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Lo difícil que era vender a Gaudio y la esperanza que despierta Tsitsipas – entrevista a fondo con Patricio Apey

Patricio Apey
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¿Puede ser difícil vender comercialmente a un campeón de Roland Garros? ¿Puede el dueño de la Copa de los Mosqueteros no ser atractivo para  las grandes empresas del tenis? Sí. Es lo que sucedió con el argentino Gastón Gaudio tras su título en 2004. Y el chileno Patricio Apey, por entonces su manager, lo sigue lamentando hoy.

«Cuando ganó no tuvo el boom económico con los sponsors. Es una de las penas de mi carrera, haber tenido un ganador de Grand Slam y no poder realizar lo que él se merece», dijo Apey durante una extensa entrevista con CLAY en la antesala de Wimbledon.

Pocos conocen el mercado del tenis como Apey. El manager lleva 35 años en el rubro representando a un listado extenso de importantes jugadores con su agencia, ACE Group. Es, ademas, hijo de Patricio Apey, por años entrenador de la argentina Gabriela Sabatini, quien murió en febrero de 2022.

De varios de los tenistas que representó conversa en profundidad en esta entrevista con CLAY: no solo habla sobe Gaudio, también deja hipótesis tras el doping positivo de Petr Korda a fines de los noventa, rebate al chileno Marcelo «Chino» Ríos y destaca al griego Stefanos Tsitsipas: «Prefiere ser un productor de películas antes que jugar PlayStation».

Apey no rehúye a hablar de Alexander Zverev, al que representó desde que el alemán tenía 15 años, hasta su irrupción en la élite, antes de que decidiera irse a la agencia Team 8 (de Roger Federer y Tony Godsick) con demandas de por medio. Todo terminó en un acuerdo extrajudicial que le reportó a Apey 1,4 millones de dólares.

– No mucha gente conoce realmente qué hace un agente de jugadores… no debe ser fácil.

– Muchos dicen que van a ser manager, pero la verdad es que es trabajo. Uno llega a ser tan bueno como su cliente. Si tengo a un número uno, soy el mejor del mundo. Pero cuando esa relación termina, o el jugador se retira, ¿Qué hace después ese manager? Para mí, esos son los capos, los que se mantienen ahí 30 años, independiente de lo que pase con un determinado jugador. No quiero echarme flores a mí. Yo he tenido mucha suerte. Partí muy joven y me entretiene mucho.

– ¿Hubo malos momentos con los que quiso dejar los negocios del tenis?

– En esta carrera the highs are high and the lows are low. Estuve cerca de querer decir basta. Fue por el 2004-2005. Recién en el tenis irrumpía Federer y Nadal, Djokovic y Murray no existían. Yo estaba trabajando con Gastón Gaudio, que ganó Roland Garros. Normalmente, ganar un Grand Slam viene acompañado de la locura. Es enorme. Pero lamentablemente por él, cuando ganó no tuvo el boom económico con los sponsors. Es una de las penas de mi carrera, haber tenido un ganador de Grand Slam y no pude realizar lo que él se merece.

– ¿Qué pasó?

– Yo había elaborado el contrato con Diadora para que el momento de renegociarlo fuera después de Roland Garros, porque a mí se me ocurría que le podía ir bien. Reconozco que cuando lo hice, no pensaba que lo iba a ganar, pero sí que le iba a ir bien, que iba a meter unas semis ganándole a un Agassi… pero fue campeón dije: “Soy un genio por haber hecho estas cláusulas”. En ese momento llamé a Alessandro Tacchini, hijo de Sergio. Una marca que siempre estuvo en el tenis con números uno, McEnroe, Sampras, Sabatini, Hingis. Pero no llegué a la “G” de Gaudio y me dice (imita el acento italiano hablando inglés): “Patricio, no me hables de tenis. Háblame de sailing, de otras cosas”. Joder, ¡Qué difícil! Luego me reuní con una compañía de apuestas para venderles un auspicio. Me dicen que en realidad lo que les interesa es llevar a algún jugador a un torneo de póker. Llamé ahí mismo a Kafelnikov, que incluso sabía todo sobre ese evento que sería en Londres. En dos segundos hicimos un acuerdo. Le hice el contrato y terminó ganando 600.000 dólares. En una lo acompañé a Montecarlo. Estaba en un salón donde se jugaban 10-12 millones de dólares. Pensé: “Desde hace 20 años que vengo al torneo de tenis y el premio total a repartir recién llegó a los 2 millones y medio. Aquí, en una noche de póker había 4-5 veces más. Tengo al campeón de Roland Garros que está seis del mundo y no logro venderlo como él merece. Y por otro lado, tengo a un ex campeón del mismo torneo, con 25 kilos extra, y el mundo del póker se lo está comiendo».

