NUEVA YORK – Las bromas en redes sociales no defraudaron luego de vivir grandes sorpresas en el US Open 2024.
“Acabo de llegar a Nueva York después de un día viajando sin internet. Mi sueño es ver jugar a mis ídolos Novak Djokovic y Carlos Alcaraz”, posteó en Twitter la cuenta sobre humor y sátira @SvenARG.
Se siente un vacío después de que en menos de 24 horas pierdan dos de los grandes favoritos al título. Los últimos dos campeones del cuadro masculino, los tenistas más populares.
Ya sin esa presencia en Nueva York, con el español disfrutando de la Fórmula 1 en el Gran Premio de Monza, y el serbio seguramente con su familia de vuelta en Europa, el último Grand Slam del año sigue regalando momentos notables, controversias y discusiones.
Muchas emociones dentro y fuera de la cancha de tenis en el torneo más eléctrico e hiperactivo del calendario.
La casa de Tiafoe
«This is my fucking house«, clamó Frances Tiafoe cuando el viernes por la tarde -en un partido que debería haber sido de noche- se tomó revancha neoyorquina de Ben Shelton, quien lo había superado en los cuartos de final de 2023.
Nunca ganó el US Open, tampoco jugó la final. Estuvo cerca en 2022 cuando cayó contra Alcaraz en las semis, pero Tiafoe se siente en la Arthur Ashe como en su hogar por la energía que le da la gente, y por lo que significa Flushing Meadows para él: «Estoy todo el año pensando en este torneo».
«En un par (de partidos) más vas a poder realmente decirlo», le apuntó James Blake tras su victoria ante Alexei Popyrin. Si gana tres partidos (Dimitrov es su siguiente obstáculo) Tiafoe será el campeón en Queens, y nadie le discutirá ninguna frase al momento de celebrar.
«Yo voy realmente por el título», confesó el finalista del Masters 1000 de Cincinatti.
El nombre de Andy Roddick suena todos años en el Billie Jean King National Tennis Centre. El ex número uno del mundo fue el último estadounidense que supo ser campeón en los individuales masculinos. Presión extra para Tiafoe, Taylor Fritz y Tommy Paul, los llamados a pagar una deuda de 21 años.
Andrey Rublev y los demonios, capítulo #125
«Tres certezas de la vida: la muerte, los impuestos… y que Andrey Rublev no alcanzará las semifinales de un Grand Slam».
El humor de internet expresado en los memes a veces puede ser cruel, pero tantas otras veces tiene mucho de realidad: la mochila se hace cada vez más pesada para un tenista de gran nivel y muy regular, pero que no ha podido superar los cuartos de final en ninguno de los torneos grandes. Este domingo volvió a caer antes de la ronda imposible. Su amigo Grigor Dimitrov lo quitó en octavos de final en un partido en el que parecía que iba a dar vuelta. Fue 6-3, 7-6 (3), 1-6, 3-6 y 6-3 para el búlgaro.
Con el gran tenis que sabe jugar, en algún momento se le tendrá que abrir al ruso una ventana a ese terreno desconocido. El nivel lo tiene, lo que falla es la cabeza, y de vez en cuando, arranques de ira y rabia se apoderan de sí mismo.
En la cancha central del US Open, el tenista de 26 años también vivió uno de esos episodios, cuando en los primeros juegos tras un error no forzado con su drive, se golpeó, enajenado, varias veces con la raqueta su pie y su mano izquierda. Tuvo que atenderlo el médico por daños en la mano.
Al menos, Rublev sabe que sus emociones lo traicionan constantemente. El ruso trabaja en resolverlo. Lo explicó con detalle a CLAY en una entrevista a fines de 2022: «Soy muy emocional y me tomo todo muy a pecho cuando se trata de algo importante para mí… y el tenis, obviamente, lo es todo. Cada partido, cada punto, me lo tomo con mucha emoción y de forma muy personal».
«La mala técnica se rompe bajo presión»
«¿Dónde está la confianza de Coco?», preguntó Mary Joe Fernández a Brad Gilbert en el estudio de ESPN. Pocos minutos antes, Gauff había perdido dolorosamente ante Emma Navarro en tres sets en gran parte gracias a su saque, y seguramente estaba haciendo el trabajo post-competitivo mientras su entrenador discutía sobre los aspectos de su juego en televisión. Timming perfecto para algunos; una situación demasiado extraña para otros.
El intercambio que hubo en ese estudio con la ex tenista Rennae Stubbs, no tuvo desperdicio.
«En las canchas de prácticas, todo está bien. No ha sido un problema», dijo Gilbert, quien explicó que lo que buscaba con Gauff era que fuera constante con su segundo servicio y lo despachara generalmente con las misma velocidad.
El análisis de Gilbert no convenció a la multicampeona en dobles.»Es difícil para mí decirlo, porque Brad está sentado aquí y él es su entrenador. Pero, la técnica… el codo está muy bajo, el grip siento que está un poco raro, entonces es difícil impactar alto ese segundo servicio, o lo que llamamos el saque a tres cuartos (…) tienes que ser capaz de impactar la bola de manera correcta bajo presión», respondió magistralmente Stubbs.
El remate de la australiana dejó a Gilbert muy mal parado: «Ella sirve muy bien en los entrenamientos, pero odio lo que voy a decir… la mayoría de la gente sirve bien cuando entrena porque no tienen a 15 mil personas encima, o a millones de mirándolos en TV. Billie Jean King siempre dice ‘la mala técnica se quiebra bajo presión’ y lamentablemente es lo que este año le ha pasado a Coco, porque está con la confianza baja».
¿Qué culpa tiene la ballgirl?
Yulia Putintseva generó el repudio del mundo del tenis tras una escena polémica durante su partido de tercera ronda ante la italiana Jasmine Paolini.
La kazaja tuvo una actitud grosera hacia una recogepelotas, quien le lanzó de manera pausada las bolas a la tenista. Putintseva se quedó inmóvil mirándola fijamente, y no hizo ademán de tomar las pelotas.
Después de dos bolas, la kazaja agarró la tercera con mal gesto.
Se le vinieron encima varias voces del tenis (una de ellas fue Stubbs: “La falta de respeto y el comportamiento odioso aquí es increíble y típico de ella”), hasta que salió en sus redes a pedir disculpas.
«Honestamente, no fue por ella. Estaba realmente enojada conmigo misma por no haber ganado el juego tras el ‘break’ y luego me quedé vacía, con mis emociones y tan centrada en mis pensamientos que ni siquiera me estaba dando cuenta de lo que estaba sucediendo y quién me daba la pelota».
No aclares, que oscurece.