MELBOURNE – Un día antes de que Novak Djokovic se fuera de Australia sin saber si volverá a jugar alguna vez el torneo, Margaret Court le dio por primera vez un beso.
¿Qué importancia tiene ese beso? Court y Djokovic comparten algo que nadie más tiene: los dos son dueños de 24 títulos de Grand Slam. Serena Williams se quedó en 23, Rafael Nadal y Steffi Graf en 22, Roger Federer en 20.
Djokovic tiene aún en sus manos sumar 25 y convertirse en dueño del récord absoluto, que ya lo es en la era profesional de tenis, porque Court es de una época anterior, aunque 11 de esos 24 títulos de Grand Slam los logró ya en plena era profesional.
Suma, en total, 64 títulos de Grand Slam entre individuales, dobles y dobles mixtos. Y es una de las tres mujeres -ningún hombre lo logró- en haber ganado las tres especialidades en cada uno de los torneos de Grand Sam. Es dueña de 11 Abiertos de Australia, uno más que Djokovic.
«Hacía tiempo que venía intentando conocer a Djokovic», dijo Court, de 82 años, al diario australiano «The Age».
«Pero no había podido lograrlo. Ayer (jueves) me lo crucé en un pasillo y él se acercó a darme un beso. Sólo nos dijimos ‘hola’, pero fue como si ya nos conociéramos».

Court, ganadora del Grand Slam en 1970, ya pleno profesionalismo, asegura que no le molestaría que Djokovic sume el título de Grand Slam número 25, como tampoco le habría molestado que Serena Williams llegara al 24.
La pregunta es si el 25 es viable, porque Djokovic, que no gana un título de Grand Slam desde septiembre de 2023 en Nueva York, cumplirá 38 años el 22 de mayo, días antes del comienzo de Roland Garros. El serbio sigue mostrando un tenis y una mentalidad sublimes, fue evidente en los cuartos de final ante el español Carlos Alcaraz, pero la duda sobre su forma física es legítima.
Djokovic hizo este viernes en Melbourne algo que en una época de su carrera era costumbre, pero había dejado de serlo: retirarse de un partido. El alemán Alexander Zverev acababa de ganar el primer set por 7-6 (7-5) en 81 minutos de juego cuando el serbio se acercó a él y le dio la mano. Estaba lesionado, no podía seguir.
¿Volverá a jugar en Australia? ¿O fue su última presentación en Melbourne Park, donde ganó un récord de diez títulos?
«No lo sé. Hay una posibilidad», admitió el ex número uno del mundo tras un profundo suspìro y con semblante serio. Tenía sentido: un sector importante del público abucheó a Djokovic mientras abandonaba el Rod Laver Arena, algo que el serbio no olvidara ni perdonará. Las consecuencias del escándalo de 2022, en plena pandemia, lo siguen persiguiendo.
«¿Quién sabe? Tendré que ver cómo va la temporada. Quiero seguir. Pero si voy a tener un calendario revisado o no para el año que viene, es algo de lo que no estoy seguro. Normalmente me gusta venir a Australia a jugar. Aquí he tenido el mayor éxito de mi carrera. Así que si estoy en forma, sano y motivado, no veo ninguna razón para no venir.
«Pero siempre hay una posibilidad, sí».
Djokovic no había golpeado una pelota desde la dramática victoria sobre Alcaraz en la noche del martes. Volvió a hacerlo una hora antes del choque con Zverev, pero llegó al partido con dudas y temores.
El tiempo que le demorara recuperarse del desgarro muscular es ahora la gran incógnita.
«No lo sé, para ser honesto. Tengo que examinar más esta lesión. Cuando vuelva a casa, a Europa, me reuniré con el equipo médico y mis fisioterapeutas para intentar comprender qué podemos hacer y cuál es la forma más rápida de recuperarme y volver a la pista (…). He tenido éxito con recuperaciones rápidas en el pasado. Vamos a ver. Depende del músculo y de cómo responda al tratamiento».
Pero el tiempo pasa y Djokovic, aunque quisiera, no es eterno.
«Las estadísticas están en mi contra en cierto modo en los últimos dos años. Es cierto que me he lesionado bastante los últimos años. No sé a qué se debe exactamente. Tal vez varios factores diferentes. Pero seguiré adelante, seguiré esforzándome para ganar más slams. Y mientras sienta que quiero aguantar todo esto, seguiré por aquí».
El domingo, Margaret Court asistirá a la final. Ya tiene el beso de Djokovic, quizás también la sospecha de que ese 24 tiene más vida de la que parecía hasta hace un par de días.