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Entrevista a Bjorn Borg

«Vi a Guillermo Vilas ganar Roland Garros en 1977 y me dolió un poco» – Entrevista con Bjorn Borg

Entrevista a Bjorn Borg | Anunciar el retiro del profesionalismo a los 26 años después de haber ganado cinco veces en Wimbledon y seis en Roland Garros. Un shock para los rivales y los fans. Un alivio para Bjorn Borg: «Que la gente me pidiera fotos y autógrafos me gustó al principio, pero a la larga se volvió insoportable. Y por eso me retiré tan joven».

«Cuando llegaba al hotel, había 100 personas esperándome. Cuando iba a un restaurante, tenía a 25 fotógrafos encima. Quería tener una vida normal. Hoy sigue habiendo esa emoción por los campeones, pero están mucho más protegidos. Mientras que en mi época era una auténtica locura y ése fue uno de los factores decisivos que me hicieron tirar la toalla», dice el tenista sueco.

Quien es considerado como una de las figuras más relevantes en la historia del tenis, se ha venido involucrando más en la escena pública del deporte en el último lustro gracias a su incorporación como capitán del equipo de Europa de la Laver Cup, y también acompañando a su hijo Leo Borg, que a sus 19 años compite en el circuito de Futuros y algunos Challengers.

Esta entrevista, publicada originalmente en francés para la revista Tennis Magazine, es un repaso por los mejores recuerdos de una de las leyendas más importantes en la historia del tenis.

La conversación revela anécdotas poco explorados de la carrera de Borg. Como cuando John McEnroe fue su pasapelotas en su primer partido como profesional, cuando fue descalificado por el mal comportamiento de su compañero de dobles Ion Tiriac, o de lo mucho que se arrepiente de haber jugado un torneo de poca importancia motivado por dinero, en vez del Abierto de Francia. «Fui amable con Viilas y le dejé ganar ese año», bromea.

En inglés y en español, la entrevista completa en CLAY.

Entrevista a Bjorn Borg

– Cuénteme algún anécdota que no sea tan conocido de su época como profesional.

– Era el día de las semifinales de Roland Garros en 1980, y yo estaba en los vestuarios esperando a entrar en la pista para jugar contra (Harold) Solomon, creo. El partido anterior era entre (Jimmy) Connors y (Vitas) Gerulaitis. Vitas ganó 6-4 en el quinto, entró en el vestuario y lo primero que hizo fue acercarse a mí, abrazarme y decirme: «Tienes suerte, vas a jugar contra mí en la final y no contra Jimmy». Luego gané a Solomon (6-2, 6-2, 6-0) y al día siguiente, en vísperas de la final, como éramos muy amigos, Vitas y yo cenamos juntos y me dijo, riéndose: «¡Eh, mañana vas a tener un partido difícil! Estaba muy contento de haber ganado a Jimmy y de haber llegado a la final de Roland Garros

N. de la R : (Borg ganó la final por 6-4, 6-1 y 6-2).

– Gerulaitis era sin duda un personaje muy particular.

– Bueno, ya que estamos, le contaré otra historia sobre mi amigo Vitas. Jugamos una semifinal maratoniana en Wimbledon (en 1977) que gané en cinco sets. Al día siguiente estaba entrenando en Hurlingham, en un club a las afueras de Londres, para preparar la final. El día anterior, Vitas había perdido 8-6 en el quinto set. Vitas vino al club y me dijo: «Björn, si necesitas un compañero de entrenamiento, ¡yo siempre estoy dispuesto! «. Pensé en decirle si acaso no tenía nada mejor qué hacer. No sé, irse de vacaciones, deprimirse, ¡hacer cualquier cosa ! (risas).

– Retrocedo en el tiempo…¿Recuerda el día en que se dio cuenta de que odiaba perder?

– ¡Fue el día en que nací ! (Risas). No importaba si era tenis, juegos de mesa, bádminton, odiaba perder y siempre lo he odiado. Y… siempre me ha gustado ganar (risas).

– El día que pasó vergüenza en una pista de tenis.

