¿Por qué en el fútbol se patean los penales desde 11 metros de distancia? ¿Por qué no patearlos a cinco metros del arco? ¡Habría más goles, más entusiasmo, más niños jugando al fútbol y más negocio!
¿Por qué no permitir en el fútbol, cuando no llegas a conectar la pelota con el pie o la cabeza ante el arco, que la mano entre en acción? ¡Sería como la «Mano de Dios de Maradona» en México 86, una de las historias más famosas de todos los tiempos! ¡Más goles, más entusiasmo, más niños jugando al fútbol y más negocio!
¿Por qué en el fútbol juegan solo 11 contra 11? Con todos los jugadores sentados en el banco de suplentes, deseosos de jugar… ¿Y si entraran todos a jugar, con excepción de los porteros suplentes? ¡Más goles, más entusiasmo, más niños jugando al fútbol y más negocio!
Debe ser porque el fútbol está manejado por viejos con miedo a cambiar. La prueba evidente de eso es que Gianni Infantino es calvo. Un viejo.
El absurdo es a veces la mejor manera de digerir el absurdo. En este caso, el de Gerard Piqué, un ex futbolista que arruinó la Copa Davis -con la inestimable colaboración de la Federación Internacional de Tenis (ITF)- y ahora lanza propuestas para arruinar al tenis entero.
No se le puede negar ambición a Piqué, del que el diario español «El País» escribió hace 13 años que «tiene un coeficiente intelectual de 140».
En ese mismo artículo, el periodista Luis Martín escribía lo siguiente: «Su confianza en sí mismo es tal que a veces roza la osadía: en Zúrich, antes de la gala del Balón de Oro, retó al campeón del mundo de FIFA-Pro. Perdió, claro, como suele perder cada vez que juega a frontón formando pareja con Sissoko o a pádel con su padre enfrente: ‘Él se cree que ganaría a Nadal, pero con la raqueta es pésimo’, desmitifican en la familia».
Con la raqueta de tenis es pésimo, decían en su familia. Quizás así se entienda que Piqué se pregunta por qué hay dos servicios en el tenis, exhiba como argumento de peligro que la cancha de tenis es demasiado grande y que en ella caben varias de pádel o pickleball, o cuestione los juegos igualados que se extiende por cinco inciertos minutos.
Lo que debería hacer Piqué es reformar el fútbol. Suceder a Infantino aprovechando que él sí tiene abundante cabellera y nunca podría ser tildado de «viejo».
Piqué, go home.