NUEVA YORK – Una racha de once triunfos seguidos, dos títulos, y un arranque auspicioso en el último Grand Slam del año. El éxito en la carrera de Sebastián Báez va llegando con cierto grado de independencia.
«La amistad a veces puede estar sobrevalorada», dice el número dos de Argentina luego de su triunfo en una rueda de prensa con algunos medios argentinos y otros de habla hispana en Nueva York.
Báez se refiere a la relación que mantiene con los demás tenistas argentinos del circuito, con los que lleva una sana competencia. A la vez muy fiera por ser el mejor y más exitoso representante de la actualidad de su país. Cumplida la primera vuelta del US Open, Báez se posiciona en el puesto 28 del Live ranking, Tomás Etcheverry un poco más atrás (33), y Francisco Cerúndolo lidera en el top 20.
El campeón de cuatro títulos de nivel ATP no es amigo de sus otros dos compañeros en el equipo de Copa Davis, no. No es de verlos fuera de los torneos ni de conversar más de la cuenta. Sí que guarda un respeto de varios años, y se alegra ante su éxito.
«Bien. Me alegro que a compañeros míos les vaya bien. Es una motivación que creo que es mutua. Si a uno le va bien, uno puede sentir «puta madre, me puede ir bien a mí también. Esa competencia sana es muy buena y es un poco la diferencia que tienen los países más grandes, con tantos torneos y tantas oportunidades. Estados Unidos pasa que en el top 20 mete a tres o cuatro flacos», comenta Báez.
«Convivo con ellos desde que tengo 12. Les deseo lo mejor y obviamente nos felicitamos cuando nos va bien, la buena relación lleva años, pero cada uno está enfocado en lo suyo. No salgo con ellos. El circuito es muy competitivo», agrega.
Baez llegó a Nueva York con el título del ATP 250 de Winston Salem, justo después del de Kitzbuhel. «Va a ser difícil meter ese trofeo al país, puedo ir preso», bromea. El premio es uno de los más particulares del tour. Una estrella de Moravia, de 26 puntas, creada por un artesano local. Símbolo navideño de la región sureste de República Checa, cuya comunidad es muy numerosa en la ciudad de Carolina del Norte.
El trofeo lo consiguió el argentino sin su entrenador en el torneo. Si Báez antes quizás sentía que le faltaba algo cuando Sebastián Gutiérrez no lo estaba acompañando, ahora la situación es diferente.
«Es un poco el aprendizaje y la madurez que voy adquiriendo con el tiempo, con los torneos. Seba esté o no me va a ayudar un montón, pero estuvo bueno poder también lograr esa especie de independencia. Al no estar él físicamente ahí, fue muy importante para mí poder rendir igual. Vamos encontrando el camino para funcionar a la distancia», reflexiona.
Gutiérrez ya lo acompaña en Nueva York. Báez jugará contra el brasileño Felipe Meligeni Alves por el paso a la tercera ronda del US Open y su décima segunda victoria en línea.