– Nunca he pasado vergüenza… Ah, sí, recuerdo un día que jugué dobles con Ion Tiriac en Madrid. Contra Ilie Nastase y Tom Okker. El partido fue bueno, incluso tuvimos un punto de partido, pero el problema fue que Tiriac se estaba comportando muy mal. Tan mal que el árbitro acabó descalificándonos. Esa fue probablemente la única vez que pasé vergüenza en una cancha. Y la única vez que me descalificaron.

– Su primer partido en el circuito profesional.

– Abierto de Estados Unidos, en 1972 frente a Roy Emerson. Recuerdo el momento en que nos dirigíamos a la pista y pensé: «Vaya, es Roy Emerson contra el que vas a jugar». No es poca cosa. Ya no jugaba mucho, pero ¡era una leyenda! Perdí ese partido, pero ¿sabes qué es lo más divertido? Adivina quién estaba en nuestra cancha como pasapelotas… ¡Un tal John McEnroe! Te lo digo, fue él quien me lo dijo años después. Es increíble.

– Increíble. Un giro del destino. Luego en Båstad usted jugó su primer partido de Copa Davis en 1972. A los 15 años contra un jugador importante, Onny Parun.

– Sí, así es. Pero al principio no me pidieron que jugara ese partido. Poco antes, en Madrid, en la segunda o tercera ronda vencí a Jan-Erik Lundqvist en dos sets. Era él quien estaba considerado para jugar contra Parun. Cuando lo vio, Lennart Bergelin que era el capitán, dijo ‘este chico sabe jugar’. Me eligió a mí y gané a Parun, que acabó furioso por perder contra un niño. Realmente enojado. Es cierto que perder contra un chico de 15 años no es fácil de aceptar, ¡sobre todo cuando eres el noveno mejor jugador del mundo!

Bjorn Borg junto a Manuel Orantes en la ceremonia de premiación de Roland Garros 1974 / Archivo EUROSPORT

– El año en que ganó su primer título de Grand Slam en Roland Garros en 1974.

– Jugué en Roma la semana anterior y gané el torneo venciendo a (Ilie) Nastase en la final. Después volví a Estocolmo para pasar un par de días antes de volar a París. Y allí, en primera ronda, jugué contra el francés (Jean-François) Caujolle. Le conocía bien, habíamos jugado varias veces como juniors. Él iba ganando 4-1 en el tercer set, con dos breaks de ventaja (n. de la r: en aquella época las primeras rondas se jugaban al mejor de tres sets). Finalmente encontré los recursos para remontar y ganar ese partido, y entonces me dije: ya está, he vuelto. Pensé que tenía muchas posibilidades de ganar dos o tres partidos más, pero no de llegar hasta el final. Y aun así gané a (Manuel) Orantes en la final después de ir perdiendo por dos sets a cero. Aquel año estaba solo en París. Sólo los periodistas suecos me hacían compañía. Después de ganar la final, le pregunté a uno del diario Expressen y con el que era amigo: «¿Qué hacemos esta noche? He ganado en París, ¿por qué no vamos a la Torre Eiffel?». Y eso es lo que hicimos. Subimos a la cima y cenamos estupendamente para celebrar mi victoria.

– El día que se dio cuenta de que se había hecho famoso.

– Después de ganar la Copa Davis contra Nueva Zelanda. Había mucha emoción. Ahí empezó todo. Era bonito, la gente me reconocía, querían autógrafos, fotos… Sí, me gustó al principio, pero a la larga mucho menos. Y por eso me retiré tan joven. Los últimos años se hizo insoportable. Durante Wimbledon o Roland Garros, por ejemplo, cuando llegaba al hotel, había 100 personas esperándome. Cuando llegaba a un restaurante, tenía a 25 fotógrafos encima. Sentía que no tenía gracia. En cierto modo era divertido, pero después no lo soportaba. Quería tener una vida normal. Y sé que algunos pensarán que estoy loco, pero es que se convirtió en tal circo que me dije: «No puedo seguir viviendo así». Me encantaba el tenis, pero ya no quería esa vida. Por supuesto, hoy en día hay tanta emoción por los campeones, pero están mucho más protegidos. Mientras que en mi época era una auténtica locura y ése fue uno de los factores decisivos que me hicieron tirar la toalla.

