NUEVA YORK – Es bastante habitual que tenistas se quejen de la hierba. La superficie donde nació el tenis, ha irritado a más de alguno. Como Guillermo Vilas, que en los 70 dio origen a la frase: “El pasto es para las vacas”, luego revitalizada por Marcelo Ríos.
Pero nadie antes se quejó de la misma hierba por la que alegó el australiano Nick Kyrgios en su partido de segunda ronda del US Open.
“¿Es normal? ¿No quieres recordarle a nadie que no haga algo? No es el olor de la cocina…¡Era fucking marihuana!”, reclamó el australiano al juez Jaume Campistol.
Nueva York huele a marihuana. El humo de la planta se siente en las estaciones de metro, en las calles de Brooklyn, en los parques de Harlem, y entre la multitud de Manhatthan. Su consumo con fines recreativos fue despenalizado el año pasado por el estado homónimo, lo que ha podido generarle 350 millones de dólares anuales en impuestos y la creación de 40.000 puestos de trabajo aproximadamente, según sus defensores.
Y no es raro olerla también en el US Open.
“Obviamente no voy a reclamar por el olor a comida…”, prosiguió en su protesta Kyrgios en ese cambio de lado, cuando el juez le decía que era el olor de las cocinas que rodean las tribunas. Gritaba Kyrgios: “¡Había humo!”. Campistol recordó al micrófono que fumar estaba prohibido.
El estadio Louis Armstrong, el segundo en importancia en Flushing Meadows y llamado así en honor a la leyenda del jazz que vivió gran parte de su vida a pocas cuadras del recinto de Queens, fue remodelado en 2018 y hoy es un símbolo de cómo los espectadores estadounidenses viven el deporte: como una fiesta, metiendo ruido, conversando a viva voz mientras se comen un hot dog de diez dólares, tristemente acompañados sólo con ketchup y mostaza.
¿Por qué no prender un porro?, pensarán algunos en ese contexto de deporte-espectáculo tan yankee, frente al mega estadio de béisbol de los Mets, y donde los famosos Honey Deuce, el cocktail de moda del torneo, ponen a varios borrachos gritando entre punto y punto, y también durante ellos.
“La gente no sabe, pero soy fuertemente asmático. Cuando corro de un lado a otro, me cuesta mucho respirar y de seguro (lel humo de la marihuana) no es algo que quiera respirar entre punto y punto”, comentó luego el finalista de Wimbledon en conferencia de prensa sobre el olor que le debe ser bastante familiar: en Australia es muy común el consumo de la planta.
La USTA fue consultada por CLAY a propósito de este inédito episodio en el tenis, pero hasta la publicación de esta nota, no ha querido emitir una declaración.
Otra multa para la colección
Kyrgios confesó que casi no sabe quién es, dado el cambio de vida que le significó llegar a la final de Wimbledon. «Me preocupo de mi alimentación, de dormir bien, en todas las prácticas intento dar lo mejor. Siento que hoy por hoy soy un real profesional y nunca imaginé que lo de Wimbledon me pondría así. Habría imaginado lo contrario, que estaría más relajado, más despreocupado», contó el tenista de 27 años.
Eso no cambia sus fuertes reacciones en la cancha. Durante el encuentro, Kyrgios se enfureció con su equipo: «Váyanse a la casa si no quieren apoyarme». Los reproches fueron acompañados con un escupitajo.
Por ambas acciones, la organización lo multó con 7.500 dólares. En todo caso, un detalle en el prize money que lleva hasta ahora en singles. Si perdiera esta noche con el local JJ Wolf, cobraría un cheque de 185.000 dólares antes de los descuentos.
[ CLAY se lee de forma gratuita. Pero si puedes, por favor haznos un aporte aquí para poder seguir contándote las grandes #HistoriasDeTenis por el mundo.
Es muy fácil y rápido. ¡Gracias! ]
Reportea el tenis alrededor del mundo desde hace 10 años. Ha colaborado con medios como La Tercera, Cooperativa, Infobae, y Racquet. Fundador del ex programa de radio Tercer Saque.
Pluma & Lente es su espacio personal donde relata sus viajes y aventuras.