– ¿Por qué costó tanto vender a Gaudio?

– Todo el contexto era mala leche. La atención por el tenis era menor, porque no había un número uno dominante, ni una rivalidad consolidada como la de Sampras-Agassi. Hoy ganar tu primer Grand Slam con 26 años es normal. En ese entonces ya te estabas acercando al fin de tu carrera. Recuerda cuando Andrés Gómez ganó Roland Garros con 30 años en 1990. ¡Era absurdo lo que había pasado! Luego el dinero subió y los tenistas empezaron a invertir en su bienestar, contrataron fisios personales en vez de usar los de ATP y esperar el turno. Eso cambió todo y los cuerpos de hoy duran más en la alta competencia. El 2004 seguía siendo el mundo anterior. En esa época no hubo interés en tenis, no era nada personal con Gastón. Si hubiera tenido 19 años, que la gente dijera que era el próximo Becker, ahí habría sido diferente. Era malos momentos. Gastón de ahí decidió que lo manejara otra persona y yo lo entendí y le aconsejé que no le hicieran creer que por ser top 6 las cosas serían fáciles. Luego me llama alguien y me dice: “¿Has escuchado de este chico Andy Murray? ¿Te interesa conocerlo?”

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MIAMI – MARCH 25: Andy Murray of Great Britian and his agent Patricio Apey ride back on a golf cart after Murray defeated Robert Kendrick during day five at the 2007 Sony Ericsson Open at the Tennis Center at Crandon Park on March 25, 2007 in Miami, Florida. (Photo by Clive Brunskill/Getty Images)

 

– ¿Y cómo nació la relación con Andy Murray?

– Nos juntamos a conversar. Andy tenía 18 años, sus contratos terminaban y no le gustaban los valores que estaba manejando. Judy, su madre, me advirtió que su atención era corta, que debía meter los mensajes los primeros 30 minutos. La charla duró 3 horas. Él quería saber cuánto valía, y es muy difícil dar esas respuestas: un manager puede decirte un precio bajo para luego traerte más y quedar bien. Luego, la otra manera es decir un precio alto para impresionar, pero después no se llega a esa cifra. Yo le hice un contrato por parche en la manga. Bien hecho, con una buena cifra, y el sponsor la aceptó. ¿El monto? Me acuerdo perfectamente de cuánto era, pero no hablo de eso. Sí que era buena, y era en libras como tenía que ser. Así que nos llevamos bien y nos entendimos de maravilla inmediatamente. Murray me encantó. Le tengo un enorme respeto, es que… espérate, que es Petr.

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Apey atiende por teléfono a Petr Korda, ex número dos del mundo y campeón del Abierto de Australia 1998. Hablan del partido que acababa de ganar en Halle su hijo Sebastián, y de otros temas relacionados al actual 46° del ránking. Apey fue manager de Korda padre cuando este era profesional, y hoy trabaja con los tres hijos. El tenista Sebastián y las golfistas Nelly y Jessica.

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– ¿El padre preocupado?

– Todo lo contrario, es lo más tranquilo que hay. He tenido mucha experiencia con padres… y él se echa para atrás. Está metido en todo, pero quiere que otra persona esté en frente. Manejo a sus tres hijos y hablamos cinco veces al día de ellos. Es una gran historia lo que estamos viviendo hoy.… nadie lo cree, pero él y yo venimos hablando de esto hace 14 años. Es impresionante.

– ¿Siempre pensó que sería una familia tan exitosa?

– Yo lo manejé a Petr casi toda su carrera. Estuvimos juntos en las buenas y malas. Por el 2006, su hija mayor necesitaba ropa, palos, así que le eché una mano. Esa época empezó a ganar todo a nivel junior en Estados Unidos y todos los agentes grandes de golf la empezaron a perseguir: IMG, Octagon… él me pedía consejos, y al final en un momento me dice que por qué no la manejo yo. Ahí le dije: “Ya, mira, pero yo creo en la familia completa, no sólo en Jessica”. Eso fue una diferencia.

– ¿Cómo describe a Korda padre?

