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Zverev entierra en el trópico brasileño la frustración australiana: «Quiero ganar un Grand Slam este año»

Zverev número uno
Alexander Zverev, el 17 de febrero de 2025 en el Palacio Laranjeiras, en Rio de Janeiro / SEBASTIÁN FEST
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RIO DE JANEIRO – Alexander Zverev abandona el semblante serio por un momento, esboza una sonrisa alemana y lanza tres palabras: «A cinco sets».

Su interlocutor lanza una carcajada. Es lunes en Río de Janeiro, la ciudad se derrite en medio de una ola de calor que lleva el termómetro hasta los 45 grados y Zverev demuestra tener alma de Buda: acaba de escuchar seis discursos en portugués, sin entender casi nada, en una extensa ceremonia en la sede de la gobernación del Estado de Río de Janeiro, el asombroso Palacio Laranjeiras, que durante un par de décadas del siglo pasado fue la residencia oficial de los presidentes brasileños.

El que se ríe es Claudio Castro, gobernador de Río de Janeiro y fiel aliado del ex presidente Jair Bolsonaro, que esta semana fue acusado formalmente de haber liderado un golpe de Estado el 8 de enero de 2023 para derrocar al novísimo gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.

El Estado de Rio de Janeiro es uno de los patrocinadores del Río Open, el ATP 500 en el que Zverev es el máximo favorito y este viernes se medirá al argentino Francisco Comesaña por un lugar en semifinales. Así, Castro pudo darse el lujo de «jugar» un «partido» de tenis en una mini cancha armada en los jardines del Palacio.

El sol carioca, impiadoso, hacia sentir que la temperatura era incluso mayor que esos 45 grados, de ahí la broma de Zverev: sí, jugamos, pero al mejor de cinco sets.

Alexander Zverev toma un vaso de agua en un día de fuerte calor en Río de Janeiro / SEBASTIÁN FEST

 

Alexander Zverev se mide al gobernador de Río de Janeiro, Claudio Castro, en un mini match de tenis / SEBASTIÁN FEST

El alemán no es un hombre que regale sonrisas, pero claramente algo sucedió desde que logró cerrar el caso en el que era acusado de violencia de género: Zverev busca caer mejor, más simpático; intercala bromas, no siempre con fortuna, pero lo intenta. Es, a simple vista, un operativo para aligerar su imagen y hacerlo más cercano a los amantes del tenis.

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Paradójicamente, su mayor éxito a nivel de seducción masiva del público lo logró con una derrota dolorosa, la de la final del Abierto de Australia el 26 de enero. Su frustración, sus ojos humedecidos y las cálidas palabras y el consuelo del italiano Jannik Sinner «humanizaron» a un jugador al que históricamente muchos ven como frío y arrogante.

En parte por eso llamó la atención lo que dijo cuando se le preguntó por los tres meses de sanción a Sinner. Fue como si Zverev se hubiera olvidado de aquellos minutos de emoción en Australia.

«Es una situación extraña porque obviamente ha sido un proceso muy largo en el que primero se le exculpa, luego la AMA quiso echarle un segundo vistazo y cosas así. Para mí, creo que hay dos opciones. O no eres culpable y no deberías recibir ninguna suspensión, porque si no tienes la culpa, entonces no tienes la culpa, no deberías ser castigado. O tienes la culpa, entonces creo que por tomar esteroides, tres meses no es una suspensión».

No sonó exactamente empático con Sinner, pero Zverev es así, además de un gran tenista, un hombre dotado para el juego que no quiere ser como su compatriota Michael Stich, campeón de Wimbledon y número dos del mundo. No, Zverev quiere ser como Boris Becker: ganar al menos un título de Grand Slam, pero además ser el mejor del ranking.

Sinner
Jannik Sinner consuela a Alexander Zverev tras la final del Abierto de Australia 2025

Con Sinner fuera del circuito por tres meses tras su positivo por un esteroide anabolizante, el liderazgo del ranking parece más cercano, le hicieron notar al alemán durante un encuentro con la prensa en Rio.

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«Mi objetivo es ser el número uno y ganar Grand Slams este año, seguro. Pero creo que, esté suspendido o no ahora mismo, eso no cambia mis objetivos. Los objetivos siguen siendo los mismos. Por supuesto, si no puedes sumar puntos durante tres meses, entonces matemáticamente es más fácil. Es lógico. Pero yo sigo trabajando en mis cosas. Sigo trabajando en las cosas que quiero mejorar. Y en el próximo Grand Slam, él volverá a estar allí. Así que eso no cambia mucho la cosa».

¿Realmente no cambia  las cosas?

«Por supuesto, Carlos (Alcaraz) y yo vemos ahora nuestra oportunidad de acortar distancias, probablemente en puntos y en volver a ser los número uno del mundo. Pero para él de nuevo, para mí, por primera vez. Pero, por supuesto, tenemos que centrarnos en nuestras cosas y tenemos que ganar a los otros oponentes que tenemos ahora mismo por delante».

El alemán sueña con París, y haber sumado la arcilla de Buenos Aires y Rio de Janeiro a su calendario este año no es casual.

«Por supuesto, Roland Garros siempre está marcado en mi calendario. Siento que tengo grandes posibilidades allí y espero poder demostrarlo este año. Sí, y quiero ir a la pista de tierra batida lo antes posible. Quiero volver a sentir la pista. Quería jugar en ella y, por supuesto, prepararme para los grandes torneos que se avecinan. Por supuesto, tenemos dos Masters más en Estados Unidos en pista dura, pero después de eso todo es jugar y también estoy deseando que llegue ese swing».

La férula que está usando en Río de Janeiro -he tenido problemas con las pelotas aquí, no son buenas para mi codo- no debería ser obstáculo, asegura. Zverev busca dos razones para sonreír de verdad.

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