lo ganó Smith, quien pasó a la final que luego perdió con el rumano Ilie Nastase por 6-3 en el quinto set. ¿Por qué actuó así? Gorman advirtió que se había lesionado de manera grave en ese cuarto set y consideró que, si ganaba, no podría presentarse en la definición al día siguiente. Por eso le concedió la victoria a su rival, para que la final se jugase y el público pudiera disfrutar de la misma. Norman recibió de los organizadores 2.500 dólares como “Sportsmanship Award” por su acción, además de los 5.000 que le correspondían por perder en semifinales.

También en 1994, en el tercer partido del round-robin del Grupo Blanco. El alemán Boris Becker, ya clasificado, sabía que si perdía con su último rival de la zona (Stefan Edberg) eliminaba a Pete Sampras de las semifinales, nada mal para sacarse de encima al número uno del mundo. Pero su orgullo fue más fuerte: disputó una cerradísima lucha con el sueco y lo venció por 6-7 (3), 6-4 y 7-5. Así, invitó de manera automática a Sampras a proseguir en la fiesta. En las semifinales Becker venció al español Sergi Bruguera y Sampras a Agassi. ¿La final? ¡Sí, Sampras le ganó a Becker!

En Estocolmo 1975, la consagración del ganador estuvo envuelta en controversias. El rumano Ilie Nastase provocó un serio altercado tras un fallo en su contra cuando se medía contra el estadounidense Arthur Ashe. Nastase protestó durante varios minutos y no cedió en su posición. Ashe, ya cansado, se retiró de la cancha cuando la cuestión estaba 1-6, 7-5, 4-1 y 40-15 en favor de su rival. La decisión del Árbitro General fue darle como ganado el partido a Ashe por considerar que su ofensa, abandonar, había sido menos grave que la conducta de Nastase. De todas formas, por obra y gracia del round-robin, es imaginable quién sonrió último: Nastase consiguió clasificarse y terminó ganando el título al superar a Borg en la final con absoluta facilidad, en apenas 66 minutos de juego.

El destino del round-robin en el circuito convencional siempre pareció estar sostenido de un fino hilo. Las computadoras y las mentes de los directores de torneos se cargaron con mucha data, buena y mala. Viejos seguidores del tenis siempre sostuvieron que el formato indicado -para el Masters, por lo menos- es el que utilizó tanto tiempo la WCT (World Championship Tennis), con ocho jugadores que disputen cuartos, semifinales y final, con todos los encuentros al mejor de cinco sets. Simple, pero muy poco “comercial” para los tiempos que corren y la televisión presionando con horarios acotados.

Los ocho Maestros en Turín: Djokovic, Alcaraz, Medvedev, Sinner, Tsitsipas, Zverev, Rublev y Rune // ATP

Fin del round-robin en los torneos regulares

En cuanto a las variables para el semana a semana, que contó con aquella etapa desconcertante en Buenos Aires, la “crónica de una muerte anunciada” tuvo punto final el miércoles 21 de marzo de 2007: desde Key Biscayne, en pleno Sony Ericsson Open, la ATP decidió dar marcha atrás con su propuesta. El experimento duró apenas cinco torneos en tres meses.La ATP se rige por hechos y no por opiniones; y nosotros estamos comprometidos con la filosofía del hazlo, pruébalo, arréglalo o abandónalo, dijo De Villiers, su presidente. Era lógico, alguna solución debían brindar y pronto. Como no le encontraron la vuelta, cortaron por lo sano, eliminándolo.

El tenis, entonces, volvió a su paz cotidiana, que se desmoronó en noviembre de 2009, con otro estremecimiento increíble con el argentino Del Potro como protagonista.

“¡Me clasifiqué! ¿O no?”

En el certamen de cierre de 2009, el último partido del round-robin entre Del Potro y el suizo Roger Federer definía si pasaba uno o los dos a semifinales. Dependía de los games ganados y perdidos, pues el escocés Andy Murray estaba atento para ver si su performance en el grupo le alcanzaba o no para clasificar. No llegó, pues si bien le había ganado a Del Potro y tenía dos partidos a su favor, fue el tandilense quien pasó a la siguiente rueda. Federer también podía quedarse afuera si perdía en dos sets con Del Potro, o quedar adentro si ganaba apenas un game en el tercer set.

La ATP, instalada en el O2 Arena de Londres, vaciló muchísimo al indicar las pautas de desempate. Y lo peor fue cuando hizo esperar a Del Potro casi media hora antes de confirmarle que se había clasificado. Días antes, la ATP había publicado en su página oficial que el primer criterio era el resultado de los partidos entre los que empataban y luego el porcentaje de sets ganados y por último el de games. Un día después lo modificaron: en un triple empate se decidía por diferencia de sets. Pero si uno de los jugadores estaba arriba en ese rubro y los otros empatados, éstos definían el cupo a semifinales por el resultado del partido entre ellos.

El jueves, cuando Murray superó al español Fernando Verdasco en tres sets, la ATP repartió una nota aclaratoria: si Del Potro le ganaba en dos sets a Federer, pasaba a semifinales y, entre Federer y Murray no pesaba el porcentaje de parciales ganados sino el partido entre ellos. La situación fue increíble, pues Federer se garantizaba el pase a semifinales si perdía en dos sets, pero no si lo hacía en tres.

Y no terminó allí, pues de manera no oficial la ATP informó que, en caso de triple empate, se usaría solo la diferencia de sets y, si igualaban, la diferencia de juegos, como finalmente ocurrió. Del Potro venció a Federer por 6-2, 6-7 (3) y 6-3 y, para despejar suspicacias, el suizo le preguntó, cuando lo saludó en la red: «¿Lo has conseguido o no?».


Artículos como este son publicados en Set de Lectura, el espacio del periodista argentino Eduardo Puppo donde escribe sobre tenis, actualidad, historia e investigación. Pueden suscribirse en este link para que llegue periódicamente a su bandeja de entrada.

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Eduardo Puppo es periodista, historiador e investigador especializado en tenis.