– Él sabe mucho, es genio. Es mitad genio y mitad loco. Me decía hace diez años: “Todo el mundo habla de Jessica, todos. Y son estúpidos. Porque Nelly va a ser mucho mejor”. Él tenía métodos locos. Por ejemplo, no le permitía a Sebastian jugar en cancha dura. Máximo un torneo al mes. Él lo hacía entrenar en clay porque quería que aprendiera realmente a jugar tenis. A Seba lo fui a ver a un Orange Bowl cuando tenía 12 años y encontré que era un Marat Safin 2.0. “Si no encuentro una forma de arruinarlo, Seba será mejor que yo”, me dijo Petr. Decía que Nelly iba a ser mejor, y en eso estamos.

– Usted fue su manager durante ese tiempo, ¿Puede aclarar qué pasó con el doping positivo de 1998?

– (Fue en) Wimbledon, después de jugar con Tim Henman. Nadie sabe de dónde salió. Yo coloco mi mano al fuego y la de mi hijo que él no es capaz de hacer eso. Pero qué pasó…. En el 2001, yo tenía a Guillermo Coria, que con 19 años dio positivo. Lo conocía desde que tenía 12. No era capaz de hacer algo malo. Todo esto era la nandrolona, un esteroide. Con Coria, nosotros encontramos the smoking gun… era un suplemento de creatina que se fabricaba en una misma industria donde hacían nandrolona. Llegué a aprender, que con un poco de polvo de nandrolona, se contamina todo lo demás. Dimos las pruebas y Coria tuvo suerte: lo suspendieron el mínimo que dicen las reglas, porque si está en tu cuerpo, tienes que asumir la responsabilidad. Con eso me di cuenta que los problemas de contaminación ocurren. Mira el caso que ocurrió en ATP el 2002-2003… 27 jugadores dieron positivo por esta misma sustancia, gracias a pastillas que daba la ATP que sin saber, estaban contaminadas. A todos los dejaron libres. Se hizo un estudio mucho más acabado dada la cantidad de involucrados: 27 managers, 27 abogados,  y familias que estudiaba el tema. No podía ser. Entonces, el 98 Petr debe haber usado creatina o algo que estaba contaminado. Él era flaco, la nandrolona te deja inflado. También se usa para recuperar lesiones más rápido y él no tenía.

– Marcelo Rios pidió a la ITF que el Abierto de Australia de ese año, (perdió en la final contra Korda) se lo dieran a él.

– El positivo no tiene nada que ver con el Abierto de Australia. Eso es todo una mentira. Él le ganó ahí a Marcelo Ríos y después salió todo negativo. Mira, yo a Marcelo lo conozco, lo quiero, lo adoro, nos cagamos de la risa y lo respeto mucho, pero sobre este tema, no tiene idea. Ahí él y toda la gente que armó esa mierda, están equivocados.

– ¿Y qué pasó con Alexander Zverev?

– Lamentablemente Zverev nunca tuvo el tiempo, ni el deseo…bueno, me dijo que tenía el deseo, de hablar el tema. Cuando él llegó al 3 del mundo conmigo, un fin de año fabuloso, con siete contratos publicitarios extraordinario, alguien lo convenció de que sería mejor con otro. No sé si lo convencieron a él, o a los padres, o a todos, que the grass is greener on the other side. Si me hubiera dicho mira, está Federer, el manager de Federer que me dicen esto y lo otro, y la verdad es que yo quiero ir con ellos… yo mismo lo hubiera llevado. Habría tocado la puerta y habría dicho: “Aquí está. Es buen chico, sensible. Y cuidado con el ego, que es grande”. Pero para hacer eso, hay que hacer un arreglo. No es cosa de “decido yo de cortar”. Yo lo vi un par de veces y le dije que los abogados son como martillos, que ven todo como un clavo. Y en eso, te cobran, y vamos a gastar mucho dinero en pelear. “Si quieres hablar, hablemos. Si no es acá, tienes mi teléfono”. Y nunca quiso hablar. Y lo entiendo, es joven.

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– Él fue muy categórico entonces respecto al tema en redes sociales.

– Sí. Yo quería proteger lo que habíamos contratado, que era un porcentaje. Si yo le negocié 45 millones de dólares en contratos en la etapa que estaba, lo más lógico era que en la próxima podrían valer el doble. Fue pasando el tiempo, y todos los trámites en la Corte, en mitad de la pandemia, se atrasaban. Coincidió que, lamentablemente para él, le fue yendo mal. En la cancha y más que nada fuera de la cancha. Entonces, al final hicimos un acuerdo y dejamos el juicio.

