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Cuando el tenis no es lo que más importa: Arabia Saudita y su Masters 1000

ATP Arabia Saudi
The top leadership of the ATP and Saudi Arabia’s Public Investment Fund (PIF) have signed the agreement for the new Saudi Masters 1000 / ATP
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Si en vez de poner todo su esfuerzo en desarrollar misiles, Kim Jong-un hubiera logrado convertir Corea del Norte en una potencia económica por encima de su vecina del sur, la ATP estaría anunciando, pronto y con orgullo, el Masters 1000 de Pyongyang.

Todo es posible hoy en el ente rector del tenis masculino, y por eso llegó la confirmación de que Arabia Saudita tendrá el Masters 1000 por el que tanto insistió. Hay puntos a favor para celebrar un torneo de esa envergadura allí y muchos aspectos en contra, en especial si nada más cambia en el resto del calendario y la organización del circuito.

No es un tema político. Arabia Saudita es una dictadura, sí, pero también lo es China, y nadie pensaría que Qatar, los Emiratos Árabes y Kazajistán, tres países que forman parte del circuito mayor de la ATP, son democracias.

Si el Comité Olímpico Internacional (COI) y la FIFA nunca encontraron la fórmula para resolver la contradicción entre el deporte integrador y abierto y las diferentes dictaduras que acogieron y acogerán los Juegos y los Mundiales de fútbol, mucho menos se le puede pedir que resuelva eso a una organización relativamente pequeña como es la ATP.

No, no se trata de política. Se trata de deporte, se trata del tenis. Y de la sensación de que no es el tenis lo que más importa.

Arabia saudita tenis
Rune, Medvedev, Djokovic, Nadal, Alcaraz y Sinner en una promoción del Six Kings Slam 2024.

Cuando Andrea Gaudenzi, presidente de la ATP, dice que “Arabia Saudí ha demostrado un compromiso genuino con el tenis, no solo a nivel profesional, sino también en el crecimiento del deporte en general a todos los niveles”, está claro que no miente: el gobierno de Riad, a través del Public Investment Fund (PIF), uno de los fondos soberanos más potentes del mundo, sostiene hoy literalmente al tenis masculino. Vean si no el “PIF ATP Ranking”. O piensen en esa mega millonaria exhibición llamada Six Kings Slam.

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Y cuando le da un sitio en el calendario a partir de 2028, presumiblemente en febrero, entre Australia e Indian Wells / Miami y como parte de las semanas que incluyen también los ATP de Dubai y Doha, todo suena a pura lógica… hasta que se mira al sur del planeta.

La frase de Gaudenzi mantiene bastante sentido si se sustituye “Arabia Saudita” por “Argentina”, “Brasil” o “Chile”. Lean y opinen: “Argentina ha demostrado un compromiso genuino con el tenis, no solo a nivel profesional, sino también en el crecimiento del deporte en general a todos los niveles”.

Hay diferencias entre los tres países, no se puede comparar el desarrollo, la inserción profunda que tiene el tenis en Argentina, con lo que sucede en Brasil o Chile. Pero en esos dos países hay pasión, pasión creciente e historia. Y en Brasil hay mucho dinero, también.

¿Hace falta contar la cantidad de tenistas de excepción, números uno, incontables top ten, títulos en los cuatro grandes torneos, en la Copa Davis, medallas olímpicas y un largo etcétera que aportó al tenis Sudamérica y América Latina en general?

¿Hace falta hacer ese mismo listado enfocándose en el tenis saudí y de la región en general?

Y no se trata de un problema con el tenis saudí, que tiene todo el derecho a desarrollarse y pone genuino entusiasmo (en forma de mucho dinero) en un deporte en el que alguna vez logrará éxitos, claro que sí. Cuando se le pregunta al entorno de Rafael Nadal -embajador del tenis saudí– por lo que está sucediendo allí, los elogios a Arij Mutabagani, la primera mujer en presidir su federación de tenis, son sinceros y enormes.

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Nadal y Arabia Saudí
Captura de pantalla de un video promocional difundido por el tenista Rafa Nadal para dar a conocer su participación en los programas de difusión del tenis de la Federación de Tenis saudí.

Hay, claramente, algo bueno e interesante que está sucediendo en ese país de 35 millones de habitantes al que muchos se refieren como el reino del desierto.

Pero hay un hecho innegable: todas las regiones, continentes y subcontinentes del mundo cuentan con un Grand Slam o un Masters 1000. Excepto África y América Latina.

¿Hace falta explicar por qué?

Quizás sí. Mariano Zabaleta, vicepresidente de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), relataba recientemente la sorpresa mayúscula de Roland Garros cuando contó que el ente rector del tenis argentino trabaja con un presupuesto de 2,5 millones de dólares. ¿Mensuales?

No, anual, respondió Zabaleta. Y los franceses no podían creerlo. El tenis y el deporte se mueven hoy por el dinero, y nadie quiere un modelo que, de tan eficiente que es, es capaz de convertir en potencia del tenis a un país con solo 200.000 dólares al mes. Sería la ruina para muchos en el tenis.

Cada febrero, precisamente el mes en el que a partir de 2028 presumiblemente se jugará el Masters 1000 saudí, el Buenos Aires Lawn Tennis Club, el Jockey Club de Gávea y el estadio de San Carlos de Apoquindo se llenan de espectadores sedientos de tenis. Aman el deporte, tienen un “genuino compromiso con el tenis”, en palabras de la ATP.

Quizás la ATP lo entienda un día… ¿El día en que Gaudenzi pise por primera vez Sudamérica tras seis años como máximo responsable del tenis masculino?

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