PARÍS – Alexander Zverev tenía razón. Novak Djokovic sabe jugar al tenis.
El serbio ya está en su quincuagésima primera semifinal de Grand Slam, a solo dos partidos de su ansiado título número 25, desplegando un tenis a la antigua, como se jugaba antes en las canchas lentas.
Con un 4-6, 6-3, 6-2 y 6-4, Djokovic logró su victoria número 101 en Roland Garros, un torneo que podría haber ganado muchas más veces de no haber tenido que enfrentarse durante años a Rafael Nadal. Con este triunfo sobre Zverev, alcanza por 13ª vez las semifinales en París.
En la arcilla de la Philippe Chatrier, Djokovic mostró un juego vintage: tiros angulados sin demasiada potencia, reiterados drop shots, globos y voleas. Movió al alemán por toda la cancha y fue desgastándolo punto a punto.
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«Novak Djokovic nunca será un tapado. Especialmente no en los Grand Slams», había dicho Zverev en la previa. En una temporada floja, con más derrotas de lo habitual, el serbio está sacando su mejor versión en los torneos que realmente le importan. Nada nuevo.
Zverev fue el primer rival de peso que enfrentó Djokovic en este Roland Garros. Hasta esta fresca noche de miércoles, el serbio no se había medido con ningún jugador dentro del top 70 en el torneo.
Sin chispa, Zverev ni siquiera obligó a Djokovic a llegar a su techo. El número tres del mundo confirmó el bajo nivel que ha mostrado durante gran parte del 2025 y se despide de París sin defender la final que alcanzó el año pasado.
Ahora Djokovic enfrenta el desafío más duro de su temporada: jugar ante una de las mejores versiones de Jannik Sinner. Partido estelar de este viernes en París.