PARIS- Es imparable. Iga Swiatek lleva 35 partidos sin perder.
Tiene futuro. Iga Swiatek tiene dos Grand Slams con 21 años recién cumplidos. Un largo camino por delante para hacer historia.
Es efectiva. Iga Swiatek no pierde finales y aniquila a sus rivales. En nueve finales jugadas desde que perdiera la primera que jugó en 2019, no cedió sets y sólo dos tenistas pudieron arrebatarle más de 5 juegos.
Es multicampeona de Roland Garros. Igual que su ídolo Rafael Nadal. Él tiene 13 (14 si gana el domingo) y ella dos. Pero multicampeones igualmente.
Sin piedad, la polaca venció a Coco Gauff por 6-1 y 6-3. El partido fue muy corto y el contraste muy fuerte: en 1 hora y 8 minutos, la europea mostró un nivel impresionante de fondo de cancha que hace pensar que su reinado está recién empezando. Gauff no encontró su mejor versión y fue muy opacada.
Con el retiro desde la cima del ránking de la australiana Ash Barty y la explosión definitiva de Swiatek, la WTA hoy tiene a una dominadora absoluta.
A propósito de Nadal, Swiatek cuenta un aprendizaje importante para su carrera. El año pasado, luego de que el español perdiera la semifinal de Roland Garros contra Djokovic, la polaca, cual groupie, se puso a llorar. Esto se lo contó a Nadal luego, y este le dijo que no pasaba nada, que era tan sólo un partido de tenis.
“Los grandes campeones aceptan la derrota. Eso me ha enseñado Rafa”, cuenta. Pero a Iga se le ha olvidado perder.
Las comparaciones con su primer título en París circulan en la sala de prensa. Swiatek, muy amigable, aunque con algo de timidez, tiene clara las diferencias. “El de 2020 siento que fue por suerte. Dos años después, el título llega gracias al trabajo”.
Aunque ningún campeón de major lo es por el azar, Swiatek se siente mucho más sólida y preparada que dos años atrás: “En 2020 me sentí confundida. Ahí no sabía que podía ganar un Slam. Ahora llegaba convencida de los frutos del trabajo duro”. Además que el estadio haya estado lleno, a diferencia del 2020, con banderas polacas repartidas y gente coreando su nombre, la empoderó: “Casi sin gente en las tribbunas la vez pasada, hasta podía escuchar mis pensamientos”.
Por su parte, Gauff se levantará el domingo y se sentirá orgullosa de lo que logró en París: graduada de la secundaria y finalista de un Grand Slam a los 18 años. Incluso podrá buscar consuelo si gana la final de dobles femenina que disputa junto a su compatriota Jessica Pegula.
“Es un alivio haber llegado a una final. Era una presión que llevaba desde hace algunos años. Esto me va a ayudar para lo que viene después”, confiesa la estadounidense, quien dejó correr las lágrimas como una manera de llevar todo lo que le está sucediendo a su alrededor y en el mundo entero. Gauff aprovechó su campaña en París para hablar de temas que le importan más allá del tenis, como la problemática de la violencia con armas en Estados Unidos.
Swiatek tampoco estuvo ajena al contexto mundial, y con el trofeo ya en sus manos, envió mensajes de apoyo para la gente en Ucrania.
“Levantando la voz no vamos a lograr cambios directos, pero sí influenciaremos a la gente a estar más pendientes de los temas que importan, y quizás influyamos en las personas que toman las decisiones”, afirmó la joven Gauff.
“Hoy me volví loca. Iga fue demasiado buena”, remató Gauff sobre lo que juega Swiatek.
Extremadamente buena. El resto deberá pelear por el segundo puesto.