– Pasemos a Wimbledon. Hemos oído hablar tanto de su primera victoria sobre Nastase en 1976, de la fantástica final en 1980 contra McEnroe… Pero durante estos cinco años de éxitos consecutivos, usted estuvo cerca de perder varias veces en las primeras rondas. Contra Victor Amaya, por ejemplo, en la primera ronda de 1978, o contra Vijay Amritraj al año siguiente… ¿Qué recuerdos guarda de estas salvadas?

– Antes de Wimbledon no jugué ningún torneo sobre hierba. No jugué en Queens. Después de París fui a Inglaterra durante quince días para entrenarme en hierba, pero no competí. Mi entrenador y yo sabíamos todos los años que las dos primeras rondas serían peligrosas y casi pierdo esos tres partidos. Pero sabía que si sobrevivía a las dos primeras rondas, después agarraría ritmo, me sentiría más cómodo sobre hierba y entonces sería difícil de ganar. Di vuelta partidos que tenía perdidos y gané Wimbledon. Así que ahora sólo tengo buenos recuerdos.

borg wimbledon

Borg levantó el trofeo de Wimbledon cinco veces seguidas entre 1976 y 1980 // GETTY

– Previo a ganar Wimbledon se le consideraba un especialista en tierra batida, pero no mucha gente creía en sus posibilidades sobre césped. Y cuando ganó en 1976 contra Nastase, mucha gente dijo que se debió a que hizo tanto calor durante toda la quincena que las condiciones de la hierba, muy seca, le favorecieron. Pero al año siguiente no fue así y fue bicampeón.

– Exacto, lo recuerdo bien. La gente pensaba que podía jugar bien en hierba, pero no que pudiera ganar Wimbledon. Y en 1976 hizo 35 grados durante toda la quincena, lo que hizo que el bote de la pelota fuera mayor. Así que cuando gané, la gente dijo que se debía a esas condiciones excepcionales. «Veremos cómo lo hace cuando llueva y la hierba esté mojada», decían. Al año siguiente, en 1977, me perdí el Abierto de Francia porque decidí ir a jugar el Campeonato Interurbano en Estados Unidos. Por cierto, al hacerlo estaba siendo amable con Guillermo (Vilas) al dejarle ganar en París (risas). Y cuando llegué a Wimbledon, el tiempo era horrible. Llovía todos los días. Pero cuando gané venciendo a Jimmy en la final, fue cuando se empezó a hablar del chico que sí sabe jugar en hierba.

– Extrañamente eligió jugar en Estados Unidos en lugar de Roland Garros 1977. Algo impensado en estos tiempos. ¿Se arrepiente?

– Tuve una larga discusión con Lennart, mi entrenador, y le pregunté: «¿Crees que debería firmar para jugar el Intervilles en lugar de París?» Él se mostró inflexible, dijo que tenía que jugar sí o sí en París, luego tomar un descanso y jugar Wimbledon, como todos los años. Pero no seguí su consejo porque simplemente me ofrecieron mucho dinero. Por supuesto, mirando atrás, me doy cuenta de que nunca debí tomar esa decisión. Pero en aquel momento me sentí atraído por el dinero. Y recuerdo haber visto el Abierto de Francia desde lejos. Vi a Guillermo ganar a (Brian) Gottfried en la final, y me dolió un poco.

– ¿Y recuerda ese día que decidió contestar a los periodistas suecos sólo en inglés en la rueda de prensa de Estocolmo? Sonó extraño…

– Sí, lo hice porque me estaban tocando las pelotas. Fue en 1980, el año en que vencí a John (McEnroe) en la final. Venía de Tokio para jugar el Abierto de Estocolmo, y en cuanto llegué empezaron a romperme las pelotas… Ese año no fui a las ruedas de prensa en toda la semana, no fui hasta después de ganar a John en la final, y decidí hablar sólo en inglés para molestarlos.

– A pesar de celebrar títulos en la Torre Eiffel cenando con un amigo periodista, en general tuvo una relación difícil con la prensa sueca.

