Estamos en una nueva era. Punto. Y no es la de Novak Djokovic, es la de Carlos Alcaraz y Jannik Sinner. Pierdan las esperanzas: el serbio se quedará en la estación número 24 en cuanto a títulos de Grand Slam. No habrá título 25.
Djokovic está junto a Margaret Court, mira un escalón por encima a Serena Williams y dos a Rafael Nadal y Steffi Graf. Muchos escalones más abajo, un italiano y un español hambrientos de gloria trabajan para, dentro de unos cuantos años, hacer tambalear el logro de Djokovic. Responden a los nombres de Jannik y Carlos, dos nuevos monstruos competitivos que llegaron cuando aún latía el recuerdo de la trilogía Djokovic – Nadal – Roger Federer.
El deporte es un terreno especialmente resbaladizo para hacer pronósticos, pero es el propio Djokovic el que a los 38 años le abre los ojos a sus fans más incondicionales y románticos: “No creo que sea mala suerte. Es solo la edad. El desgaste del cuerpo”.
“Por mucho que lo cuide, la realidad me ha golpeado con fuerza en el último año y medio como nunca antes, para ser sincero. Me cuesta aceptarlo porque siento que cuando estoy fresco y en forma todavía puedo jugar muy bien al tenis”, añadió el serbio tras la clara derrota ante Sinner en las semifinales de Wimbledon.
Puede alegarse que no es un partido para tomar en cuenta, porque Djokovic no estaba en su plenitud física tras la caída en el partido de cuartos de final. Pero es precisamente ese el problema: la plenitud física, una de las claves del éxito de Djokovic en estos años, lo ha abandonado.
“Por mucho que lo cuide, la realidad me ha golpeado con fuerza en el último año y medio como nunca antes, para ser sincero. Me cuesta aceptarlo porque siento que cuando estoy fresco y en forma todavía puedo jugar muy bien al tenis. Lo he demostrado este año. Jugar al mejor de cinco sets, especialmente este año, ha sido muy duro para mí físicamente. Cuanto más dura el torneo, peor es mi estado físico”, admitió el ex número uno del mundo.
Y, sabio como es, Djokovic entiende muy bien cuál es el problema: “Tengo que jugar contra Sinner o Alcaraz. Estos chicos están en forma, son jóvenes y están muy finos. Siento que voy al partido con el depósito medio vacío. No es posible ganar así. Es lo que hay. Es una de esas cosas que hay que aceptar y asumir de alguna manera. Hay que afrontar la realidad tal y como es e intentar sacar lo mejor de ella”.
Semifinalista en Australia, Roland Garros y Wimbledon este año, no debería extrañar que llegue también a la penúltima ronda en septiembre en Nueva York. Pero allí, si nada extraño sucede, estarán Sinner o Alcaraz, hoy tenística y físicamente por encima de él. Djokovic llega a Nueva York con dos años sin títulos de Grand Slam y lesiones en tres de los seis últimos que disputó.
En simultaneo, desde el inicio de 2024 y hasta hoy, todos los torneos de Grand Slam coronaron a Sinner o a Alcaraz. La tendencia es clara, recuerda a lo que sucedió entre junio de 2005 y septiembre de 2007, cuando los títulos de Grand Slam eran cosa de dos: Federer o Nadal. ¿Quién quebró esa racha en enero de 2008? Djokovic.

El tiempo pasa, los ciclos se terminan: todos somos humanos. En varios pasajes de esta temporada, más allá de sus enormes méritos en los torneos de Grand Slam, Djokovic ofreció sutiles y desconocidas señales de resignación y aceptación, tanto en el juego como en el análisis posterior. Y eso es clave si se piensa en que lo más importante en todo el tenis de Djokovic es su mentalidad de hierro, la convicción de que es él el que debe ganar.
Siempre nos quedará Australia, pueden decir con todo derecho aquellos que más aman a Djokovic. Diez veces campeón en Melbourne, nadie como él para soñar con un nuevo título allí. Pero este enero hubo una señal: Margaret Court le dio por primera vez un beso.
“Hacía tiempo que venía intentando conocer a Djokovic”, dijo Court, de 82 años, al diario australiano “The Age”.
“Pero no había podido lograrlo. Ayer me lo crucé en un pasillo y él se acercó a darme un beso. Sólo nos dijimos ‘hola’, pero fue como si ya nos conociéramos”.
Court ganó 11 veces el Abierto de Australia, una más que Djokovic. Suma, en total, 64 títulos de Grand Slam entre individuales, dobles y dobles mixtos. Y es una de las tres mujeres -ningún hombre lo logró- en haber ganado las tres especialidades en cada uno de los torneos de Grand Slam.
¿Volverán Margaret y Novak a darse un beso en enero en Melbourne?