Hay que bajar la vista para encontrarlos. Ahí, a la altura de la cintura de la mayoría de los jugadores, se mueven los dos «periodistas» más jóvenes del tenis, Matías y Camila González, hijos del exitoso doblista mexicano Santiago González.
«Matías tiene 11 años y Camila ocho, y la verdad que los jugadores están encantados», dijo a CLAY el mexicano de 41 años, dueño de 23 títulos en dobles y de cuatro finales de Grand Slam: una en dobles y tres en mixtos.
Las andanzas de los pequeños González están reflejadas en la cuenta de Instagram @losgonzalezdetour, en la que Matías y Camila logran lo que muchos periodistas sólo pueden soñar: sentarse, en un par de temporadas, a conversar con figuras como Novak Djokovic, Rafael Nadal, Carlos Alcaraz, Holger Rune o Paula Badosa. O mantener una conversación con la reina Camila durante Wimbledon.
«Fue una idea de mi esposa en 2023 en Los Cabos. A mi hijo le encanta el tenis, a mi hija no le encanta tanto, pero obviamente ya está dentro del circuito», explica González.
«Uno de los favoritos de mi hijo era Cameron Norrie, y ahí en Los Cabos fue el primero que entrevistamos. Salió bien, a la gente le gustó, y de ahí hicimos a Rodrigo Pacheco y a un par de mexicanos. Pero el gran impacto de mis hijos fue cuando en Turín entrevistaron a Djokovic. Esa salió muy buena, Djokovic fue muy amable».
¿Cuál es el secreto de Matías y Camila a la hora de seducir a los jugadores y hacer que cuenten cosas novedosas?
«Es una entrevista diferente la que hacen ellos, porque no es entrevista, están platicando, no le preguntan nada. Les preguntan si tienen mascotas, qué comen, y alguna que otra, cuál es tu torneo favorito. Y entonces, al ser niños, al ser este tipo de preguntas, los jugadores, la verdad, han estado encantados».
«Mi esposa es una especie de productora, arma las preguntas y todo. Lo hicimos para que ellos, como están haciendo homeschooling y como están viajando bastante, aprendan. Que aprendan un poquito también a desenvolverse, a hablar inglés. Creo que ha gustado, se están divirtiendo de esa manera y ha salido bien».
Los hermanos González son diferentes. Mientras Matías «pregunta más sobre tenis», Camila, a la que el tenis le importa bien poco, se concentra en saber si su entrevistado «tiene perros o gatos, si le gustan los dulces, qué le gusta comer».
«Matías quiere ser tenista profesional, a lo mejor Camila quiera ser periodista… Es ella la que va y le pregunta a los jugadores, ‘¿te puedo entrevistar?’. Y el jugador se asombra, y dice que sí, que claro».
González no quería un hijo tenista, porque es un deporte que implica «muchos sacrificios». Hasta que cambió de idea.
«Lo puedo guiar bastante bien, lo que tiene y lo que no tiene que hacer. Mi idea con los dos es que hagan deporte profesional, o que por lo menos le dé para una beca universitaria y todo lo demás. A mí me encanta el deporte, no solo el tenis, todo el fútbol, el fútbol americano, el golf».
Matías González tiene un entrenador de primera línea: «A veces yo acabo de entrenar y ya estoy cansado, pero él se mete en la cancha con nosotros y le tiramos una bola… O le saco fuerte, le saco a 200 kilómetros por hora, él se pone hasta atrás y, cómo puede, la devuelve. Está aprendiendo, está viendo tenis, creo que al final podrá sacar algo de todo esto».
Los niños son una presencia cada vez más habitual en el circuito, dice González.
«Cada vez hay más. Antes, a lo mejor, los jugadores se retiraban a los 28, pero ahora tenemos 41 y seguimos jugando. Y a esa edad, o más jóvenes, mucha gente ya tiene hijos. Es un tema que mi esposa ha conversado con los Federer, que viajaban con sus hijos por el circuito, al igual que nosotros».