– Sí, pero… creo que les caí bien. Escribieron sobre mí todos los días durante años. Nuestra relación se volvió tensa el día que me mudé a Mónaco en 1974. Me había convertido en un blanco fácil, y había una sensación de «no debes irte de Suecia. Quieres más dinero, no quieres pagar impuestos, no está bien, etcétera». Yo era un quebradero de cabeza para ellos, buscaban algo, y lo encontraron cuando me fui de Suecia. Pero por otro lado me querían. Sé que me querían. Tengo muchos buenos recuerdos con muchos periodistas suecos. A veces lo pasábamos bien juntos.

– Qué piensa del día que decidió dejar de jugar al tenis.

– Fue en 1981. Ese año gané el Abierto de Francia y perdí la final de Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos contra McEnroe. Después de Wimbledon estaba en Estocolmo, y ese día fuimos a un restaurante con Lennart y unos amigos. Y allí me dije que ya no quería esta vida. Y recuerdo que a Lennart se le salieron los ojos. Él ya había percibido algo. Se daba cuenta de que yo no estaba siendo yo mismo. Él estaba decepcionado. Me dijo: «Vamos, dale otros cinco años». Si hubiera estado motivado, podría haber ganado otros títulos importantes. Pero yo no podía ni quería. Ver su mirada de sorpresa y su decepción fue muy duro para mí.

– Luego quiso volver en 1991.

– (Risas) Sí, quise volver porque estaba aburrido. Probé otras cosas en la vida, algunas con éxito y otras no. Pero quería involucrarme de nuevo en el tenis. Y probablemente la decisión de volver directamente a Montecarlo cuando no había jugado ni un sólo partido antes no fue la más sabia que tomé. Pero lo mejor que me pudo pasar fue que dos años después, Connors empezó su propia gira senior en Estados Unidos. Y eso fue ideal para mí, volver a estar con Connors, McEnroe, Vilas, Gómez y los demás, y volver al ambiente de torneo que tanto había echado de menos después de todo. Estaba contento. Había encontrado mi sitio.

– ¿Qué sintió el día que Rafael Nadal batió su récord en Roland Garros?

– Vi todos sus partidos en París. Mi mujer y yo hemos ido tantas veces. Es increíble Rafa. Roger y Rafa son increíbles, probablemente los dos mejores de todos los tiempos. Me alegré mucho de que batiera mi récord. Su juego en tierra batida es increíble. Es una gran oportunidad para mí haber estado con ellos en la Laver Cup. Me gusta escuchar sus historias, lo que quieren cambiar en las reglas del tenis, o lo que sea. Para mí es una alegría pasar tiempo con ellos. El tenis es tan diferente hoy en día de lo que era en mi época. Y me alegra verlos jugar siempre.

– ¿Y cuándo su hijo le dijo que quería ser tenista profesional?

– Nunca me lo dijo. Él jugaba y yo lo sabía. Cuando le vi viajar y jugar torneos, me di cuenta de que quería ser un buen jugador. Y todo lo que mi mujer Patricia y yo podemos hacer es apoyarle, sean cuales sean sus ambiciones en el tenis o en cualquier otra cosa. Sabe llevar muy bien la presión. Eso sí, yo no le entreno. Para eso tiene su propio equipo, yo le apoyo como un padre. A veces, rara vez pero ocurre, viene a pedirme consejos y estoy encantado de guiarle lo mejor que puedo. A veces mi mujer y yo vamos a verle jugar, muchas veces muy tensos en la cancha. Pero estamos contentos porque él se divierte.

– ¿Y sus sensaciones cuándo superó la barrera de las seis décadas?

– Cumplir 60…. da miedo. Todavía hoy me pregunto: ¿Qué ha pasado? ¡y pronto tendré 90! ¿Qué es esto? Así que sí, me asusta un poco envejecer, aunque sé que nos pasa a todos. No, no estoy contento de haber cumplido 60, y de estar a punto de cumplir 70 años. Pero tengo una vida estupenda. Tengo una gran familia, grandes hijos, pero la idea de hacerme mayor me asusta, no puedo negarlo.

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Comentarios (1)

  • Christian

    Gracias por subir esta nota de mi ídolo Bjorn Borg. Saber más de sus ideas y su vida me encantó.
    @elpilotoqueescribe

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