– Los 1.4 millones de euros que acordaron, ¿Fue una cifra justa?

– Mira, yo estoy tranquilo, duermo bien. No me molesta. Hay opiniones que dicen que fue justo, otras que no. El tema es, que mirando al pasado, son muy claras las cosas: dos, tres años atrás, él tenía siete contratos y, hasta donde yo sé, ahora le queda uno. Es muy buen jugador y va a a ganar muchos Grand Slams, pero esa época de ser el príncipe antes de ser el rey, puede ser que se le escapó. Si gana cinco Wimbledon, puede cambiar la cosa. Es como un típico jugador campeón de tenis que siempre sabe más que el otro. Aclaro que no tengo ningún problema con él. Pasan las cosas, él debe tener sus razones. Lo dejó claro en la prensa. No sé si fue él o si fueron sus abogados que querían celebrar triunfos o lo que sea.

– ¿Qué significó el caso para su carrera?

– A mí no me cambió la vida, sigo todos los días trabajando como trabajé. La verdad es que me aclaró una duda. Si yo estaba manejando a Tsitsipas y a Zverev al mismo tiempo, podría haber llegado el momento donde tenía que elegir. Él finalmente eligió por mí y así fue. Le deseo lo mejor a Zverev, yo sigo mi vida y mis proyectos, él con los suyos.

– ¿Las acusaciones por violencia doméstica en su contra le merecen una opinión?

– No tengo idea. He leído varias cosas, pero no tengo la menor idea porque todo eso pasó después de que estaba yo. Esas cosas son tan serias, tan graves, que no puedo comentar. No tengo el derecho. Es horrible, triste para todos. Si es verdad, es triste para él. Si no es verdad, es triste para ella… no hay ganadores en esto. Ojalá se pueda resolver de una forma u otra. Si fuera un jugador mío, estaría metido, pero no es el caso.

– Y cuando lo vio golpear la silla del juez en Acapulco, ¿Qué pensó?

– Hay emoción en el deporte y la mostró un poco de más. Antes hubiera sido un gran problema mío, que habría tomado muy en serio, pero no tengo nada que ver. Me habría metido a estudiar horas y horas, ver si necesitaba ayuda.

– ¿Cómo va el trabajo con Stefanos Tsitsipas?

– Estoy muy contento. Es súper buen chico. Tiene todo el deseo y el hambre, y está preparado para trabajar y llegar lo más alto que pueda. Tenemos que recordar que tiene 23 años y ya fue tres del mundo. Si puede corregir algunas cosas con su equipo técnico, tiene todas las posibilidades de lograr lo que quiera. Además, hace fotografía, hace video, es muy creativo. Prefiere ser un productor de películas que jugar PlayStation. Es diferente en ese sentido.

 

– ¿Y qué es lo que realmente sucedió con el episodio del toilet break?

– Eso fue una estupidez. También, lamentablemente fue Zverev que trató de armar la cosa y tuvo la mala leche que dijo que el padre estaba mandándole mensajes. Fueron un poco duras esas acusaciones. Nunca se llevó el celular. Había un juez de línea con él ahí en el baño. Le pegó duro Zverev, y Murray también luego en el US Open. Y no era justo. Stef sabe que no hizo trampa. Él transpira mucho, y se cambia la ropa desde la cabeza hasta los pies, los calcetines, los calzoncillos. Ahora está clara la regla, y al llegar al baño son 3 minutos. Está más manejable la cosa.

– Justo la transmisión oficial capta a su padre en el teléfono, lo que fue material hasta para memes.

– Yo también miré esa toma y dije: “joder”. Pero nada, nada que ver. El padre estaba hablando con la madre. Mucha gente criticó bastante a Stef y entiendo el por qué. Lo que no saben es que él mismo escribió una carta a la junta directiva de la ATP para que por favor aclarasen la regla del baño, porque él se sentía responsable. Para que los jugadores, la televisión, sponsors, el público, puedan entender qué era lo que decía la regla, que era muy abierta. Por suerte se corrigió.

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One Reply to “Lo difícil que era vender a Gaudio y la esperanza que despierta Tsitsipas – entrevista a fondo con Patricio Apey”

  • Christian

    Muy buena nota sobre el mundo de los agentes. Desconocía ese aspecto del tenis y me sirvó para informarme y entender el detrás de escena y los grandes negocios.
    Gracias y saludos a Seba.
    @elpilotoqueescribe

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